DISCURSO DEPORTIVO

Por Robert Lozano Vergés

Odiar a Messi

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“Un día compareció en el campo con la cucharilla de plástico del café en la boca y no la soltó hasta que se acabó el rondo. Aquel gesto fue interpretado como una señal de que Messi estaba contrariado, porque alguien no le había pasado el balón o quién sabe por qué demonios. Nadie intervino, sin embargo, para saber el motivo. Mejor así. (…) Messi se enfada y desenfada sin que nadie pueda poner remedio, sino que hay que aguardar a que se le pase: La Pulga agacha entonces la cabeza, hace ver como que no ha pasado nada y se reincorpora al grupo sin que nadie le diga nada. Así se disculpa. Aceptado.”

Hace algunos años, el periodista Ramon Besa explicaba en “Messi, el niño del campeón” algunos episodios que ayudaban a descifrar el enigmático carácter del genial jugador argentino: “Messi es capaz de asistir a una juerga autorizada de sus compañeros y no levantarse de la silla en toda la madrugada sin haber cruzado palabra casi con nadie”. Poco amigo de los micrófonos y de las declaraciones, de exponer sus pensamientos o su estado de ánimo, el seguidor de Leo está acostumbrado a descifrar a La Pulga por su gestualidad, su ceño fruncido, su sonrisa bobalicona y su forma de correr. O de andar. Como si de un cordel umbilical los uniera, el culé se duele con las tarascadas que recibe el rosarino y se palpa el bíceps femoral a la par que el 10. La felicidad y la tristeza de ambos están tan ligadas que, llegados a este punto, extraña que haya quien sienta una necesidad repentina de desapego, de desafección. Incluso de desmemorización. Como aquel que ha vivido por y para el amor de su vida y, de repente, un día se siente traicionado, decepcionado, a pesar de haberlo tenido todo, y reniega de la persona amada.

 

Messi, Balón de Oro del Mundial de Brasil La voz del balón​

Mientras que algunos hablan con palabras y otros prefieren hacerlo con hechos, Messi se expresa exclusivamente a través del balón. Sus ruedas de prensa se celebran en el césped y se inmortalizan en su sala de trofeos. Así ha tapado bocas. Hace algunas temporadas metió 47 tantos. Se le criticó por egoísta, por no querer ser substituido nunca, así que la siguiente marcó 53. En esa ocasión, sus supuestas desavenencias con sus compañeros de ataque originaron los reproches. Messi contestó con 73 goles (50 en Liga). Lo siguiente que se le recriminó fue su excesivo influjo en el juego barcelonista. De nuevo, su respuesta en el césped se saldó con una monstruosa cifra de goles: 60.

En su introversión, en el mundo restringido en el que siempre ha vivido, se configuró como un extraterrestre, como el mayor depredador del gol que jamás haya existido en la faz de la tierra. La impotencia que generaba el juego de Messi y de sus compañeros era tal que provocaba desesperación en sus rivales. “Ocurrió tras un Barça-Getafe en el que nos dimos una paliza de correr. Al acabar el encuentro, un compañero, bastante joven además, se tumbó en la camilla y empezó a gritar lo mucho que odiaba el fútbol. No pudimos ni consolarle. Se puso el chándal sin ducharse, y se largó del estadio sollozando: ‘No puedo más’”. David Belenguer, ex jugador del Palamós, Betis y Getafe, entre otros equipos, revelaba este chocante episodio a la revista Panenka.

La inquina hacia Leo Messi provocaba el mismo efecto en el crack argentino que los desafíos en Michael Jordan:

“En un partido contra los Chicago Bulls en Salt Lake City Michael hizo un mate por encima de John Stockton (1,85 m). Un instante después la pista se ve invadida por las palabras Hey, Jordan, why don’t you pick on someone your own size?, provocación que Jordan escuchó perfectamente. Cuando recibió la pelota de nuevo hizo un mate por encima de Mel Turpin (2,11 m) y se volvió al espectador diciéndole: “¿Éste es suficientemente alto?” La línea de su mirada en el preciso instante en que responde, décimas antes de atravesar la media pista, señala un destino que a pesar de escapar a las cámaras se antoja incuestionable: la butaca de Larry Miller, propietario de los Utah Jazz.” *

Si a través del juego no podían dominarle, la campaña, basada en anécdotas de patio de colegio, era meridiana: convertir a Messi en un ser despótico.

El pequeño Dictador

 “A Villa, por ejemplo, le advirtieron nada más llegar al Barcelona que se olvidara de competir a goles con La Pulga y a Thiago le tienen dicho que por más artista que se sienta, mejor que le pase al balón a Leo y aguardar a que se lo devuelva, como signo de que ha sido admitido».

Esta anécdota, relatada de nuevo por Ramon Besa, fue tergiversada y utilizada por ciertos sectores para desestabilizarlo, para encontrar su supuesto reverso tenebroso. Una situación que, explicada años ha por el Señor de los Anillos, Phil Jackson, no sólo no fue polémica sino que se convirtió, al instante, en literatura deportiva: “Si te encuentras a Buda (Michael Jordan) en la zona, dale el balón”. Extrapólenlo al 10 del Barça.

Los desmanes protagonizados por Messi le convierten, como mucho, en un tipo especialito, con un carácter muy particular, algo muy común en un genio, pero que le sitúa como un mero aprendiz de otros Dioses del Olimpo del Deporte con actitudes verdaderamente dictatoriales. Veáse, de nuevo, Michael Jordan:

“Tras el quinto partido de la Final de la Conferencia Este de 1989, parecía que aquel año tampoco iba a poder ser. Chicago se había adelantado por dos veces, pero los Pistons habían conseguido empatar y ahora ganaban la serie 3-2. Jordan estaba realmente cabreado. Las llamadas Jordan Rules le habían dejado en 18 puntos y, sobre todo, solo había realizado 8 lanzamientos de campo en 46 minutos en cancha. Era obvio que alguien tenía que pagar los platos rotos. Cuando Jordan llega el último al avión de los Bulls puesto que siempre es el que tiene que atender a prensa, patrocinadores y aficionados, sus compañeros están sentados y a punto de comenzar a cenar. Al pasar junto a Horace Grant da un manotazo a la bandeja de éste y tira su cena al suelo. En opinión de Jordan, no se merecía comer tras haber realizado un partido bastante flojo (4 puntos y 1 rebote). Grant y Jordan tuvieron que ser separados por el resto de sus compañeros antes de llegar a las manos”. **

Llamando al Doctor Green

Esta temporada el Camp Nou ha visto deambular a Messi por el césped con un rictus duro y una aparente despreocupación por todo aquello que sucediera a más de dos metros cuadrados de su persona. La Pulga ha sellado su peor temporada como blaugrana con nada más y nada menos que 41 goles, un registro estratosférico, por encima de cracks históricos.

Veáse Romario

Veáse también Ronado

Veáse también Rivaldo

Veáse también Ronaldinho

Tras su discreto papel en el Mundial, se vislumbran ciertas sonrisitas del tipo «yo ya lo sabía» y se alzan voces de ultratumba que aseveran sin un atisbo de duda: “ahora es el momento de vender a Messi”. Las espadas están en lo alto y hay quien espera una señal, como cuando en un hospital llaman a la enfermera Flamingo o al doctor Green (no existen, la enfermera Flamingo significa que hay un incendio y el doctor Green, un suicidio) o como cuando un cajero de un supermercado pide monedas pequeñas por megafonía (quiere decir que hay una mujer guapa en la cola y todo el mundo tiene que ir a mirarla). Léase una señal para hacer salir a Messi en globo.

Háblale a La Vieja, Leo

Es fácil querer a Messi pero da la sensación de que todavía es más sencillo renegar de él. Los que optan por esta segunda opción se están perdiendo al mejor futbolista de la historia. Aún con la dichosa mácula de la Copa del Mundo. La legión de las causas de su bajón es variopinta: problemas con el fisco, problemas físicos, problemas personales, problemas psicológicos, problemas paternos, problemas monetarios, el misterioso caso de los vómitos recurrentes… lo que sea para evitar pensar en una hipotética opción que provocaría pavor y sudores fríos: que Leo Messi se haya extinguido.

Con esta incertidumbre, los que veneran a Messi le esperan. Aguardan a que pase el luto, a que descanse y a que vuelva a ilusionarse. Aguardan hasta que vuelva a pisar el Camp Nou y hable de nuevo, tal y como lo hace él, a través de ‘La Vieja’, como la llamaba Alfredo Di Stéfano.

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*Extracto editado del artículo “No desafíes a Jordan”, del periodista Gonzalo Vázquez8 ():

** Extracto del artículo “Michael Jordan en 23 frases”, de Arturo Peñalba

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16 julio, 2014 at 8:41 AM

Reinventar el Barça

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«En la eternidad, donde no existe el tiempo, nada puede crecer, nada puede llegar a ser, nada cambia. Por eso la muerte creó el tiempo, para cultivar las cosas que matará».*

El Barça ha burlado el tiempo durante un par de temporadas con remaches, moratorias y apósitos mientras se tambaleaba sostenido por la gratitud, la nostalgia y una Liga de 100 puntos. Las consecuencias de la inacción explotaron en Valladolid, un partido que al correr de los años se recordará como el funeral de un conjunto histórico. La herencia del mejor equipo de todos los tiempos se dilapidó en el césped del José Zorrilla el 8 de marzo de 2014, cuando aún duraba la fragancia que deja el perfume de una bella mujer después de abandonar la sala.

El destello de Manchester (0-2) fue como mirar la luz de una estrella que desapareció tiempo ha y que nos remite al pasado. Imbuido en la ciclotimia, el equipo de Martino es capaz de padecer distintos episodios de excitación y depresión en un mismo encuentro y pasar de maravillar a angustiar (Valencia, Almería) sin dejar margen para la digestión. En Valladolid los futbolistas parecieron adolecer una extraña enfermedad, como si de 11 Leonards (Memento) se trataran, capaces de recordar cómo realizar acciones cotidianas, pero incapaces de almacenar recuerdos de fiascos anteriores y ser conscientes de lo que se jugaban.

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La búsqueda

La toma de decisiones se ha pospuesto por miedo a la equivocación y se ha visto atenazada por la búsqueda de perfiles que no existen en el mercado. Defensas cuya prioridad no es defender y atacantes más valorados por su capacidad de combinar que de anotar. El Barça Total, ligado a una generación única, se había construido desde el centrocampismo, con un portero centrocampista (buen juego con los pies); defensas centrocampistas (buena salida de balón) y delanteros centrocampistas (buena combinación con el 10). Sin remplazos claros en La Masia, con jugadores reconvertidos y exprimidos como Mascherano o Alexis y con sus máximos exponentes vagando por los terrenos de juego, el Barça no encuentra relevo en el Planeta Fútbol, en el que sigue buscando futbolistas que sólo se diseñan y se moldean en el Camp Nou. La búsqueda, pues, puede ser eterna.

Si la mala noticia es que estamos en marzo y que el descalabro y la agonía pueden ser un vía crucis, la buena noticia es también que estamos en marzo y cualquier indicio de no querer asumir un cambio profundo y estructural sería insensato, imprudente e injustificable. La coartada del accidente que se esgrimió la temporada pasada en la derrota apabullante contra el Bayern ya no es válida a día de hoy.

Que la Dirección Deportiva siga hablando de pequeños retoques es demencial. Que el capitán culpe al césped del mal juego es ridículo. Que los futbolistas no den el corazón y el alma por el Barça es imperdonable.

Este Barça glorioso, tal y como lo conocíamos, ya no volverá. Y ahora hay que reinventarlo.

*Frase de Rust Cohle (Matthew McConaughey) en la serie de televisión True Detective

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12 marzo, 2014 at 8:51 AM

Tatismo

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El tiempo, el desgaste y las circunstancias han marchitado lentamente lo que antaño fue una sinfonía ideada en un rectángulo de juego. La carencia de soluciones, de creatividad y, especialmente, la inacción a la hora de dar relevo a figuras claves de los últimos años, ha llevado, en este principio de temporada, a poner en duda el estilo Barça, algo que debería ser innegociable –no por inflexible o inamovible- sino porque atenta contra lo más sagrado de una persona o institución: su identidad.

Más allá de nuestro pequeño país, los amantes del fútbol no conocen al Barça por el número de Copas de Europa que lustran las vitrinas del Museu, sino por practicar el juego más bello de la historia de este deporte. Un juego al que, además, añadió ese caprichoso componente que es la victoria. A los que anhelan el triunfo por encima de todas las cosas hay que recordarles que cuando se aplicó este estilo a la perfección se ganó todo. Todo. El Barça de Guardiola, vale la pena decirlo, no fue la Holanda del 74.

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Tata Martino, con su célebre polo pistacho

Pero la estrepitosa caída ante el Bayern, la enfermedad de Vilanova y los síntomas de desfallecimiento del que fue el mejor equipo de fútbol de la historia propiciaron la llegada de Gerardo Martino al banquillo blaugrana, un alivio para los detractores de la doctrina Guardiola e incluso para los propios futbolistas. Los primeros aprovecharon las derrotas para aducir que Pep era un integrista que moría por una única idea, carente de plan alternativo y soluciones de emergencia cuando los partidos se torcían. En cuanto a los jugadores, ¡ay, los jugadores!, estaban tan exasperados por la enorme exigencia del técnico de Santpedor, que vieron con buenos ojos a un entrenador más maleable y dispuesto a ceder a sus antojos. No cabe duda de que hacer las cosas perfectas requiere un esfuerzo y un desgaste que el ser humano no está dispuesto a alargar más de lo estrictamente necesario. Y, al fin y al cabo, ¡ya se había ganado todo!

Sin rumbo

Valdés, Cesc, Piqué o Alves han aplaudido las alternativas que predica Martino, elementos como el desplazamiento en largo, el contraataque, las transiciones rápidas o, por qué no, los disparos desde fuera del área. Y es que el toque, toque, toque empezaba a agotar a algunos… Pero el Tata aún no sabe dónde quiere ir o cómo expresa Daniel Cana: “Martino quiere toque y en largo. Presión alta y control. Laterales que suban y coberturas. Entrenar y descansar. Y así…” Abrumado por la prensa y el entorno, cierra filas y se apoya en sus jugadores –algunos en claro declive- y en decisiones fáciles como no fichar para no romper equilibrios, introducir las lógicas rotaciones y predicar a voz en cuello que el estilo del Barça, el de los últimos años, no se toca. “Mi incidencia en el equipo sigue siendo mínima”, reconoció después del Clásico un entrenador que deberá empezar a tomar partido por un rumbo en concreto y a tomar decisiones, probablemente duras, más pronto que tarde.

Martino cuenta, eso sí, con un carácter afable, respuestas francas y el margen de una prensa que todavía no ha ido a por él porque no ha perdido. Temporada de transición para el Tata, que tiene sobre la mesa los frentes más complejos que ha afrontado el club en los últimos años. Esto es, sustituir al mejor portero de la historia del Barça, no aplazar más la cuestión de los centrales, encontrar un relevo a Xavi –auténtico arquitecto de este estilo- y mantener motivado a Messi, apodado ‘El Extraterrestre’, y no sólo por su extraordinario fútbol.

Las victorias, que van y vienen, son mucho más solubles que un estilo reconocido y admirado.  Pasan las jornadas y el soliloquio del Barça languidece por su monotonía, decrepitud y un cambio de rumbo indefinido.

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30 octubre, 2013 at 6:36 PM

La metamorfosis

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ImagenCuando Cristiano Ronaldo se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un letal futbolista. A su derecha, sobre la mesita de noche, una pequeña caja de metal  con una cerradura diminuta guardaba un ego enorme que luchaba por salir y hacía vibrar ligeramente el arca que la custodiaba. Ronaldo, sin embargo, se había tragado la llave.

La bestia blanca ha tardado unas cuantas primaveras en caer en la cuenta de que es mucho más temible concentrado en su fútbol que embelesado por su peinado, sus fuertes muslos o la pulga atómica que habita en el Camp Nou. El tiempo que le ha llevado madurar.

Cada vez más alejado de las chifladuras de Mourinho, de las guerrillas internas, de la incapacidad de los delanteros blancos, de la aquiescencia de Florentino y de las declaraciones esperpénticas, Ronaldo se ha aupado el Madrid a la espalda y, alienado del ruido, carga con él por Europa.

El 7 madridista ha abandonado los visos de atleta para transformarse en un futbolista que representa más para el Madrid que Messi para el Barça. A día de hoy Ronaldo es más importante que el propio estadio Santiago Bernabéu porque sin él, este Madrid descubre sus vergüenzas, el montaje vacío que ha construido Mourinho. Tras Ronaldo se oculta el precipicio. No es casual que, después del portugués, Varane sea el jugador más adulado por la grada y los medios. Hablamos, no lo olvidemos, de un jugador que todavía no se afeita por las mañanas.

A falta de conocer rival en semifinales, Ronaldo tiene entre ceja y ceja la décima y el transitar en la Liga le obliga a morir por esta Champions. Resignado, convertido en jugador de equipo, CR7 se ve obligado a actuar en contra de su naturaleza indómita. Pero no mira a los lados. Ni mucho menos atrás. Con la portería rival como santo y seña, su patología competitiva y sus ansias de superación, obligará al Barça de Tito a ser más equipo que nunca y a hacer, justamente, lo opuesto que el Madrid. A independizarse de Messi.  

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10 abril, 2013 at 12:23 PM

El mirlo blanco y el Joker

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 “¿Sabes lo que más miedo da? No saber cuál es tu misión en este mundo, no saber por qué estás aquí (…)”

El espejo de Mourinho ya no refleja un sentido práctico a su deambular como General Manager del Real Madrid. En su momento lo tuvo. Fue contratado como la kriptonita que debía ahogar la luz cegadora y angelical de Guardiola. Y, de algún modo, lo consiguió. Le arrebató una Liga y una Copa al mejor Barça de la historia, desquició al técnico catalán y aglutinó hordas de seguidores que elogiaban su estilo y forma de conseguir las cosas. Mourinho amaba el papel de alter ego de Guardiola.

Casillas y Mourinho

“Ahora que sabemos quien eres tú, sé quién soy yo (…). Todo tiene sentido. ¿En un cómic sabes como se nota quien va a ser el villano más malvado? Es justamente el opuesto al héroe (…)”

Mourinho no tenía un plan. Las empresas tienen planes. O los políticos. Él era el perro que corría detrás de los coches. Su misión no era construir sino contraprogramar al protagonista. El clásico papel que se otorga al villano. Se ejecuta a corto plazo y resulta más sencillo que cimentar algo. Pero todo buen relato clásico necesita al Némesis tanto como al héroe. Y Guardiola se borró de las viñetas. Sin coche al que perseguir, Mourinho no encontró las miguitas de pan del camino.

            Batman: ¿Por qué quieres matarme?
 Joker: ¿matarte? No quiero matarte… tú me complementas.

Sin Guardiola, Mou carece de sentido. ¿Una Copa y una Liga en tres años? Minucias. Su verdadera victoria pasaba por arrebatar al barcelonismo y al mundo del fútbol su mirlo blanco, su Harvey Dent. Ese era el premio gordo, demostrar que Guardiola era un impostor, un personaje con ínfulas de superhéroe que se podía corromper.

            Batman: ¿qué has hecho?
Joker: tomé al caballero blanco de la Ciudad de Gotham y lo puse a nuestro nivel. No fue difícil. La locura, como tú sabes, es como la gravedad. Basta con un pequeño empujón.

Mourinho no tuvo tiempo ni manera de conseguir esta meta. Con su marcha, Guardiola se convirtió en un símbolo y el portugués se abandonó a su locura. Sin un objetivo externo claro (“Pito” Vilanova no se presta a la opereta y su Barça está a años luz), decidió sumir el caos dentro del Madrid: desencuentros con Ramos, discusiones con Cristiano, enfrentamientos con Toril, desmentidos a Florentino Pérez…La suplencia de Casillas es un pulso más del portugués, un atentado contra el orden establecido de alguien que se ha llenado los bolsillos de nitroglicerina.

Da la sensación de que va a salir en globo del Bernabéu. Y, huérfano de héroe, no sería de extrañar que la próxima temporada José Mourinho hiciera las maletas rumbo a Dormund o Leverkusen para seguir dando sentido a la épica de su atormentada existencia.

NdA: los dos primeros encomillados pertenecen a la película El Protegido, de M. Night Shyamalan. Los siguientes, a Batman: el caballero Oscuro, de Christopher Nolan.

Written by @robertlozano_

17 enero, 2013 at 11:36 PM

Barçaficción

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 “Ocurrió tras un Barça-Getafe en el que nos dimos una paliza de correr. Al acabar el encuentro, un compañero, bastante joven además, se tumbó en la camilla y empezó a gritar lo mucho que odiaba el fútbol. No pudimos ni consolarle. Se puso el chándal sin ducharse, y se largó del estadio sollozando: ‘No puedo más’”. David Belenguer, ex jugador del Palamós, Betis y Getafe, entre otros equipos, revelaba este chocante episodio a la revista Panenka.

Para ciertos equipos y jugadores rivales el Barça se ha convertido en una película de terror que confunde, angustia y desespera. Para los amantes del fútbol y para sus seguidores, en cambio, es la mejor película de ciencia ficción que se ha rodado nunca, un fenómeno inexplicable que sus aficionados han adoptado como una dulce y pegadiza melodía. Esta extraordinaria normalidad es atacada desde algunas esferas con argumentos como “siempre juegan igual”, “son aburridos” o, simplemente, “siempre ganan”.

Al igual que se aborrece al empollón, el Barça desprende un aroma de genialidad insoportable para algunos sectores. Incluso a Messi se le reprocha su virtuosismo y su insultante lejanía respecto a la falibilidad del futbolista humano, como si de un Doctor Manhattan se tratara. El escritor argentino Martín Caparrós sostiene que “Leo lo hace todo penosamente fácil. Debería sobreactuar la dificultad que él no le encuentra a lo que hace” Recientemente Ronald Koeman ha pedido el Balón de Oro para Cristiano Ronaldo. ¿El motivo? “Porque Messi ya ha ganado 3”. Es como si a Michael Jordan le hubieran dejado de dar MVP’s porque era demasiado bueno y no dejaba ganar a los demás…

Entrevistado en la revista So Foot, al rossonero Kevin-Prince Boateng le preguntaron si el juego del Barça era siempre lo mismo, si jugaban a balonmano, a lo que respondió: “Sí, casi siempre es lo mismo, ganan cada partido cuatro o cinco a cero (…) ¿Cómo pueden hacer tantos pases tan perfectos? Lo hacen mil veces en un partido y las mil veces la bola llega perfecta al pie del jugador. No es fácil ser Xavi o Iniesta cada partido”.

Pero una parte del público detesta esta supuesta perfección, este halo angelical de los sempiternos ganadores, y se siente atraído por figuras disonantes, oscuras y controvertidas. Enfants Terribles como el mismo Kevin-Prince, Ibra, Balotelli o el antagonista Mourinho acumulan hordas de seguidores, más identificados con los villanos de las películas y con la errata que con el héroe irreducible, el mirlo blanco. El espectador ansía encontrar grietas en este Barça y anhela que se corrompa como Harvey Dent. Sólo así se podrá narrar la gran epopeya del desmoronamiento de la Dinastía Blaugrana.

Prácticamente clasificados para octavos de finales de la Champions y a ocho puntos del Madrid (a 11, si vencen el próximo domingo), el panorama es tan idílico como carente de emoción. El barcelonismo, una representación de la vida misma, necesita el conflicto como el aire que respira y no puede sobrevivir hasta febrero actualizando lesionados.

Si, para colmo, Cesc y Alexis tienen la osadía de desafiar con sus goles a los barcelonistas que se divierten arrojando a sus propios jugadores a la hoguera , si resulta que Villa y Messi son amiguísimos y que nadie se queja por ser suplente, si Rosell apenas abre la boca y Tito es tan bueno como Guardiola, ¿Qué narices queda?

Disfrutar.

PUBLICADO EN:

PLANETA DEPORTE

http://futbol.planetadeporte.net/i:primera-division:baraficcion:opinion:43892:i

PERIODISTAS Y ANÓNIMOS

http://www.periodistasanonimos.com/2012/10/barcaficcion-por-robert-lozano-verges.html?showComment=1349339467138

Partida de sepelio por el 9

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La figura del delantero centro está en decadencia. Los dos mejores equipos de fútbol del mundo (El Barça y La Roja), han puesto en entredicho esta figura, vanagloriada y laureada por el Planeta Fútbol desde que empezó a rodar el balón en la campiña inglesa tiempo ha. Ambos conjuntos han demostrado que se puede ganar absolutamente todo sin contar con esa pieza sacrosanta que contribuía con el principio y el fin de todas las cosas: el gol.

Cruyff, Guardiola, Del Bosque, Messi, Cristiano Ronaldo o Cesc son algunas figuras fundamentales de esta partida de sepelio por el nueve.

“…Cuando mira un partido en la pantalla para analizar al equipo rival, lo ve todo… menos el 9. Es como si, para él, no existiera. Como si en el proceso de juego, el 9 no estuviera o no entrase. Porque, para él, el portero interviene mucho más, por la salida del balón, por las posesiones altas, por donde saldrá el equipo, por donde debe de haber pausa…»

El que mira el partido en la pantalla es Guardiola, ejecutor de delanteros exquisitos como Samuel Eto’o o Zlatan Ibrahimovic, conversor de David Villa y devoto de Lionel Messi. El ex entrenador del Barça sacrificó al 9 porque entorpecía los movimientos del 10 y afeaba el juego del resto del conjunto. En una formación en la que el gol parecía una penitencia necesaria, el delantero centro era el tipo que golpeaba el balón con saña después de que Iniesta, Xavi o Busquets lo hubieran acariciado, mimado y adulado. Un bárbaro.

Para Guardiola el razonamiento era un juego de niños: si tus mejores jugadores son centrocampistas y además son los mejores del mundo, ponlos a todos. Si además cuentas con un Extraterrestre que anota 70 goles por temporada, ¿para qué narices necesitas a un Exterminador en un equipo de ángeles?

Los paralelismos de La Roja

La Roja, guste o no, es un apéndice del Barça, ni que sea por número de efectivos y por manual de estilo. Y en esta Eurocopa, más que nunca. El equipo de Del Bosque ha expresado las mismas virtudes y las mismas carencias que el Barça de la pasada temporada: control total y juego excelso pero, en ocasiones, sincopado y excesivamente retórico. Al margen de los seguidores del Barça, con ojos adiestrados en este juego, la mayoría de opinadores han atacado el estilo del equipo de Vicente del Bosque por aburrido y carente de pegada. A muchos les escocían los ojos cuando miraban el banquillo y veían a Llorente (0 minutos en la Eurocopa); Negredo (papel testimonial); y Fernando Torres (bota de oro del torneo con tres tantos).

Cesc, que ha “ursurpado” esta posición en el campo, ha tenido un papel capital en el combinado español y todo hace prever que será una de las piezas claves del Barça de Tito Vilanova, auténtico valedor de su fichaje.

Ronaldo y Messi también han contribuido a azuzar este debate. El número 1 y el número 2 del mundo no son un 7, ni un 9, ni un 10, sino lo que les da la gana, y terminan las temporadas con más de 30 goles de diferencia respecto a 9 clásicos, a estiletes de pura raza como Gómez, Huntelaar, Giroud, Ronney, Balotelli o Mandzukic.

No sabemos si se trata de un episodio pasajero en la historia del fútbol, a la espera del nacimiento de una nueva hornada de Ronaldos, Romarios o Hugos Sánchez, un hecho puntual de dos equipos muy particulares o una evolución del juego. Pero lo que está claro es que dos de los equipos más excelsos de la historia de este deporte lo han ganado todo “asesinado” al profeta, al Dios del gol.

Que el 9 descanse en paz.

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Un cuento de tristeza

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«Algunos creen que el fútbol es solo una cuestión de vida o muerte, pero es algo mucho más importante que eso».

Bill Shankly, leyenda delLiverpool, dixit. Arquetípico retrato robot del genio excesivo y procaz, las palabras del manager de los Reds rechinaban tanto como fascinaban. Old school. 

 El fútbol: una estupidez enfermiza para muchos, un cordón vital para otros. Cuestión de empatías. El gol de Iniesta en Stamford Bridge provocó, nueve meses después, un incremento de la natalidad, y el descenso de algunos equipos de fútbol ha sido el detonante de suicidios y batallas campales. El fútbol ha motivado manifestaciones y guerras y ha inyectado felicidad transitoria a países enteros.

Este deporte tiene el poder de transformar a personas serias en auténticos energúmenos y hacer llorar como plañideras desconsoladas a hombretones hechos y derechos. Pero también une a las personas y estrecha los vínculos familiares. El fútbol, entendido como un sentimiento capaz de despertar la más alta y la más baja de las pasiones, es uno de los elementos más poderosos de la sociedad contemporánea.

Añadan la crisis a este cóctel. El momento actual. La desesperación, la tristeza, el pesimismo, el disgusto. Y el sábado en el Camp Nou. Un tipo con una vida común, con problemas comunes de los días de hoy. Sentado en la gradería, con la mirada perdida y las gafas empañadas. El cielo se está cebando con él. La lluvia lo moja como a un pato y los mechones rizados emplastados le caen sobre la frente. Y su equipo pierde. Su Barça, esa ensoñación que lo separa 90 minutos de la vida real, muere en la orilla ante el rival que provoca más daño. Una punzada dolorosa en el espinazo. Una dosis más a un bote colmado de tristeza. Rebosa. Shit happens.

 Sólo entonces recuerda las palabras de Atticus Finch:

 “Uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida de antemano, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final, pase lo que pase. Uno vence raras veces, pero alguna vez vence”. 

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23 abril, 2012 at 11:44 AM

La génesis del nuevo aficionado del Barça

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Venían de dos años de depresión. De que el Jogo Bonito se diluyera en la autocomplacencia y en la noche. Deberían haber marcado una época pero sólo fueron un compás orgásmico, un sueño roto en un ocaso prematuro. El por qué todavía representa hoy un sombrío misterio, una inexplicable concatenación de infortunios.  Nunca una estrella dilapidó con tal precipitación el fulgor y se desintegró con semejante dramatismo: Ronaldinho. Su “muerte” significó el nacimiento de una pulga que se transformó en un titán, en un extraterrestre. El chico de los recados que llegó a ser Emperador. Las brasas de ese Barça de Rijkaard ayudaron a construir un sueño mucho más intenso, una idea que se escapaba con tan sólo pensar en ella. 

6 de mayo de 2009. Temor, dudas históricas, complejos. Stamford Bridge era la última frontera. El Barça, en una temporada extraordinaria, estaba a una gota de sudor de quedar apeado de la final de Roma. Como casi siempre. Era un dolor conocido que no podía enturbiar una primera temporada de un entrenador novel y de unos jugadores en revalida. Ni Xavi, ni Iniesta, ni Messi. Su dimensión no era, ni por asomo, la que tienen hoy en día. Pero el fútbol es caprichoso y los hados decidieron que un grandísimo equipo debía cruzar el Rubicón para convertirse en una leyenda. En el minuto 93 cambiaron los designios de un club y de unos aficionados que perdieron la voz y estallaron en lágrimas. Esa noche millones de barcelonistas chutaron con la enjuta pierna de Andrés Iniesta y, todavía hoy, se estremecen rememorando ese gol. Ese gol fue la génesis del Barça de Guardiola. Pero, sobre todo, propició un cambio en la mentalidad y el sentir autodestructivo del aficionado culé. Y ese será, precisamente, el legado más preciado que dejará Josep Guardiola.

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18 abril, 2012 at 9:14 AM

Más famoso que el fútbol

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Por encima de las estrellas, Messi observa el Planeta Fútbol cada vez más sintonizado en el papel de líder y de referente que le corresponde. La Pulga ha vivido durante mucho tiempo de su inigualable calidad y de su devastador registro de goles y jugadas imposibles. En sus inicios recordamos esa medio sonrisa tímida y bobalicona, cuando todavía era el chico de los recados de Ronaldinho. Desde la grada hemos observado con los ojos entornados sus periodos de autismo y de hermetismo crónico porque al Extraterrestre le gusta vivir en esa burbuja que representa el rectángulo de juego. Todo lo que traspasa la cal parece importarle un comino. Y, justamente ahí, en esa desgana absoluta por todo lo que no sea un balón de fútbol, radica su éxito. Así, ni más ni menos, es como el jugador de Rosario se ha convertido en el mejor futbolista de todos los tiempos. 

Durante la etapa Guardiola, sin embargo, su evolución como futbolista, en el significado más hondo y más extenso de la palabra, ha sido prodigiosa. Podríamos elaborar aquí una compleja teoría sobre las circunstancias y la estética. De por qué un deportista se cambia de peinado o se tatúa la cara de su madre. Las cosas no pasan porque sí y, usualmente, los cambios estéticos suelen ir ligados a diferentes estados de ánimo. La cuestión, a bote pronto, es que Messi luce barba, cabello corto y ceño fruncido de serie desde hace unos pocos meses. El argentino ya no se corta y replica a los árbitros, dialoga con ellos y se enfurece cuando lo cosen a patadas. Si los jóvenes aprendices del idioma no comulgan con su órbita (esto es que no le pasan el balón cuando él lo considera oportuno) no duda en regañarles y censurarles por salirse del guión. Véanse episodios con aspavientos a Thiago, Cuenca o Tello.

Messi se ha hecho mayor y, lo que es más significativo, ha tomado conciencia de su figura, de lo alargada que es su sombra y de la influencia que ejerce en este Barcelona. Cuando Guardiola decida marcharse, el peso del Club recaerá inexorablemente sobre las espaldas del astro argentino y, a falta de una figura presidencial enérgica, esto se percibe con amarga angustia porque Messi sólo habla en el terreno de juego.

Ali y Messi. Messi y Ali

Hace unos años, los estadounidenses votaron a Muhammad Ali como el mejor deportista de todos los tiempos. Aquí abriríamos un debate extraordinario pero lo cierto es que Ali es una de las figuras relacionadas con el mundo del deporte más relevantes de la historia. No sólo eso. “The greatest” fue uno de los personajes más ilustres de la segunda mitad del siglo XX, codeándose con los Beatles, Malcom X o John F. Kennedy. Y además de eso era boxeador. El mejor. Pero su figura empequeñeció al deporte y trascendió de él. Su conversión al Islam, la lucha por la igualdad de los derechos civiles de los negros, su renuncia a Vietnam y su carácter estrafalario, fanfarrón y dramatizado le otorgaron una aureola tan sumamente especial que es imposible de igualar. Por más que uno sea el mejor de la historia en su deporte. La figura de Ali era tan o más trascendental fuera del cuadrilátero que dentro de él. Y, en ocasiones, su lengua viperina era más temida que sus fulminantes jab de izquierdas.

Cuando en los sesenta Muhammad Ali viajó a Egipto se entrevistó con el líder político Kwame Nkrumah, fue vitoreado por gentes de pueblos remotos y lo reconocieron en lugares donde nadie había oído hablar nunca de Joe Louis, y mucho menos de Rocky Marciano. “Aquello fue su primer contacto con lo que significaba Muhammad Ali, símbolo internacional, un púgil más importante que el propio campeonato del mundo, el hombre más famoso dela Tierra. Era el principio de la transfiguración de Ali”.

Su locuacidad y su impertinencia nunca fueron bien acogidas por sus coetáneos. Y mucho menos por la élite blanca, ni por los plumillas deportivos de la época, ni por los políticos. Cassius Clay era una figura incómoda porque decía cosas, un fenómeno incomprensible, por revolucionario y provocador.

A Messi no se le recuerda una frase fuera de los terrenos de juego. Ni falta que hace. Como mucho ese “y el año que viene vamos a seguir y lo vamos a a ganar todoooo”,  que mal pronunció durante la celebración del Triplete, producto de una embriaguez etílica jocosa.

Durante años, la estrella del Barça se ha asemejado a un extraterrestre, a un replicante del Doctor Manhattan (The Watchmen), tremendamente alejado de la sociedad de a pie. Puede que Messi acabe siendo más famoso que el propio fútbol e incluso puede que sea considerado como el mejor deportista de todos los tiempos si nos ceñimos estrictamente a esta expresión. Deporte. En todo caso, Messi podrá ser Michael Jordan, pero nunca será Muhammad Ali. Y que a nadie le extrañe que, de aquí a muchos años, cuando decida acabar su gloriosa carrera, La Pulga nos deje con un lacónico: “me voy de esta galaxia… a una menos complicada.”

Una historia de violencia

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Cuando esa piedra impactó en la sien de Khaled Lemmouchia el fútbol dejó de ser un juego “donde se corre detrás de una pelotita” para convertirse en una excusa, en un canalizador de un sentir más profundo, mucho más trascendente. Las lunas del autobús que conducía a la selección de Argelia estallaron en mil pedazos y decenas de proyectiles silbaron sobre las cabezas de los futbolistas. La nariz del delantero Karim Matmourapenas olió el dolor de un impacto que esquivó por escasos centímetros. No tuvo tanta suerte el jugador del Fulham Rafik Halliche. La sangre cubría su rostro, del que colgaba una tira de carne y pelo donde antes había habido una ceja. La escena dantesca de los futbolistas argelinos agazapados bajo los asientos y desparramados en el pasillo del autocar rezumaba a pánico, a gritos, a sangre y a cristales hechos añicos. Pero, sobre todo, desprendía un hedor rancio a odio visceral arraigado en el tiempo y que iba mucho más allá de un partido de fútbol. Así fue la infame comitiva de bienvenida a El Cairo. Dos días después, Argelia y Egipto debían disputar un partido que decidiría el sexto representante del continente en el Mundial de Sudáfrica pero, sobre todo, señalaría al embajador del mundo árabe en el evento deportivo más visto de la historia.

La FIFA no dijo esta boca es mía y dos días después, el 14 de noviembre de 2009, se disputó el partido, tal y como estaba previsto. Un par de jugadores argelinos “lucieron” vendajes en recuerdo de un intento de lapidación que se saldó con tres heridos y diversos jugadores con cortes y magulladuras de distinta consideración. El encuentro, jugado en un clima tenso y enrarecido, llegó al minuto 90 con la victoria por la mínima de los “faraones”. Pero ese resultado no servía, necesitaban un tanto más y, cuando pasaban 6 minutos del tiempo reglamentario, llegó el remate de cabeza de Emad Moteab. Un gol que enloqueció a un país y enervó a otro. El definitivo 2 a 0 provocaba un empate a todo en la primera plaza del grupo C que obligaba a disputar un partido de desempate y desataba un conflicto de magnitudes impredecibles. Eran las ascuas de otra guerra del fútbol.

Escalada de tensiones

Dejarnos jugar el partido fue imprudente, hemos estado en peligro”, declaró el futbolista argelino Khaled Lemmouchia. “Salimos al campo lívidos. Si lo mismo les hubiese pasado a los egipcios, no habrían jugado y habrían ganado el partido en los despachos. Si la FIFA quiere que Egipto vaya al Mundial que lo diga claramente”, añadía con amargura el actual jugador del USM Alger.

Las consecuencias del partido de El Cairo no se hicieron esperar. El ministro de Sanidad de Egipto declaró tras el partido que 12 egipcios y 20 argelinos habían resultado heridos en los aledaños del estadio. Inmediatamente, en las capitales de los dos países, aficionados de ambas selecciones se enzarzaron en batallas campales que acabaron con más heridos, banderas quemadas y vehículos incendiados. La noche no consiguió apaciguar los ánimos. A la mañana siguiente, en Argelia se había desatado una ola de violencia contra todo lo que oliera a egipcio. Diversas empresas y comercios asentados en Argel fueron saqueados y 35 empleados de nacionalidad egipcia de la empresa de telecomunicaciones Orascom tuvieron que abandonar Argelia junto a sus familias. Sus casas habían sido arrasadas. Durante los enfrentamientos, 14 policías resultaron heridos y, para evitar males mayores, se cerraron todas las calles que conducían a la Embajada de Egipto en Argel. En los periódicos y en las televisiones argelinas las imágenes de los futbolistas vendados tras el ataque egipcio se reproducían como un bucle infinito, una y otra vez.

Por aquel entonces Oriol trabajaba para una empresa española en Orán, la segunda ciudad de Argelia: “La verdad es que esas imágenes continuaron apareciendo en los medios, aún, varios meses después”. El incidente de El Cairo actúo como una válvula de escape que encendió una chispa de emoción en el letargo argelino. “A pesar de su tamaño, Argelia parece un país invisible, un país en el que la palpitación social es casi nula, donde nunca pasa nada”, explica Oriol. “Pero cada 20 o 30 años todo salta por los aires en forma de guerra de liberación, a razón de 100.000 o 200.000 muertos cada vez”, añade.

El fútbol y la política discurren en un fino alambre y la tensión social se trasladó rápidamente de los terrenos de juego a los despachos. Dirigentes de ambos países se telefonearon para evitar que los incidentes de un partido de fútbol pudieran afectar a las relaciones diplomáticas de los dos países. Pero algunos actos contradecían las buenas y bien intencionadas palabras. El presidente de la Federación de Fútbol de Argelia, Mohamed Raouraoua, acusó a su homólogo egipcio de ser el responsable de los incidentes en El Cairo. Por su parte, Egipto amenazó a la FIFA con retirarse del fútbol durante dos años si no sancionaba a Argelia.Egipto no tolera a aquellos que hieren la dignidad de sus hijos. No queremos que nos arrastren a reacciones impulsivas, pero estoy agitado yo también”, advirtió en un comunicado el entonces presidente, Hosni Mubarak. En un ambiente en el que saltaban chispas, ambos países hacían malabares con nitroglicerina. Y en el horizonte próximo, otro partido de fútbol. El desempate en Sudán.

Khartum… Insha’Allah”

A diferencia de Argel, Orán vivía instalada en una calma relativa. Nada que ver con la revuelta de hacía algo más de un año. En junio de 2008 el colonial y populoso barrio de St. Pierre salió a la calle armado con palos y piedras para protestar contra el descenso del segundo equipo de la ciudad, el ASM Orán (Association Sportive Musulmane d’Oran). Tras unos días convulsos, las protestas dieron resultado y el ASM mantuvo la categoría a cambio de una veintenade muertos, numerosas agresiones, atropellos y diversos suicidios. Dos años después descendería de nuevo irremisiblemente.

Pero en esa ocasión, quizá por su carácter más mestizo o, simplemente, por la ausencia de oportunidades (todo pasa en Argel), los altercados en Orán no fueron tan beligerantes. “La población se limitó a una de sus actividades más frecuentes: hacer cola, relata Oriol. Ya fuera para el subsidio de desempleo, para la paga de antiguo combatiente (moudjahidine) o para solicitar una vivienda social, esperar en una cola formaba parte de un hábito tan arraigado en la ciudad como el te con menta. Esta vez, la cola se producía ante las oficinas de Air Algérie, a causa de un nuevo rumor del “teléfono árabe” (lo que aquí llamaríamos boca-oreja): el Estado argelino facilitaría billetes y entradas gratuitas para el partido de desempate de Sudán.

Y el “teléfono árabe” cumplió su función. En Orán la gente se olvidó de todo lo demás. “Toda la ciudad suspiraba por esas entradas, se cruzaban miradas cómplices, ya fuera en un ascensor, en un taxi o en una mesa de restaurante: Khartum…Insha’Allah (si Dios quiere), decían mientras le dirigían una última mirada al Altísimo”, explica Oriol.

Las horas siguientes fueron confusas. “Por un lado el presidente Bouteflika cumplió parte de su promesa y aviones de pasajeros de Air Algérie fueron incautados por el “bien del pueblo”. Incluso algún compatriota español se vio privado de su billete Oran-Argel”. Finalmente, se estima que unos 4.000 aficionados se beneficiaron de esta medida excepcional. “Eso sí, el paquete a Sudán, lejos de ser gratuito, rondaba los 2.000€ en un país en el que un ingeniero acomodado cobra menos de 400€ al mes”, desvela Oriol.

Tambores de guerra

Omdurman, localidad vecina de Jartum, fue el escenario escogido para el desempate. El presidente de Sudán, Omar al-Bashir, celebró una recepción previa al encuentro para limar asperezas, pero los presidentes de la federación argelina y egipcia ni si quiera se saludaron. Las declaraciones pre partido tampoco presagiaban nada bueno. “Para ser sincero, sí, estoy preocupado”, confesaba Hazem el Hawary, de la Asociación de Fútbol de Egipto. Y los jugadores tampoco pusieron de su parte para rebajar el clima de tensión. “Todo el equipo está listo (…) para la guerra“, sentenciaba el defensa argelino Madjid Bougherra desafiando la contención impuesta por su federación. El estadio de Al-Merreikh, con capacidad para 41.000 espectadores, podía ser el escenario de un partido de fútbol. O de una guerra.

Los aficionados de Argelia fueron acomodados en un lado del estadio y los de Egipto en el opuesto. 15.000 policías sudaneses se encargaron de velar por la seguridad de ambas hinchadas. Pero el partido no pudo empezar peor. Cuando aún no se había cumplido un minuto de juego el jugador argelino Nadir Belhadj realizó una entrada espeluznante que se saldó con una tarjeta amarilla. Apenas dos minutos más tarde, el argelino Mourad Meghni y el egipcio Ahmed Assan casi llegan a las manos. El partido corría serio peligro, parecía que en cualquier momento podía producirse una avalancha incontenible pero, afortunadamente, a partir de ese instante los jugadores se centraron en el fútbol y, antes del descanso, el defensa Antar Yahya empalmaba un centro de Ziani para avanzar a los argelinos. En la segunda mitad, Aboutrika y Zaki actuaron como arietes en el asedio egipcio, pero la portería argelina aguantó el cero hasta el pitido final. Los ‘faraones’, ganadores de las dos últimas Copas de África, se quedaban sin Mundial. Esta vez, la cara de la moneda era para los argelinos, que volvían a jugar la Copa del Mundo 24 años después.

El gozo vivido unos días antes en El Cairo se trasladó 2.700 kilómetros al oeste. En Argel y en Orán, la alegría se desbordó por las calles. “Es curioso porque el Mundial no se vivió ni con la mitad de intensidad. Los argelinos se alegraron mucho más del camino que del destino”, comenta Oriol. En la cita mundialista Argelia quedó eliminada en la fase de grupos y se marchó a casa sin anotar un solo gol.

Pero la felicidad iba intrínsecamente ligada al odio y al sentimiento de revancha. Aficionados argelinos hirieron en Jartum a 21 egipcios, lo que provocó una reacción en cadena. Al otro lado del Mediterráneo, en París, Marsella y otras ciudades francesas con una numerosa comunidad argelina, se produjeron disturbios y arrestos. Egipto retiró temporalmente a su embajador de Argel y en El Cairo 150 manifestantes intentaron asaltar la Embajada de Argelia, pidieron la expulsión de su embajador, Abdelkader Hadjar, y hasta el cierre de la Institución. La Federación Egipcia de Fútbol (EFA) se retiró de la Unión Norte Africana de Fútbol (UNAF), formada por Túnez, Libia, Marruecos, Argelia y el propio Egipto y envió una carta a sus miembros explicándoles su versión de lo acontecido en Jartum.

Durante esas horas de máxima tensión hubo quien no dejó de mirar el cielo en ningún momento, aterrorizado, esperando en cualquier instante el estrépito de un bombardero y el restallido de una explosión. Pero justo cuando se temía que todo se rompiera, que esa ira explotara en mil pedazos y manchara a todo el mundo, los ánimos se apaciguaron y lo que podía haber sido una tragedia, afortunadamente, quedó en un amago, en una escaramuza.

La revancha de la Copa África

El destino, siempre tan caprichoso, quiso que Argelia y Egipto se enfrentaran de nuevo apenas dos meses después. En esta ocasión estaba en juego una plaza para la final de la Copa África. Con las calles todavía humeantes y las heridas sin restañar, los seleccionadores de ambos países intentaron detener la hemorragia.“Es sólo fútbol”, simplificaba el técnico de Argelia, Rabah Saadane. Su homólogo de Egipto se manifestaba en la misma línea: “Ha de ser sólo deporte y nada más“. Pero, de nuevo, sus esfuerzos cabales fueron pisoteados por los protagonistas del encuentro. “Este partido es una cuestión de vida o muerte. Será como una guerra”. El delantero egipcio y actual jugador del Borussia Dortmund, Mohamed Zidan, ponía de manifiesto que la eliminación del Mundial y los consecuentes episodios de violencia todavía seguían muy presentes en sus mentes: “para nosotros es una oportunidad de mostrar al mundo que merecíamos ir al Mundial y, si los vencemos, seremos capaces de ver el campeonato con orgullo. Somos mejor equipo”, sentenciaba.

Oriol explica estupefacto la repercusión de ese encuentro en Argelia. “Apenas le prestaron atención. En las calles había una extraña mezcla de desidia y baja autoestima que contrastaba con la adrenalina que segregó aquel histórico partido de desempate en Jartum”. En estas circunstancias, los presagios de Zidan se hicieron realidad y el 28 de enero de 2010 los “faraones” barrieron a Argelia por 4 a 0 y se adjudicaron su séptima Copa África tras vencer a Ghana en la final. Se cerraba así un episodio más de una de las rivalidades más extremas del planeta fútbol.

PUBLICADO EN JOT DOWN CULTURAL MAGAZINE

Written by @robertlozano_

1 marzo, 2012 at 10:16 AM

Publicado en Deporte, Fútbol, Política

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¡No es fútbol, es geopolítica!

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Tengo el placer de anunciar que hoy he debutado en Jot Down Cultural Magazine con un reportaje a caballo entre el fútbol y la política.  O quizá debería decir con el fútbol como excusa para ocultar una realidad social mucho más amplia, mucho más importante, seria y perversa. Los protagonistas de esta historia son, a priori, las selecciones de Argelia y Egipto y el argumento parece sencillo:  las dos selecciones se juegan a un partido su pase al Mundial de Sudáfrica. Argelia se impone y, a partir de aquí, se desencadena una escalada de violencia y de muertos que está a punto de terminar en una guerra entre los dos países. Pero, ¿qué había detrás de todo aquello? ¿era sólo el fútbol? ¿fueron los mimbres de la revolución de la Plaza Tahrir?

Podeís leer el artículo en el siguiente enlace. Espero que guste.

http://www.jotdown.es/2012/02/no-es-futbol-es-geopolitica/

Written by @robertlozano_

21 febrero, 2012 at 1:23 PM

Sin porterías, gracias

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El Barça, en un arrebato de melancolía, recuperó su versión más globetrotteriana para recordarnos que el gol es una vulgaridad que interrumpe sus jugadas de arte y ensayo. Golpear el balón a la red parece casi una indecencia, un trago por el que hay que pasar para ganar los partidos. Y Diego Alves, un portero de highlights, estuvo encantado de participar en el espectáculo.

Esta filosofía de juego responde al “Misterioso caso de la desaparición del 9 del Barça” y también al por qué de los 10 puntos de diferencia con el Real Madrid. Guardiola, superstar en la rueda de prensa, se lamentaba de una diferencia que, según él, no corresponde con el nivel de juego que ha mostrado el equipo durante toda la temporada. ¿Demasiado castigo? Quizá, pero el Barça compite en un deporte llamado fútbol y no boxeo.

Durante estos años el equipo de Guardiola ha dejado tocado de muerte el fútbol tal y como lo conocíamos. Sin los blaugrana en el césped parecía un deporte insulso y ramplón cuando en realidad eran ellos los ‘culpables’, los que jugaban a otra cosa. Entre los múltiples factores de esta revolución, Xavi se postula como uno de los máximos responsables. “Sin Xavi todo esto será diferente, no sólo dentro del campo. Es único e irrepetible”, confesaba Guardiola en rueda de prensa. Es lo que podemos llegar a conocer como “El drama Xavi Hernàndez”.

El otro gran garante de este juego, de este estilo que quedará para la posteridad, es un extraterrestre que decidió dedicarse al fútbol. Aburrido de la versión terrenal que ha adoptado las últimas semanas (con goles y asistencias incluidas), Messi decidió volver ayer a su modo más pantagruélico y despótico para dejar un mensaje claro mientras levitaba y registraba un nuevo póquer de goles (27 en liga): a 10, a 20 o 30 puntos del Madrid, este equipo enamora. Que se queden las porterías.

[Barça 5 – Valencia 1]

Written by @robertlozano_

20 febrero, 2012 at 11:25 AM

Publicado en Barça, Deporte, Fútbol

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Héctor García: «quan arribes al Japó et sents com un nen que no pot llegir ni l’alfabet»

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L’Skype em permet entrevistar l’Héctor Garcia. A través de la pantalla de l’ordinador la seva veu m’arriba càlida i propera, però no deixo de pensar que ens separen una mica més de 10.000 kilòmetres. Quan tenia cinc anys, l’Héctor volia programar videojocs i amb 22 va aterrar al pati de casa del Mario Bros i el Sonic. Des de fa 8 anys viu a Tokio, on ajuda a les empreses de Silicon Valley a entrar al Japó. Però aquest enginyer informàtic s’ha fet conegut, curiosament, pel seu blog (kirainet.com), un dels més llegits del món, que descobreix els entrellats d’una cultura tan complexa com la japonesa. Autor dels llibres “Un geek al Japó” i “Momentos”, em reconeix que, després de tant de temps, s’ha japonitzat: “Quan torno a Espanya i un cotxe em deixa passar li faig una reverència”.

Podeu llegir l’entrevista sencera a: http://www.365d365e.com/entrevistes/?m=20120214

Written by @robertlozano_

15 febrero, 2012 at 1:04 PM

Publicado en Entrevistas

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Sulawesi: la muerte tenía un precio

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SEGUNDA PARTE

Para vivir una aventura hay que meterse en líos y no es difícil perderse en los serpenteantes caminos de la región de Tana Toraja. Pero, ¿quién no se ha perdido alguna vez a propósito?

Cuando el sol incinera, los caminos se enroscan, los gemelos arden y el sudor se cuela por los lagrimales y te dificulta la visión, acabas perdiendo la noción de la realidad y avanzas como un autómata, ojos clavados en tierra, y pupilas fijadas en la contracción de tus cuadriceps. Traicionero, tu cerebro te cuestiona qué diablos haces, por qué te torturas y por qué no escogiste la opción de arena blanca y agua esmeralda. Y subrepticiamente te desliza una postal con playas idílicas en la que apareces retozando mientras sorbes un mojito helado. Y entonces no sabes qué responderle. 

Pero continúas avanzando. Desde los márgenes del camino, las miradas se asemejan a punzones afilados. En la sombra, niños de rostros tiznados, descalzos y a medio vestir te observan con una mezcla de pasmo, curiosidad y fascinación. En algunas de estas aldeas no suelen prodigarse los occidentales y dos blanquitos avanzando cuesta arriba a pleno sol constituyen una repentina atracción que bien merece una sonrisa sarcástica, casi lastimosa. Y te piden caramelos.

Aparece un ángel. O, al menos, eso creo. Una chica rubia de pelo lacio, ojos celestes y pasos gráciles se detiene ante nosotros. Me enjuago el sudor de la comisura de los párpados. No es una ilusión. Ella me imita pero, en su caso, seca lágrimas. Dice que es checa. La creo. Que está llorando porque se ha llevado un susto importante. Que un hombre la ha seguido y se ha abalanzado sobre ella. Angustiado, le pregunto si está bien, asiente mecánicamente y, sin mediar palabra, se precipita cuesta abajo, a grandes pasos. Ha pasado un ángel.

Este encuentro fortuito convierte el recorrido en un desfile tétrico. La montaña que nos arropa está agujereada a lo largo del camino por cuevas en las que descansan los muertos. Frente a ellas, los tau tau, efigies de los difuntos talladas en madera, escoltan nuestros pasos. Según sus creencias, los tau tau velan por sus familiares. Según las mías, advierten de nuestra presencia.

En el funeral

Encontrar el pueblecito donde se celebra la ceremonia fúnebre forma parte de la aventura y no siempre es fácil. Incluso los guías locales suelen tener dudas. Durante los meses de verano hay un funeral prácticamente a diario en un pueblo u otro de la región pero las noticias corren a la velocidad de la lengua de sus habitantes. 

Lo más sencillo es seguir a la caravana de la muerte. Los asistentes al funeral forman largas colas de vehículos que llegan de todos los rincones del país, incluidos Borneo, Timor, Papua o Flores. De riguroso negro, cargan con cerdos y búfalos, que ofrecen a la familia del difunto para, en la mayoría de casos, sacrificarlos.

Tras deambular durante un tiempo indeterminado, tropezamos con retazos de negro y, siguiendo el rastro de la caravana de la muerte, detenemos un camión. Nos subimos en su parte trasera, donde tres chicos jóvenes duermen a pierna suelta, amparándose del sol con un toldo azul y raído. Conciliar el sueño en esas circunstancias debe ser una especie de don torajeño ya que, sin asideros, el trayecto se convierte en una carretera al infierno. Magullados y golpeados, aterrizamos en una aldea donde se prepara un funeral.

Conociendo al tomate

La presencia del viajero en estos casos es consentida, siempre y cuando se agasaje a la familia con algunos presentes elementales como tabaco o alcohol. La secuencia que sigue pertenece al género de lo bizarro. Una niña de apenas 5 años nos observa fijamente blandiendo un cuchillo de carnicero, gruppies torajeñas me piden que me fotografíe con ellas, la familia, curiosa y divertida, nos invita a conocer a alguien muy especial y nos lleva al lugar donde aguarda el “tomate”. El tomate, curiosa y literalmente, resulta ser el difunto. Embalsamado, tratado con veneración, espera su funeral en sociedad oculto en la casa familiar. 

Para los habitantes de Tana Toraja los ritos son fundamentales para que el difunto descanse en paz. Sin la debida sepultura, su alma podría ocasionar desgracias terribles a la familia. Lógicamente, para unos farang (occidentales) como nosotros, es un honor visitar al tomate.

El negocio de la muerte

La muerte es el principal modo de subsistencia de Tana Toraja. Su fuente de vida. Los habitantes de esta región de Sulawesi suelen celebrar dos ceremonias para enterrar a sus muertos, una justo cuando fallece, y otra cuando la familia está económicamente preparada. Ésta puede ser incluso un año después del fallecimiento, tiempo durante el cual el muerto reside en la casa familiar.

Llegamos a la par que la mayoría de los asistentes. Su número, al igual que la duración de la ceremonia (hasta tres días), depende de los recursos y del estatus de la familia. Durante el primer día se recibe a los invitados, que se instalan en unas estructuras construidas especialmente para la ceremonia y que serán derruidas a posteriori. Los más distinguidos son recibidos en casas tradicionales, los Tongkonan. La extraña forma de sus tejados responde a la forma de los cuernos de un búfalo o a la proa y la popa de un barco, según a quién preguntes. 

Nos ponemos a la cola. Poco a poco, cada invitado entrega un regalo, que se registra meticulosamente. Y se apunta porque si Enos me ha regalado un búfalo y dos cerdos, cuando un familiar de Enos muera, deberé regalarle exactamente lo mismo, por lo que, a partir de hoy, deberé ahorrar para estar preparado. En el caso de no poder corresponder en su debido momento con un presente del mismo valor, mi nombre y el de mi familia quedarían mancillados. Entregamos nuestro regalo y nos acompañan a una de las cabañas especialmente construidas para la ceremonia. Nos sirven galletas, te y una bebida alcohólica fermentada con arroz. El calor y la graduación del licor ralentizan las imágenes. Se oyen gritos en el silencio.

A trompicones sigo el reguero de la sangre, los gritos y la carne chamuscada. El sufrimiento dura escasos segundos. Un corte limpio y profundo acaba con la vida de los cerdos. Uno de los verdugos me ofrece el arma, pero declino. Otro me da un trozo de carne. Tengo hambre y acepto. El “tráfico” de animales, la incesante construcción y la demolición de las estructuras de las ceremonias, sus preparativos, etc. tienen, además de un sentido ceremonial, un motivo pragmático. Todo el movimiento que envuelve un funeral activa la economía de la región. Y la muerte es un negocio que no entiende de crisis.

El señor de las moscas

Sacrificarán a los búfalos durante el alba del segundo día. Símbolo de estatus familiar, el búfalo es el eje de la economía de la región. Su valor se calcula por el tamaño de las astas y su precio puede superar los 10.000€. Si es albino, una auténtica rareza, este valor se dispara hasta alcanzar cotas surrealistas. En el caso de que un matrimonio se divorcie, el marido deberá indemnizar a su ex mujer con un determinado número de búfalos, dependiendo de su clase social. 

Antaño animistas, cuando el Gobierno decidió que las seis religiones oficiales del país serían el Islam, el protestantismo, el catolicismo, el hinduismo, el budismo y el confucionismo, hicieron una reflexión sabia. ¿Cuál nos conviene más? Dado que el Islam no permite comer cerdo y el hinduismo no acepta la ingesta de búfalos, decidieron apostar por el catolicismo. Era la religión que les perjudicaba menos, la que les permitía mantener el negocio.

La sangre, el cerdo asado, el sacrificio del búfalo, el olor a ocre, la presión del valle, el desfile de la caravana de la muerte… Tana Toraja te deja exhausto y angustiado. Su cultura, basada en la muerte, es tan lúgubre como asombrosa. Las montañas las habitan los muertos y los árboles tienen pequeñas puertecitas que velan cadáveres de bebés fallecidos prematuramente. Hay que marcharse de este lugar antes de que te veas envuelto en un capítulo de Cuarto Milenio.

Más allá de las montañas, a tres días de camino, se encuentran las remotas islas Toggean, donde los cangrejos de los cocoteros tienen pinzas capaces de arrancarte una mano. Travesando el océano, cerca de Flores, allí donde se acaba el mundo, todavía habitan dragones mortíferos. Komodo y Rinca. Las fuerzas marcarán la elección de nuestro próximo destino.

Pero eso ya es otra historia.

 

SULAWESI: LA MUERTE TENÍA UN PRECIO. PRIMERA PARTE

Written by @robertlozano_

7 febrero, 2012 at 9:57 AM

Publicado en Viajes

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El Barça tiembla en la alfombra

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Un pez temblando en la alfombra y un pez que no tiembla en la alfombra.

El Barça ha abandonado el estado zen en el que sumía sus partidos para instalarse en la angustia. Guardiola alineó un once pensando estrictamente en la Copa, el título más factible que afronta ahora mismo el conjunto culé. Jugadores clave como Piqué, Alves, Xavi o Messi atraviesan un pasaje de colapso. Cuando todos juntos bajan un escalón al unísono, el equipo pierde altura, velocidad mental, combinación y clarividencia. 

Agarrado a una rama vieja, el equipo de Guardiola batalla para devolverse la paz interior, aquella que le permite rehuir la épica y la adrenalina, enemigas del guardiolismo, para arrebatar el orgullo de los rivales en medio de un vals, de ese dulce sueño hipnótico al que somete el Barça cuando el balón planea y arrebatárselo es una utopía.

El estilo del Barça es irrenunciable juegue quien juegue y  no existe un plan B, de acuerdo, pero el faro de este equipo tiene nombre y apellidos: Xavi Hernánez. Único, irrepetible e inclonable, el jugador de Terrassa es el responsable de que el juego del Barça fluya, de que la dirección siempre sea la adecuada y el ritmo, la velocidad y la pausa se retuerzan a su voluntad. El Barça sin Xavi es menos perfecto, chirría en algunos episodios y se escora en determinada banda o se obceca donde no hay hueco. Sin ser catastrofistas, es lo que en un futuro puede llegar a conocerse como el “Drama Xavi Hernández”.

¿Y el extraterrestre? Messi vuelve a jugar al nivel de un Balón de Oro (un gol, una asistencia, cuatro ocasiones de gol). De un Balón de Oro humano, por su puesto. Lo que manaba por el Camp Nou hace unas semanas repartiendo hat-tricks como caramelos tenía pocos vestigios de humanidad. Ese ángel ahora luce barba y rostro enfurruñado.

A 7 puntos, perdiendo efectivos partido tras partido, a veces colapsado y a veces comprimido, este equipo sigue siendo el mejor. Y lo que es más importante: el Barça sigue temblando en la alfombra, resistiéndose.

Porque, si deja de temblar, esta Liga habrá terminado.

[Barça 2-Real Sociedad 1]

Written by @robertlozano_

5 febrero, 2012 at 12:06 PM

Publicado en Barça, Fútbol

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Joan Gaspart: «Jo vaig fitxar el Messi»

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Poques hores abans de què començi la tornada dels quarts de final de la Copa que ha d’afrontar el Barça amb el Madrid, em rep Joan Gaspart al seu despatx, situat a una masia propera al Camp Nou, rere l’hotel Princesa Sofia. «Si aquestes parets poguessin parlar…», em presiona. El despatx de l’ex vicepresident i president del Barça és ben bé un museu ple de fotografies amb personalitats com els Beatles, Nelson Mandela, el Papa Joan Pau II o els Reis d’Espanya. «Aquí mateix vaig renovar l’Andrés Iniesta quan hi havia gent que el volia vendre a l’Albacete, o al Carles Puyol, quan ja ho tenia fet amb el Màlaga». Què destacaria de la seva etapa com a President, senyor Gaspart? «Jo vaig fitxar a Messi».

Entrevista feta per al portal 365d365e.com dimecres 25 de gener. Podeu llegir-la sencera al següent ellaç:

http://www.365d365e.com/entrevistes/?p=4759

 

Written by @robertlozano_

30 enero, 2012 at 9:37 AM

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El segundo de Valdés

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«Si Víctor no hace la doble parada en el saque de esquina, no sabemos que hubiera sucedido”. Pep Guardiola resumía en una frase tan aparentemente intrascendente como obvia la esencia del fútbol: los pequeños detalles. En ocasiones como estas, Rijkaard soltaba un desenfadado: “y si mi abuela tuviera cazzo (pene) sería mi abuelo”. Son dos maneras de expresar una misma idea, un concepto que a Helenio Herrera le mortificó toda su carrera: “el más insignificante detalle decide el resultado de un partido. Basta un segundo de distracción para cambiarlo todo”, explicaba HH, que veía como horas y horas de estrategia y dedicación se iban al traste en ese fragmento de tiempo tan ínfimo y tan decisivo. “El desplazamiento de una simple letra convierte lo causal en casual, basta con un leve soplo para desbaratar nuestros estados de ánimo, y para delicia de nuestros poetastros, un fatídico ripio concatena suerte con muerte”, explicaba el periodista Gonzalo Suárez, analista técnico de Herrera en los tiempos del gran Inter de Mazzola.

Pero las paradas de Valdés, lejos de ser un mero detalle puntual de un partido, son un hábito decisivo que ha dado títulos a este equipo de ensueño. El de Gavà ha sumado tantos segundos clave que podríamos ver un partido entero de paradas estratosféricas. Valdés, que empezó su carrera a la sombra de Pepe Reina y siempre se ha visto relegado a la sobre dimensión de Iker Casillas, suele marcharse del terreno de juego en silencio, escuchando los vítores del público, los gritos a Messi… La gloria siempre es para el 10, aunque las paradas de Valdés sean tan trascendentes como sus goles. Gloria también para el número 1 del Barça.

Punto y aparte

Los grandes jugadores sólo hablan con los pies. De sobra saben que no marcan goles con la lengua, salvo en propia portería. La insulsez es signo de sabiduría” Escamoteador de palabras; administrador de silencios, Messi es un genio imperecedero. El deporte es una escuela de vanidad pero el extraterrestre del Barça nunca fue buen estudiante. Hablar de las cifras y de la factura de los goles del astro argentino es como hacerlo de los relojes de Dalí; surrealismo puro.

Para Helenio Herrera, Maradona fue el mejor solista y Pelé, el mejor director de orquesta. De Di Stefano, sin embargo, decía que era la orquesta entera. No sabemos qué hubiera pensado de Messi.  Quizá, al haber vivido unos años en Milán, hubiera descubierto que La Pulga es como ver cada día a la Orquesta Filarmónica de Viena en el teatro de La Scala.

Written by @robertlozano_

23 enero, 2012 at 11:21 AM

The crazy gang

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Que Puyol y Abidal conjuguen un gol en un mismo partido y que además sea en el Santiago Bernabéu sólo puede significar que nos encontramos en año bisiesto o que la sempiterna profecía maya de 2012 está próxima a cumplirse. Sea como fuera, si yo me llamara Real Madrid y viera que los goles los anotan estos dos jugadores sabría en ese preciso instante que todo está perdido, que este Barça es invencible. La impotencia de los blancos se personifica en Pepe. Nadie duda de su calidad defensiva. Ni tampoco de su demencia. El portugués, un sicario con botas de tacos, sigue los pasos de los peores maleantes de la historia del fútbol mundial, Nobby Stiles, Roy Keane y Vinnie Jones. 

Cuando tenía 6 años, Stiles se rompió los dientes al caer desde el sofá de su casa mientras veía un partido del United, del cuál ya era un pequeño “forofito”. Con el tiempo, el destino quiso que acabara jugando con los Diablos Rojos. Miope obstinado, sin apenas pelo y con pocos dientes, Stiles descubrió su verdadera vocación en clavar los tacos en las tibias de los mejores jugadores del equipo contrario. Además fue un hombre del mazo feliz. Las tarjetas para sancionar las infracciones no existieron hasta 1970, así que el querubín disfrutó de casi una década de impunidad.

La historia de Roy Keane es suficientemente conocida. Durante un partido de la Premier League el jugador noruego Alf-Inge Haaland realizó una entrada dura sobre Keane, cayó sobre su pierna y lesionó de gravedad al jugador del United, que estuvo alejado de los terrenos de juego durante una temporada. En el siguiente encuentro entre ambos, el irlandés intentó cazar, sin éxito, al jugador noruego. No fue hasta dos años más tarde cuando completó su venganza. En un derby con el City, sin el balón de por medio, Keane le destrozó la rodilla y, sin esperar la reacción del árbitro, se marchó directamente a la caseta. Ese fue el final de la carrera del jugador Alf-Inge Haaland. Posteriormente, Keane se vanaglorió públicamente de su vendetta con un libro que le supuso una sanción deportiva y económica ejemplar. Roy Keane es considerado como el jugador más “duro” de la historia de la Premier League.

Pero el auténtico hombre del saco del fútbol fue Vinnie Jones. Antítesis de la palabra deportista, sus tretas violentas alcanzan cotas surrealistas. “Cuando un rival está en el suelo siempre me ofrezco para levantarlo. En cuanto lo hago aprovecho para tirar con fuerza de los pelos de sus axilas”. Jones se convirtió en una celebridad por una imagen publicada en la que aparecía retorciéndole los testículos a Paul Gascoigne, que más tarde declararía: “sentía su aliento siempre detrás de mí. Durante una jugada se me acercó y me dijo: «Me llamo Vinnie Jones, soy gitano, gano mucho dinero. Te voy a arrancar la oreja con los dientes y luego la voy a escupir en la hierba. ¡Estás solo, gordo, sólo conmigo!»

Vinnie Jones formó parte de aquél Wimbledon apodado “The crazy bang”, uno de los equipos más violentos que nunca ha pisado un terreno de juego. Sus jugadores, auténticos patibularios, solían saludar a la afición contraria mostrándole sus posaderas.

Pepe sigue la estela de estos “enfants terribles”. El deleznable episodio con Casquero fue el primero de una retahíla de actos perversos y censurables. Su comportamiento, que no ha atajado ni la Federación ni el propio Real Madrid, desmenuza la imagen del conjunto blanco a ojos del mundo entero. Incluso futbolistas como Wane Rooney o Jack Wilshere arremetieron en sus cuentas de twitter contra el portugués.

El Madrid se está ganado a pulso su papel de villano. Pero lejos del carácter contra revolucionario y subversivo que solían tener los equipos ingleses de los años 60 o 70, su violencia es la reacción a la angustia que le provoca saberse el mejor equipo terrenal y, aún así, estar a 100 años luz de un Barça que está por encima de las estrellas.

Written by @robertlozano_

19 enero, 2012 at 12:03 PM

Sulawesi: la muerte tenía un precio

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PRIMERA PARTE

Entre el archipiélago de las Molucas y el Borneo indonesio se encuentra Sulawesi (Célebes). A pesar de ser la undécima isla más grande del mundo ha sabido esconderse en el mapa y pasar, discretamente, como una más de las casi 18.000 islas que conforman Indonesia. Su extraña orografía, formada por cuatro brazos, le otorga un aspecto inconfundible.

Bordeada por la línea Wallace, en Sulawesi conviven especies del sureste asiático y de Australasia. Sus principales puntos de entrada se encuentran en el norte (Manado) y en el sur (Makassar), pero es en el centro de la isla donde residen los Toraja, animistas y adoradores de la muerte. Es allí, precisamente, donde nos dirigimos.

Carretera al infierno

Como pésimos anfitriones que son, el calor y los mosquitos de Makassar (Ujung Pandang) se apresuran a explicarte que no eres bienvenido. Lo mejor es llegar cuánto antes a la estación de autobuses, tan variopinta e interesante como todas. La de Makassar, en particular, es un hervidero de gente, de gallinas y de olores penetrantes que enervan la pituitaria. La espera, una palabra tan íntimamente ligada al viajero como las suelas gastadas, se digiere mejor con imaginación y fantasía. Gracias a esa especie de evocación infantil que te suscita el nombre de lugares sonoros, lejanos y desconocidos como Palu, Makale, Parepare, Palopo o Kendari.

Rantepao es la capital de la región de Tana Toraja y es dónde nos dirigimos. La distancia, apenas 328 km, se libra en no menos de ocho horas. La explicación de la odisea es sencilla. A pesar de que los autocares son rápidos y los conductores están adiestrados en la Nascar, las carreteras de Sulawesi son imposibles, por estrechas, montañosas y atornilladas. De día, el recorrido debe ser poco menos que alucinógeno pero, en la oscuridad de la noche, es simplemente una catarsis. Puede que sea el cansancio, las náuseas, las gallinas del pasillo o las luces estroboscópicas de los camiones que conducen en contra dirección (una vía, dos direcciones). Puede que sean los frenazos en medio del REM o el abismo, a escasos centímetros de las ruedas del vehículo. O puede que sean las curvas infinitas, la sugestión y la literatura. Pero si lo metemos todo en un saco, se trata, sin duda, de un viaje al corazón de las tinieblas. Al mismísimo infierno.

Quería un viaje salvaje. Y por mis pecados me lo dieron. En mitad de la noche y de la nada, y entre la alucinación y la angustia, un Warung (restaurante de comida local) representa una opción inmejorable de complicarte un “apacible” trayecto. Se trata de un reto gastronómico y de una dicotomía hambre-infección gástrica. Normalmente la segunda es consecuencia de la primera. Pero no hay más remedio, forma parte del juego.

La fiebre y las pesadillas hacen el resto. Cuando recupero la consciencia, a las seis de la mañana, se despiertan las montañas, acunadas por una niebla turbia y sedosa. El verde predomina en el hogar de los Toraja, abrupto y accidentado. Sus habitantes son conocidos por el culto a la muerte, por ceremonias que duran días, por los sacrificios y la sangre que se vierten en ellas… Tan obsceno y tétrico para unos, tan fascinante y hechicero para otros.

¿Qué se esconde detrás de estos funerales?

NdA: continuará…

SEGUNDA PARTE

Written by @robertlozano_

29 diciembre, 2011 at 12:11 PM

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El surrealismo del Barça

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El Barça juega como le da la gana. O más bien como le apetece a Guardiola. Con dos o tres defensas, cinco o seis centrocampistas, uno o ningún delantero…
Mientras los analistas intentan descifrar los números de teléfono (2-7-1; 2-8-0, etc), el entrenador culé aglutina el talento de su equipo allí donde se ganan los partidos de fútbol: en el centro del campo. Que el rival se llame Santos o Real Madrid no deja de ser un dato circunstancial para un equipo que juega con el tiempo, el espacio y la velocidad como un artista surrealista, dispuesto a reventar toda la teología existente del fútbol y a jugar sin defensas, ni delanteros, sino con todo lo contrario, con un enjambre de abejas que esconde el balón, se contonea y picotea hasta que caes mareado y rendido a sus pies. Guardiola alineó ayer a cinco magos y a un extraterrestre.

“Si hago algo parecido a lo que ha hecho hoy Guardiola, la policía de Brasil me lleva preso”; “el Barça nos ha enseñado a jugar al fútbol»; “no aspiro a ser jugador del Barça, sólo a que me dejen jugar un partido con ellos”. El entrenador del Santos y sus dos rutilantes figuras, Neymar y Ganso, definían en tres frases lo que fue el partido y, sin saberlo, lo que significa este equipo para la historia del fútbol.

La fuerza de este conjunto es capaz, incluso, de cambiar la mentalidad de un pueblo. Véase el aficionado asiático, tan volátil como la gloria. La marea de las victorias hace que cambien del blaugrana al blanco y del red al blue sin reservas ni decoro. Zozobran con las modas y se encaprichan de jugadores mediáticos, guapos, millonarios y sobre focalizados. El Barça también ha cambiado esta situación. Sin vedettes y coral como ninguno, el conjunto culé exporta a todos por igual y el público asiático conoce tanto a Messi como a Cesc, a Villa como a Puyol, a Pedro como a Xavi. 1.310 japoneses son, en la actualidad, socios del Barça y siete millones declaran su amor a los blaugrana.

Si bien es cierto que el camino a Japón es más importante que el destino y que ser campeones del mundo es, al fin y al cabo, un parche en la camiseta, también lo es que se trata de un reconocimiento merecidísimo. Justicia poética.

Written by @robertlozano_

19 diciembre, 2011 at 12:36 PM

Publicado en Barça, Deporte, Fútbol

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El cielo puede esperar

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“Siempre se puede tomar notas, tratar de llenar renglones de frases, pero para emprender la escritura de una novela hay que esperar a que todo se vuelva compacto, irrefutable, hay que esperar a que aparezca un auténtico núcleo de necesidad. Uno mismo nunca decide la escritura de un libro; un libro es como un bloque de hormigón que se decide a cuajar, y las posibilidades de acción del autor se limitan al hecho de estar ahí y esperar, en una inacción angustiosa, que el proceso arranque por sí sólo”. El Barça encontró su núcleo de necesidad en el Bernabéu y sigue edificando su epopeya. Personalmente, he tardado cuatro días en recuperar los niveles habituales de adrenalina y de euforia. Ya en frío, mi proceso ha arrancado, me ha golpeado un bloque de hormigón en la cabeza y, sin angustia alguna reconozco que el baño del Barça fue sin espuma. O no fue tal.

Si hiciéramos un ranking de los 20 mejores partidos del equipo de Guardiola, el Madrid 1 Barça 3 no estaría entre ellos. Alguien pensará que esto todavía otorga un valor superior a la victoria. La fórmula sería la siguiente: si un Madrid en un estado de forma óptimo y con todas las circunstancias a su favor sucumbió ante un Barça terrenal, significa que este equipo es invencible, luego la Liga está vista para sentencia. Nada más lejos de la realidad.

El partido, como la temporada del Barça, está marcado por los detalles. Tres flashbacks:

1. Último minuto del Barça-Sevilla, empate a cero. El fútbol, una película sin guión, nos depara el mejor de los desenlaces: un penalti a favor. El lanzador, el mejor futbolista del planeta. Ni Aaron Sorkin lo hubiera concebido así. Y Varas detiene la pena máxima. 2. Último minuto del Getafe-Barça. A punto de sumar la primera derrota de la temporada Messi dispone de un uno contra uno diseñado para su zurda. Metería 99 de 100, pero ese se estrella en la madera. 3. Madrid-Barça: el chute de Xavi rebota en Marcelo, toca el palo y ¿match point? Sí, entra. Como tantas veces se ha ido fuera. Esto no es suerte, son lances del juego, pormenores que marcan un partido y deciden una temporada.

Si repasamos el encuentro con frialdad observaremos que el partido del Barça no fue redondo. El Madrid lo asfixió durante los primeros veinte minutos y gran parte de los jugadores se encuentran en un estado de forma ligeramente inferior al de otras temporadas. Iniesta, excelso (y chupón) en la segunda parte, se mostró errático en la primera. Al margen del gol, Cesc fue un espejismo errante durante todo el partido. Piqué sigue aguantándose gracias a la falta de centrales solventes del equipo e incluso Valdés (es humano) falló repetidamente con el juego de pies. Tan sólo Puyol y Busquets rayaron a un nivel superlativo durante gran parte del partido.

El Barça es un equipo tan bueno que siempre cumple en las grandes citas. Contra los blaugrana, el Madrid padece un complejo de inferioridad neurótico debido, en gran parte, a la anemia que sufre en el centro del campo. Guardiola mezcló a los cinco futbolistas que más adoran el balón del mundo. Que la toquen, que la escondan, que desesperen. Esa era la receta y sólo pudo cocinarse cuando el Madrid se aculó, atemorizado con la posibilidad de encajar una nueva goleada.

La novela del Barça de esta temporada se escribe por la necesidad. Por aquellos partidos en los que el equipo se ha dejado llevar por su talento, confiando que se ganarían por arte de birlibirloque. Son los mejores del mundo, no hay duda. Pero la Liga no se ha ganado y el cielo puede esperar.

N. del A: El encomillado pertenece a un fragmento de “El mapa y el territorio”, del escritor Michel Houllebecq.

Written by @robertlozano_

13 diciembre, 2011 at 2:01 PM

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Matar a un ruiseñor

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Derrota. Una palabra amarga que se había precipitado a las profundidades del olvido, en la zona muerta del cerebro barcelonista. El apagón de Getafe, el colapso masivo de creatividad de la máquina de precisión blaugrana, no hedió a goma quemada ni a fusibles fundidos. No fue un accidente, sino un coscorrón a la propia retórica. El relato del Barça de este año es tan épico en el Camp Nou como vulgar en campo ajeno. Devotos de su público, los jugadores de Guardiola agasajan al espectador culé con una generosidad pasmosa y una marca de 34 goles a favor y ninguno en contra. Lejos del santuario, sin embargo, su carácter se agria, se tornan huraños y funámbulos con las propinas (8-7). Da la extraña sensación de que en su fuero interno el Barça anhelaba una derrota para renovar su ambición y afrontar lo más difícil todavía: asaltar el Bernabéu del mejor Madrid del último lustro.

Pero el Barça sigue siendo una muchacha bonita y coqueta de la que te enamoras con facilidad. Atenta, elegante y detallista. De esas chicas con las que te apetece conversar, de las que tienen un discurso y una historia interesante que contar. A veces misteriosa, a veces exuberante y pertinaz, gusta pasear con ella a ningún sitio y la invitas a cenar sin saber muy bien lo que va a pasar.  

A este equipo no le ha llegado la decadencia física ni tampoco ha perdido la ilusión. El relato no ha terminado. Lo intuyen incluso los más pesimistas y los más esquizofrénicos y ambivalentes. Saben de buen grado que descartar a este Barça en noviembre sería un acto tan mezquino como matar a un ruiseñor.

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1 diciembre, 2011 at 10:18 AM

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Aitor Lagunas: «els perdedors són més interessants que els guanyadors»

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Benvolguts lectors,

Disculpeu aquesta interrupció a les cròniques barcelonistes que solen ocupar aquest espai. Però és per una bona causa. Avui tinc el plaer d’adjuntar-vos l’entrevista amb la qual he debutat a la web 365d365e.  El protagonista és el periodista Aitor Lagunas, impulsor de la revista Panenka, el futbol que es llegeix.  Es tracta d’una revista estranya en els temps que corren: és retro, ¡en paper! i conjuga la cultura i el futbol. En les seves 116 pàgines no trobareu CR7 ni la nova nòvia del Puyol. A les seves pàgines s’expliquen històries de jugadors barbuts, que no es depilen les celles i que juguen a lligues de països llunyans i impronunciables. S’expliquen aquells relats que no tenen cabuda als mitjans de comunicació convencionals i és dóna una visió peculiar de la societat, la política i la cultura amb el futbol com a fil conductor. Sense més preàmbul, adjunto l’enllaç de la pàgina on trobareu l’entrevista. Espero que agradi!

http://www.365d365e.com/entrevistes/?p=4195

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28 noviembre, 2011 at 12:02 PM

Ser Villa en tiempos de Messi

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Hay palabras que no deberían utilizarse a la ligera. Su mal uso les hace perder el sentido. Crisis es una de ellas. En dos partidos y con sendos hat-trick, Messi desactivó una ristra de debates absurdos. Superada la tontería, el ojo escrutador se detiene ahora en David Villa. El asturiano es el último eslabón de una estirpe de goleadores extintos, de ese linaje maldito que forman Samuel Eto’o, Zlatan Ibrahimovic y Bojan Krkic. Amparado en el número 7 y escorado en la banda, el despliegue de trabajo del asturiano es tan inapreciable como oscuro, tan imprescindible como ingrato. El Guaje, que llegó como hombre gol y no actúa como tal, exaspera al aficionado culé, siempre con el látigo en ristre.

Pero el mérito de David Villa es incontestable. A marchas forzadas entendió “el misterioso caso de la desaparición del 9 del Barça”  y sobrevivió a la criba, alejado del foco y a la sombra sempiterna de Messi. Su gol en la Final de Wembley fue una liberación, un premio único a un año de trabajo en el que aprendió a defender y a vivir alejado de la portería. Goleador de nacimiento, con el paso de los meses comprendió que en el Barça su función no era la de marcar, sino la de dilatar el campo, abrir defensas y, sobre todo, facilitar el gol a un titán de metro sesenta. Es de justicia, sin embargo, interpretar gran parte de los goles de La Pulga como un trabajo de equipo en el que los movimientos de Villa tienen un valor especial. Villa hizo un trato: perder lucidez y protagonismo personal a cambio de ganar títulos. Y lo consiguió.

Con todo el desgaste y sacrificio y, a pesar de los 23 goles de la temporada anterior, sus fallos ante la portería rival se miran con recelo e incluso se le tacha de vivir permanentemente en el fuera de juego (13 por 14 de Messi esta temporada). El asturiano (siete goles hasta el momento) encara al portero sin el convencimiento de antaño y no está teniendo suerte en el remate final. Da la sensación que tan sólo la buena marcha del equipo frena un fuego siempre azuzado para quemar a alguien en el Camp Nou.

¿Una relación irrespirable?

El Guaje siempre se ha mostrado sensato y consciente de su rol y Guardiola ha agradecido su trabajo: “ya me gustaría, a lo largo de mi carrera, encontrar a jugadores como David, que es el máximo goleador de la historia de la selección, que ha ganado el Mundial y la Eurocopa, que en sus anteriores equipos todos jugaban para él y que ahora se adapta a algo que le conviene al equipo”.

El papel secundario de Villa y la alargada sombra de Messi, al que se le rebuscan crisis, malos modos y excentricidades, suscitó ayer un artículo en Superdeporte que afirmaba que “la relación entre ambos en el vestuario y dentro y fuera del campo es ya irrespirable. No se abrazan igual, no se llevan como antes y sus celebraciones han perdido entusiasmo”, argumentaba el periodista.

Las imágenes desmienten este supuesto, el mismo Messi negó las discrepancias y hasta el presidente Rosell explicó que juegan juntos al parchís… En todo caso, sean amigos del alma, todo lo contrario o nada de lo anterior, el rendimiento de ambos es incuestionable y David Villa es el mejor delantero, el mejor acompañante que puede tener ese ciclón llamado Messi que eclipsa cualquier hazaña.

No es fácil ser Villa en tiempos de Messi.

Written by @robertlozano_

4 noviembre, 2011 at 9:43 AM

Silencio… se rueda

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Messi acariciaba el balón, mimándolo, absorto en su burbuja, ajeno a la batalla campal que se libraba a apenas 10 metros del punto de penalti. ¡ME-SSI, ME-SSI, ME-SSI! Ochenta mil gargantas coreaban el nombre del jugador imposible, del adjetivo del Barça, en un ruego desesperado que invocaba a un Messi Ex Machina, gracias a un penalti que habría de resolver el partido casi por una necesidad propia del guión. El Camp Nou, siempre ciclotímico, tan silencioso como poseído, vivía un thriller inesperado en vez del acostumbrado recital de poesía futbolística.

La Pulga espera impertérrita cuatro minutos. Cuatro minutos eternos desde que se pita el penalti hasta que se lanza en los que tiene tiempo de repasar un partido en el que ha estado desenchufado, intermitente, cabizbajo. Pero la gloria es para el 10 y el guionista le ha deparado un regalo en forma de pena máxima reservada a los elegidos. Y no se esconde y mira el balón y le cuenta sin palabras lo que debe hacer, cuál es su destino, cómo debe terminar la película.

Pero lo que no sabe él ni los ochenta mil espectadores del Camp Nou es que, por una vez, el protagonista de esta historia no es El Diez, sino el trece de amarillo, un chico de Pino Montano que hasta hace pocos años compatibilizaba el fútbol con un trabajo de administrativo en una empresa de acero. Un chaval que apenas contaba con un papel residual en el Sevilla y que  estuvo a punto de dejar el fútbol con 25 años. Gloria efímera para Javi Varas.

Written by @robertlozano_

23 octubre, 2011 at 9:36 AM

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La sombra del coloso

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El mundo del deporte vive de los referentes. Figuras que, como Ronaldo o Messi, conquisten la condición de símbolo, levanten pasiones y enganchen al seguidor. Por su calidad, por su extravagancia o por su capacidad de seducción son ejes imprescindibles del rodillo del deporte de masas. En los deportes minoritarios estos referentes son, si cabe, más imprescindibles y su tabla de salvación suele residir en el “nacionaldeportismo” (definición de Gonzalo Vázquez). Es decir, “el deporte en tanto lo nacional huela a podio”. Nadal, Alonso o Gasol son claros ejemplos que han estimulado al público y han provocado un mayor interés por el tenis,la Fórmula1 o la NBA. Es, sin embargo, un reconocimiento engañoso que responde más a la fascinación por el éxito que a la pasión por el deporte. Estos deportistas, en definitiva, cargan con una mochila de aficionados circunstanciales que pesa más o menos dependiendo de sus triunfos.

Cada cierto tiempo tenemos la oportunidad de vivir un big bang deportivo, una gran eclosión producida por la coincidencia espacio/tiempo de dos superestrellas en un mismo deporte. Si en la ansiada búsqueda de un referente en el que asirse se encuentra un duelo entre dos colosos, el suceso alcanza cotas de delicia incalculables. La disputa por el amor del respetable conlleva una efervescencia singular y hechicera y supone un triunfo para cualquier deporte que aspire a tener espacio en los media. Pero es difícil discernir si este “choque de reyes” esconde un trasfondo más sociológico que deportivo, pues el ser humano siente una fatal atracción por el conflicto, las confrontaciones y los duelos de titanes desde tiempos inmemoriales. Parejas míticas como Bird-Johnson, Karpov-Kasparov, Ulrich-Armstrong, Sugar Ray Robinson-Jake LaMotta o Borg-McEnroe navegan en el imaginario como estrellas fugaces que han originado el interés y el posterior enamoramiento de deportes casi clandestinos para ciertos medios de comunicación. La ausencia de uno de los pares hubiera otorgado más triunfos al otro pero, raramente, más trascendencia. La proliferación de más información hubiera ocasionado una aproximación letal al ídolo, una vulgarización del mismo que hubiera asesinado a la mística.

El fútbol de hoy, un deporte saturado de atención, vive la pugna entre Barça y Madrid día y noche. Cada gesto, cada palabra (incluso la elección de la camiseta del portero) supone horas y horas de televisión y regueros de tinta en la prensa. La divina coincidencia espacio/tiempo de dos superequipos ha sido explotada hasta la saciedad, hasta deformarla y caricaturalizarla y arrinconar la esencia de todo esto: apenas quedan huellas de deporte en los medios supuestamente deportivos. El análisis y la argumentación se han dilapidado a favor del conflicto y la polémica.

Este suceso único, este duelo de colosos, la belleza futbolística del Barça como fabulosa pieza de orfebrería y el temible run and gun del Real Madrid dejan de tratarse como un acontecimiento deportivo único para convertirse en una mera sombra de un coloso que poco o nada tiene que ver con el deporte.

]* Agradecimientos a Gonzalo de Melo y a Miquel Àngel Caldú por compartir su cultura deportiva conmigo. Y a Gonzalo Vázquez,  por ser una fuente interminable de inspiración

Written by @robertlozano_

21 octubre, 2011 at 11:31 AM

Alta fidelidad

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En la Tribuna siempre hace frío. Es una parcela de blanco y negro, auriculares, arrugas, rezongos, puros, tribulaciones y miradas aviesas. Bajo la cubierta del Camp Nou, se calla o se sentencia. Dedo justiciero del Coliseo que carga contra el árbitro (“burru!”) o contra Villa (“no es para el Barça”) por igual, la zona noble del Estadi es, probablemente, el lugar del mundo en el que se concentran más entrenadores de postín por metro cuadrado. Los partidos de estos fieles se concentran en 70 minutos y se recortan 10 por delante (para que se me vea) y 10 por detrás (para evitar el vulgo). Afortunadamente para ellos, el Diez marcó en el once otro de sus goles antológicos que da la vuelta al mundo y maravilla a todos por igual. A todos menos a Argentina, donde los goles de La Pulga con la elástica blaugrana provocan muecas y afean el semblante.

El rival de cada fin de semana pasa por ser un mero dato circunstancial en un Barça de probeta, gestado en los sótanos del Camp Nou, y que evoluciona y desanda según la enfermería y el partido en cuestión. La flexibilidad de Guardiola y su tremenda capacidad pedagógica para inculcar el “idioma Barça” es una de las grandes claves de un equipo que muta como una cepa para sortear los antídotos rivales. El Barça siempre va un paso por delante.

El primer partido de Liga de la era Guardiola (2008-2009), disputado en el estadio de Los Pajaritos, contaba con la siguiente alineación: Valdés; Alves, Puyol, Márquez, Abidal; Xavi, Touré, Iniesta; Messi, Eto’o y Henry. Cambien a Márquez por Piqué, a Touré por Thiago y a Eto’o y Henry por Villa y Pedro y obtendrán un planteamiento similar con cientos de matices de diferencia. Acabó en derrota, críticas y, finalmente, en un triplete. La esencia de hoy es la misma que la de ayer pero los jugadores interpretan el idioma diez mil veces mejor. Los 4-3-3, 3-4-3 o 2-3-3-2, ya lo dice Mennoti, son simples números de teléfono. Lo importante es la alineación.

Y la alineación contaba con la génesis de Messi (pegado a la cal y andando), y un Thiago en la posición orbital del Barça, la del 4. El brasileño, como Pedro o Villa, se alejan del foco y la brillantina y otorgan tanto protagonismo a sus compañeros que sus actuaciones, en ocasiones, flotan en el limbo. Pero son ellos, estudiantes aplicados, los que hablan el lenguaje del Barça a la perfección.

Si en el “Idioma Barça” Messi es el adjetivo y Xavi el verbo, Thiago, Pedro y Villa son las preposiciones, enganches ingratos que dan sentido y forma al juego. Especial atención merece Thiago, un jugador propenso a la filigrana, el tacón y la rabona, a la floritura y el juego de la grada. Un mago que se reserva sus trucos en la chistera para convertirse en un guardia de tráfico del medio campo, sencillo, pragmático y efectivo. Para cumplir con lo que pide Guardiola: alta fidelidad.

Written by @robertlozano_

17 octubre, 2011 at 1:05 PM

Lo que hay que tener

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Lo sabías tú, lo sabía yo y lo sabían Perea y Godín. Messi galopa, se perfila y requiebra hasta decidir el espacio para su zurda. La red de la portería es el destino final de esta jugada, tan simple y repetida, como difícil de abortar. Con 24 años y 192 goles con el Barça, Messi se sitúa a tan sólo dos de un mito blaugrana que cuenta con una estatua en el Camp Nou: László Kubala. A falta de Mundial, el argentino lo tiene todo: fortuna y gloria. No con Pelé, no con Maradona, no con Cruyff. Messi se reta con la historia. ¿Cómo será recordado cuando termine su carrera? ¿Cómo quiere que se le recuerde? 

Tito Vilanova ha explicado en alguna ocasión que si en un partido cambias a Messi, es como si su madre se asomara al balcón mientras juega a fútbol y le dijera: no te olvides de ir a por pan. La alienación del 10, su devoción obsesiva por el balón y su desinterés más absoluto por todo lo ajeno a un rectángulo de juego lo convierte en un deportista singular. Antihéroe apátrida de verbo atrancado y enjuto y enemigo del mercadeo, posee una desventaja natural respecto a otras superestrellas, leyendas del deporte envueltas en capas extradeportivas. La extraña, estéril e infructuosa insistencia de aislar al deporte de otras esferas de la vida ha sido siempre la antítesis del deportista carismático. Las leyendas no son lo que son únicamente por ser los mejores en su deporte sino por un componente volátil y mágico que los encumbra a un estatus superior y los convierte en símbolos.

¿Fueron Muhammad Ali y Bobby Fischer los mejores en sus respectivos deportes? Ellos trascendieron del deporte por rebeldía e incluso por política. Puede que el deporte los hiciera grandes pero su carácter, la literatura y la épica los convirtió en leyenda. En cuanto a Senna, la tragedia lo envolvió en un halo de romanticismo y lo propio hizo la inconveniencia con Maradona. La poesía del movimiento es propiedad de Nadia Comaneci y la renuncia a la eternidad, de Marc Spitz. Carl Lewis, Sergei Bubka o Eddy Mercks burlaron el límite de la física despreciando al ser humano y sus supuestos límites. ¿Y Michael Jordan? El que para muchos es el mejor deportista de todos los tiempos fue la primera megaestrella global en convertirse en una marca, en un símbolo, en un 23.

En cuanto a Messi, ¿Qué lugar ocupará? ¿Cómo pasará a la historia un futbolista al que sólo le interesa el fútbol y desoye cualquier ruido extradeportivo?

El 10 del Barça, ese tipo bajito que deambula por el césped cabizbajo, con andares patizambos y perezosos y que tiene Lo Que Hay Que Tener, algo tan inefable que se transmite en sus movimientos y que pervierte las palabras, es un niño precintado en una vaina. En una vaina llamada fútbol.

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27 septiembre, 2011 at 9:50 AM

El efecto halo

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La noción de equipo es una concepción cristiana. Con sus ventajas y sus desventajas, con sus méritos y sus vicios. Como todo el mundo sabe, un buen equipo puede perder contra uno peor e incluso un equipo extraordinario puede ser derrotado por un conjunto vulgar. Y de hecho esta ecuación indefinida es la que produce la emoción y la atracción, la que ofrece la incertidumbre del resultado. Originalmente, el fútbol era uno de los deportes con más sorpresas. Mucho más que el baloncesto o que el balonmano, donde habitualmente los mejores se acaban imponiendo. Tan sólo conjuntos extraordinarios, surgidos de oscuras forjas cada muchos años, revientan esta incertidumbre que ha hecho del fútbol un deporte preciado. El Barça, señalado últimamente como enemigo público de la emoción y máximo responsable de erradicar este bello tesoro que es la incógnita del resultado, ha empezado la temporada regalando humanidad y esperanza a los protestantes y quizá devolviendo ese elemento arrogante que sólo tiene el fútbol, ese denominado “efecto halo”.

A partir de hoy, un buen número de culés aprovecharán para cargar sus arcos y disparar al talón de este Barça, divino durante tres años seguidos, y ¿por qué no? quemar en la hoguera a ciertos individuos del equipo e incluso a líneas en general. Las críticas exageradas del aficionado culé son tan endémicas y tan difíciles de borrar que ni 10 Champions League seguidas, y ni tan siquiera el ungido Guardiola lograrían erradicarlas. Y éste, que siempre ha sido y siempre será el problema del Barça, se lleva con resignación como “la piel que habito”.

Un combate singular

Cuando el equipo titubea, los ojos se clavan en Messi, ese tipo bajito que absorbe las esperanzas barcelonistas. Cuando todo parece perdido, cuando el panorama es desalentador, siempre hay un resquicio de ilusión que te dice que, de alguna manera, por arte de birlibirloque, Messi aparecerá y resolverá. Pero, lógicamente, esto a veces no sucede.

“En las culturas arcaicas, las figuras en las que se depositaba toda esperanza, eran elevadas a la condición de héroes y se escogían para el Combate Singular. Eran individuos reverenciados y ensalzados, se escribían canciones y poemas sobre ellos, se les otorgaban todos los honores y favores razonables y, mujeres y niños, e incluso hombres adultos, lloraban conmovidos por su presencia”. Lógicamente, esto era así porque el destino de un pueblo o una civilización dependían exclusivamente de ellos. En el Combate Singular, frecuente en el período precristiano, el soldado más poderoso de un ejército combatía con el soldado más poderoso del otro como sustituto del combate generalizado entre todas las fuerzas de ambos bandos. En principio tenía un significado mágico y se utilizaba como un sondeo del destino. Pero en algunos casos también determinaba el resultado de la batalla general, al tratarse de un presagio divino.

Aplicado al fútbol, Messi sería siempre el elegido para un Combate Singular. Y siempre ganaría. Pero hasta que las normas no regresen al precristianismo, este equipo ha demostrado y demuestra con creces con su juego que es el mejor del mundo. Incluso a pesar de dos empates.

*El entrecomillado pertenece a un fragmento de «Lo que hay que tener», de Tom Wolfe

Written by @robertlozano_

14 septiembre, 2011 at 10:25 AM

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Guardiola y Mourinho: una representación marveliana del bien y el mal

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La historia contemporánea de Pep Guardiola y Jose Mourinho y, por extensión, de Barça y Madrid, tiene visos de guión de Stan Lee. Guardiola, como mirlo blanco, y Mourinho, en el papel de villano perfecto, parecen sacados de un cómic de los años 60, en el que el héroe era tan puro y prístino que el titilar de su luz te hacía retroceder y entrecerrar los ojos para no deslumbrarte. Y el antagonista era tan malvado e histriónico, que sus fechorías provocaban una mueca socarrona por obvias y descaradas.

El correr de los años deparó nuevas aristas para los personajes del cómic, que ganaron complejidad y pusieron en crisis los conceptos del bien y el mal, que se diluyeron, se confundieron y se solaparon. Watchmen y V de Vendetta, de Alan Moore, o Sin City y Dark Knight, de Frank Miller, son claros ejemplos de que la bondad y la maldad no son opacas y esconden miles de matices. Esta evolución trataba de retratar, simplemente, una realidad actual, que se extiende a la clase política y a las masas en general. Los buenazos de mandíbula cuadrada y los malvados de brillo de ojos carmesí habían pasado a la historia. Fue hasta que el destino confrontó a Guardiola y a Mourinho en un mismo escenario, convirtiéndoles en una fascinante representación marveliana del bien y el mal.

Encontrar paralelismos entre Guardiola y un Harvey Dent en sus primeros pasos y entre Mourinho y el Joker de Heath Ledger, a caballo entre el clasicismo y la serie negra, no deja de ser un divertimento y una metáfora literaria que esconde consecuencias mucho más serias.

Camino a la perdición

La marca Real Madrid zozobra. Fuera del territorio español, el club blanco pierde adeptos en un goteo constante. El sureste asiático, una plaza tradicionalmente absorta por la Premier League y el Madrid, vive un cambio de tendencia y de auge barcelonista, no sólo por el ciclo triunfal de los culés, sino por el rechazo que generan figuras como Mourinho y Cristiano Ronaldo. El entrenador portugués se ha convertido en un arma maquiavélica de resultados kamikazes. En Oriente la gente suele hacerse de un equipo por los iconos mediáticos (Zidane, Beckham, Messi), por las circunstancias del momento (el equipo que gana), y por el carácter que transmite el club. Y ahora mismo el Real Madrid tiene en contra los tres factores: (1) su figura, Ronaldo, es repudiada por su arrogancia y chulería (veáse el episodio en China). (2) El equipo que gana ahora mismo es el Barça. (3) La imagen del Real Madrid es Mourinho, cuyo carácter choca culturalmente con los valores asiáticos de contención, modestia y humildad. Pero lo peor para el Madrid es que esta tendencia no la puede cambiar, meramente, con triunfos. Si ganara, el rechazo hacia el Madrid sería todavía  más fuerte porque, a su mala imagen, se sumaría el hedor que provoca el triunfo del villano. De esta manera, en los círculos barcelonistas y en ciertos ambientes futbolísticos, el triunfo del Barça no deja de desprender una suerte de halo de justicia poética.

El Madrid, con Florentino Pérez a la cabeza, aguantará a Mou hasta el final. Hasta que venza o hasta que deje el club blanco como un paisaje lunar. La renuncia a cambiar de imagen se debe en parte a la confianza de que Mourinho todavía pueda ejercer de kriptonita con Guardiola o, como recurso final, que corrompa al entrenador del Barça hasta convertir a este mirlo blanco, a este Harvey Dent, en su alter ego Dos Caras.

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9 septiembre, 2011 at 11:12 AM

El 4 del Barça

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En 1996 Bobby Rayburn ficha por los San Francisco Giants por la cantidad más elevada que se había pagado en la Major League Baseball hasta la fecha. Aterriza en su ciudad natal como hijo pródigo, como una estrella rutilante nombrada MVP durante los tres últimos años. Su pase provoca unas expectativas tan elevadas que la ciudad entra en un estado de excitación propio de un gran acontecimiento deportivo, de esa clase que exacerba las pasiones más primarias. Pero Rayburn realiza un inicio de temporada lamentable, ampliado por la excepcional actuación de Juan Primo, un jugador que poco a poco se convierte en el ídolo de la afición de los Giants. Rayburn, silbado y apodado el “fraude del millón de dólares”, atribuye su mala actuación a un hecho, quizá minúsculo y supersticioso para la mayoría, pero de cotas sacramentales para ciertos jugadores y deportes: el dorsal. No puede vestir el número 11 que había llevado toda su carrera, el mismo que luce en su espalda Juan Primo. 

Este argumento pertenece a la película “The Fan”, dirigida por Tony Scott, protagonizada por Robert de Niro, Wesley Snipes y Benicio del Toro y basada en el libro de Peter Abrahams. El periodista Gonzalo Vázquez explica que la literatura deportiva americana, tan rica y extensa que centuplica por sí sola en volumen a la del resto del planeta, “gustó especialmente siempre de tres grandes campos de emoción: la glorificación de la épica, la mitología de la tragedia y la analogía”. De hecho, la literatura deportiva del boxeo, del baseball o incluso del ciclismo es mucho más seductora que el propio deporte en sí y es la responsable de convertir estos espectáculos en recuerdos etéreos, rodeados de un aura de misticismo y mitología que los eleva por encima de deportes más terrenales y más propios del vulgo como el fútbol. En nuestro país, la literatura deportiva es escasa y se apiña en la confrontación, la polarización e incluso la autodestrucción. Pero, sobre todo, en la edificación y derribo de ídolos.

El auge de Thiago Alcántara en la pretemporada es un buen motivo para suscitar una nueva polémica que, más que en el hispano brasileño, se centra en confrontar a los partidarios de Cesc con sus detractores. Y el número 4 que está luciendo Thiago, supuestamente guardado durante un año para su “verdadero” dueño, Cesc Fábregas, es el gancho para seguir llenando páginas en un verano que languidece a pesar del arrebato efímero del Tour de Francia.

Thiago o Cesc. Cesc y Thiago

Más allá de los partidarios de uno u otro jugador hay algunos hechos irrefutables:

– El Barça contaba con una plantilla corta la pasada temporada
– Las lesiones pusieron de manifiesto la necesidad de ampliar el número de jugadores
– Los técnicos quieren una plantilla con más efectivos este año para afrontar las seis competiciones
– Guardiola ha manifestado que la fuerza del Barça está en el centro del campo
– Thiago acaba de ascender al primer equipo y tiene 20 años
– Thiago ha disputado el europeo sub 21 y tiene un punto más físicamente
– Jari Litmanen también hizo una gran pretemporada
– Con la llegada de Cesc, el Barça contaría con los siguientes centrocampistas: Xavi, Iniesta y Busquets (teóricamente titulares); Masquerano, Keita, Thiago y el propio Fábregas

Teniendo en cuenta que el Barça jugará más partidos esta temporada, que Iniesta y Mascherano pueden jugar en distintas posiciones y que este centro del campo aumentaría todavía más la distancia con el de todos los demás equipos, es una pérdida de tiempo polemizar sobre el 4 del Barça. Dejando de lado la necesidad de incorporar al jugador de Arenys, su llegada sólo haría que aumentar la calidad de un centro del campo ya de por sí excelso.

Como divertimento final imaginemos que el Barça disputa la Final de la Champions en Munich y que la divina fortuna se ha cebado tanto con los azulgrana que ni Xavi, ni Busquets ni Iniesta pueden jugar. Añadiremos que puedes escoger tres centrocampistas de cualquier equipo del mundo para afrontar este partido. ¿A quiénes elegirías? ¿Qué te parecen Mascherano, Cesc y Thiago?

Written by @robertlozano_

28 julio, 2011 at 11:19 AM

Alérgicos a Bojan Krkic

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En Silkeborg el zumo y los cereales se indigestan. Cada mañana, en la concentración de la selección Sub-21, Jeffren, Thiago, Montoya y Bojan desayunan leyendo sus nombres en las portadas de los diarios deportivos. Sus nombres ruedan como productos en eBay. En la jerga futbolera se les llama moneda de cambio, expresión más propicia para mercancías que para futbolistas, y que les irrita profundamente. No sucede así en la NBA, donde los jugadores son transportados de un Estado a otro con aquiescencia. La liga americana y el fútbol, tan diametralmente opuestos que se tocan, se diferencian simplemente en que los primeros asumen que son un espectáculo en el que los jugadores están al servicio de La Liga y de los espectadores, mientras que el fútbol sigue jugando a ser un deporte puro, límpido y sensible que trata con personas humanas cuando es, simplemente, un negocio más. Un fabuloso entretenimiento del vulgo.

Cada verano los clubes de fútbol se arriman más a la ruina con operaciones descabelladas y el beneplácito de las entidades financieras. A diferencia de otros años, el baile de nombres en el Barça está siendo limitado, debido a su buena marcha.  La “obsesión Fábregras” y los atacantes Alexis y Rossi son los mejor situados. Entre los posibles descartes están Milito y Maxwell o los canteranos Jeffren, Thiago, Montoya o Bojan. La trayectoria del de Linyola en Can Barça lo convierte en un caso especial. Antaño niño mimado del Camp Nou, aclamado y sobreprotegido por una trayectoria impecable en la cantera y unas expectativas sobredimensionadas y dañinas. Un amor tan grande y empalagoso que ha provocado extraños efectos secundarios a parte de la afición blaugrana: alergia a Bojan Krkic.

Un niño en el circo

Bojan Krkic ingresó en los benjamines del Barça en la temporada 1999-00. Con tan sólo 16 años, debutó en el primer equipo después de jugar, en un mismo año, en el juvenil y el Barça B. En 2007 se anunció la llegada de un prodigio. Ganó el Europeo Sub-17 anotando el gol decisivo de la final, debutó con el Barça en un amistoso en el que también marcó y disputó su primer partido con la selección Sub-21. Rijkaard confió ciegamente en él y el ‘27’ del Barça se convirtió en el jugador más joven que debutaba en la Champions League con la camiseta blaugrana (17 años y 22 días). En el goleador más precoz del Barça en Liga (contra el Villarreal, con 17 años, un mes y 22 días), y en el segundo goleador más precoz de la Champions, por detrás del Ghanés Oforiquaye, con 17 años y 217 días. Bojan se reveló como un goleador oportunista y certero la temporada 2007/2008, en la que anotó 10 goles en 14 partidos como titular. La ausencia histórica de delanteros en la cantera lo convirtió en una pieza única y singular, de esas que encaprichan a la grada del Camp Nou, como ya sucedió con Thiago Motta o como actualmente pasa con Afellay. Deco, uno de los hombres fuertes del vestuario del Barça del joga bonito, dijo de Bojan que no tenía regate, ni velocidad, ni cuerpo, ni potencia, ni técnica. Pero tenía gol. Un instinto y un olfato rematador innatos que lo convertían en un “optimista del gol”. Ya en la era Guardiola, Bojan declararía no haberse sentido cómodo en ese vestuario, más próximo a una comunidad de clanes que a la actual familia. Visto desde la barrera, da la sensación de que la gestión de la carrera del delantero ha sido poco menos que discutible. En una etapa de formación muy importante fue arrojado al circo con unas expectativas tan elevadas que devorarían al más cuerdo.

 Del 27 al 9

Guardiola se ha lamentado en diversas ocasiones de ser injusto con Bojan. Recientemente Estiarte reveló en una entrevista que, minutos después de haber conquistado la Champions de Wembley, Pep le había confesado que se había equivocado con el tercer cambio. Que el elegido debía haber sido Bojan, no Afellay. La realidad es que en los últimos tres años, a pesar de tener episodios de lucidez remarcables, ha ido perdiendo protagonismo poco a poco. Si en la temporada del triplete tuvo un rol decisivo en la conquista dela Copa, en la 2009/2010 suplió la displicencia de Ibrahimovic con goles decisivos en el tramo final de la Liga. En esta última temporada, sin embargo, tan sólo Jeffren, Pinto, Milito y Afellay han jugado menos minutos en Liga que él (938 minutos). En Liga de Campeones ha disputado unos testimoniales 58 minutos y en Copa (su competición), 418 minutos. Su balance ha sido el siguiente: 6 goles en Liga, ninguno en Champions y uno en Copa. 7 goles en 1.414 minutos. Es decir, un gol cada 204 minutos.

El escaso minutaje y su alienación en la banda han convertido esta temporada en la menos productiva para el delantero. En las últimas tres, Bojan marcó 13,10 y 10 goles, respectivamente. “El misterioso caso de la desaparición del 9 del Barça” le ha pasado más factura que a Villa y le aboca al mismo camino que a Ibrahimovic y Eto’o. Sus números, sin embargo, han sido más que correctos para un delantero reserva. Larsson, goleador suplente prototípico, marcó 4 goles en su primer año (estuvo lesionado gran parte de él) y 15 en su segunda temporada como blaugrana. Esta temporada, el peso del 9 a la espalda ha colocado a Bojan en la picota, lugar que en Can Barça siempre debe ocupar alguien.

El canterano, que en estos momentos disputa el Europeo Sub-21 (categoría con la que debutó hace más de 4 años), ha sido suplente en los tres partidos jugados hasta el momento. Después de cinco temporadas en la élite, las imágenes arrojan a un chico que parece un anciano psicológico de apenas 20 años. Su destino parece ahora ligado a la Roma de Luis Enrique. Sin la presión angustiosa del entorno blaugrana, Bojan tendrá la oportunidad de demostrar su valía en una liga que asfixia a los delanteros creativos pero ensalza a los oportunistas. Los alérgicos al delantero dejarán de sufrir, al fin, los accesos de fiebre y tos de la alergia que les provoca la entrada de Bojan Krkic al césped del Camp Nou.

Written by @robertlozano_

20 junio, 2011 at 9:08 AM

El ecosistema Guardiola

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Pep Guardiola ha convertido las ruedas de prensa en un ejercicio de comunicación catredalicio. Un mensaje estudiado, construido y difundido con una estrategia muy concreta, con un fin más o menos sutil. Las palabras del entrenador del Barça, lejos del vacío y la intrascendencia que desprenden las de la mayoría de sus colegas de profesión, se cargan de significados obvios o disimulados, directos o enigmáticos, simples o enmarañados. Dignos, en todo caso, de estudio. Guardiola ha conseguido convertir sus ruedas de prensa en un nuevo género pedagógico-futbolístico que las cadenas de televisión retransmiten en directo. Es la palabra de Pep, una filosofía que, libre del rigor de los datos y de las fechas, alcanzará con el tiempo la encarnación más pura y cristalina de la Historia: la del mito.

La rueda de prensa post-Wembley se diluyó en la ebria y lógica felicidad de la cuarta Champions League del Club. Sin embargo, es digna de interpretarse y sobreinterpretarse. Guardiola lanzó mensajes como:

(1) “Primero de jugadores hay una calidad humana. El que se salga se va” 

(2) “Messi es único e irrepetible. Esperar que no se aburra, esperar que el club le pueda dar los jugadores para que él se pueda seguir sintiendo cómodo, porque cuando es así él no falla. Cuando no juega bien es porque algo de su entorno no funciona e intentar que mantenga la calma de su vida personal y esperar que el club sea lo suficientemente inteligente para fichar a los jugadores adecuados para rodearle”

(3) “Mi futuro será muy duro porque tendré un problema para encontrar jugadores tan buenos”

(4) “Tengo que buscar los retos dentro de mi. (…) Voy a continuar un año y luego ya veremos”

Buscar la verdad es como buscar espíritus, y este discurso, camuflado entre la euforia de la Champions, puede interpretarse desde la intuición y la reflexión, pero nunca desde la certeza. Explica Umberto Eco que “ciertas novelas se vuelven más bellas cuando alguien las cuenta, porque se convierten en otras novelas”. Así pues, estas son las conjeturas sobre nuestra novela:

La primera frase forma parte la estrategia que ha desarrollado Guardiola durante estos tres años. Ha creado el mejor equipo de fútbol del mundo pero también una familia y un grupo de personas que asumen, sin rechistar, un rol determinado en esta máquina engrasada. Por más goles que marcase, Eto’o fue despedido sin pestañear. Lo anunció Guardiola a su llegada y lo cumplió un año después, cuando se dieron las condiciones adecuadas. El reemplazo, Ibrahimovic, era un virtuoso teóricamente perfecto para un equipo que se entiende desde la técnica, pero su temperamento y su estilo de juego chocaron de frente con Leo Messi, piedra filosofal de este proyecto y elemento que nos lleva a la segunda sentencia.

La cohabitación con Messi

El técnico de Santpedor no sólo busca a los mejores jugadores, sino a buenas personas que sepan cohabitar con Messi. Puede que el argentino no fiche y ni tan siquiera sugiera o apruebe pero Guardiola tiene claro que el perfil del nuevo ha de ser bajo, del tipo Villa o Masquerano, grandísimos futbolistas que supediten sus egos al bien del equipo y que entiendan que Messi es un extraterrestre en todos los sentidos. De aquí los nombres de Rossi, Alexis Sánchez e incluso Cesc. En este grupo, por ejemplo, Neymar tendría un difícil encaje. El brasileño, un globetrotter encaprichado con las bicis tal que Robinho, ha dado muestras durante su corta carrera de un carácter estrafalario y rebelde. Su tremenda calidad queda embarrada por un estilo individualista y, por tanto, incompatible con el del Barça, en el que sólo hay lugar para una figura. Cuando en rueda de prensa Guardiola habló de arropar al 10, algunos entendieron que se refería al fichaje de Javier Pastore, íntimo de La Pulga y actual jugador del Palermo. La más que posible marcha de Milito, que ha actuado como hermano mayor y confesor del astro argentino dentro del vestuario, dejaría algo “huérfano” a Leo.

Esto nos lleva a la tercera frase e indirectamente a la cuarta. Es muy difícil encontrar en el mercado jugadores que reúnan todos estos requisitos. Futbolistas que, además de ser únicos, tengan un comportamiento ejemplar y entiendan el idioma y el ecosistema Barça. Por su estilo de juego e idiosincrasia el equipo de Pep se configura como una secta en la mejor de sus acepciones, elitista y de difícil acople. De aquí que el técnico del Barça opte por contratos de un año, que tensionan tanto a la Junta como a los futbolistas para dar lo mejor de sí mismos y no permiten el apoltronamiento.

Son en estos meses de silencio en el terreno de juego cuando se toman las decisiones más trascendentales para este difícil juego de equilibrios y armonías que denominamos “Ecosistema Guardiola”.

Written by @robertlozano_

10 junio, 2011 at 9:41 AM

Fichar a un suplente de 40 kilos

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Cesc Fàbregas es un jugador extraordinario, de los que llevan el denominado “ADN Barça”, de los que marcan el estilo de un equipo. Pero, ¿qué papel tendría en el Barça? El capitán del Arsenal vendría para fortalecer el centro del campo y, sobre todo, para dar minutos de descanso a Xavi e Iniesta. Es decir, vendría para ser suplente.

Por delante tendría al mejor centro del campo del mundo: Xavi, Iniesta y Busquets. Y por detrás, a dos perlas de la Masia que aprietan y apuntan a la titularidad en un futuro próximo: Thiago y Sergi Roberto.

Deportivamente, por tanto, sería un relevo de la terna titularísima del centro del campo y un tapón para la progresión de dos de los canteranos más brillantes. Si nos atenemos a factores estrictamente deportivos, por tanto, sería una opción discutible. Pero el auténtico problema es económico: ¿a qué precio vendría Cesc?

El Arsenal se ha enrocado en 40 millones de euros y el Barça, según sus directivos, tiene una partida de 50 millones para fichar. De realizarse la operación, tan sólo quedarían 10 millones para reforzar posiciones mucho más necesitadas como la delantera o el eje central de la defensa.

Y seamos pragmáticos, el Barça necesita con mucha más urgencia un delantero y un defensa que un centrocampista suplente. Por mucho que se llame Cesc.

Si deportivamente es comprensible, económicamente es inviable pero, sobre todo, significa enviar un mensaje pernicioso a los chicos de la cantera. Con 16 años, Cesc decidió marcharse en una época convulsa y de vacío de poder. Aceptó una suculenta oferta deportiva y económica y tomó un camino muy legítimo en un momento en el que el Barça se hacía añicos.

Hoy en día, Héctor Bellerín y Jon Miquel Toral, del Cadete A, han tomado la misma decisión y a partir de la temporada que viene jugarán con los reservas del Arsenal. ¿Irá el Barça a buscarlos de aquí a unos años y pagará 40 millones por ellos?

En la cantera hay chicos que sí se han quedado y luchan por llegar algún día a jugar con el primer equipo: Thiago, Sergi Roberto, Deulofeu, Rafinha, Espinosa o Sergi Samper son jugadores que han recibido numerosas ofertas y han decidido quedarse sacrificando mucho dinero y arriesgándose a no llegar nunca a jugar con la primera plantilla del Barça.

¿Qué mensaje de esfuerzo y de sacrificio se les está enviando a estos chicos si el Barça ficha finalmente a Cesc por una cantidad que equivale al presupuesto de un lustro de la Masia?

Y todo por un jugador que ahora mismo no es estrictamente indispensable y que vendría a ser suplente. Un suplente de 40 millones.

[N. del A.: si se hace, que sea rápido e indoloro. Otro verano dedicado a Cesc sería perjudicial para la salud mental de los amantes del «mercato». El año pasado, por fechas similares: Más allá de Cesc Fàbregas]

[Publicado en Faltadirecta.com]

Written by @robertlozano_

7 junio, 2011 at 9:41 AM

La izquierda exquisita

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Dicen que hay diversas maneras de interpretar y de concebir el fútbol, de entenderlo, estudiarlo, jugarlo y amarlo, y excepto los 10 primeros minutos de la final, de ordenación y despegue y los 10 últimos, de tributo y pleitesía, el Barça explicó al mundo, le resumió en 70 minutos, el trabajo que ha hecho durante los últimos 20 años, su manera de vivir este deporte.

Prestidigitador del tiempo, el Barça trucó el balón cómo si se tratara de relojes blandos de Dalí, entre la omnipotencia del sueño, la imaginación y el surrealismo. Anestesiados, atrapados en una dimensión onírica presa de la admiración, el pasmo y la impotencia, cualquier equipo que se enfrente a los blaugrana pierde calibre y se empequeñece ante una velocidad de toque y toque que se juega en los 107x 72 metros de un terreno de juego pero bien se podría interpretar en los 127×254 centímetros de un tablero de billar. El Barça materializó en Wembley una idea que hasta la llegada de Guardiola se esfumaba con sólo pensarla y se desvanecía si la intentabas atrapar. La trayectoria de este equipo, por inigualable, se conocerá en un futuro como “La utopía Barça”.

La singularidad de “La Pulga”

Este equipo, que cuenta con jugadores irrepetibles, cimienta su fútbol en el triángulo mágico formado por Xavi, Iniesta y Messi. “La Pulga”, punta de este triángulo escaleno, es un genio disfrazado de niño con balón. Su aborto de discurso en la celebración dela Champions(“no tengo nada que decirles”), resume el comportamiento de un crío que no hablaba ni en el recreo. El silencio y Messi van tan ligados que el jugador ha entendido que goza de poderes psicosomáticos, casi místicos, para generar desde el más exaltado fervor hasta el más sobrecogedor de los silencios. Él es el que genera el discurso. Él es el cuento mitológico que en un futuro no muy lejano provocará que un padre, ante preguntas como ¿qué es el silencio? se vea obligado a responder: hijo, el silencio lo fabrica Messi.

El periodista Ramon Besa explica que Messi “se enfurruña muy de vez en cuando y se porta como un niño”. Enfados inexplicables que responden a que alguien no le ha pasado la pelota o a una substitución. “Messi se enfada y desenfada sin que nadie pueda poner remedio, sino que hay que aguardar a que se le pase: “La Pulga” agacha entonces la cabeza, hace ver como que no ha pasado nada y se reincorpora al grupo sin que nadie le diga nada. Así se disculpa. Aceptado”.

Messi es un genio con todas las virtudes y todos los defectos, con todas las hazañas y las niñerías, prodigios y rarezas incluidas. En la plantilla del Barça sólo hay espacio para un “rarito” y lógicamente éste es para Messi. Desfilaron Eto’o e Ibrahimovic porque Guardiola entendió que un equipo que cuenta con Leo no necesita un goleador, sino un cómplice.  Explica Besa que a Villa “le advirtieron nada más llegar al Barcelona que se olvidara de competir a goles con “La Pulga” y a Thiago que, por más artista que se sienta, que lo mejor que podía hacer es pasarle el balón a Leo y aguardar a que éste se lo devolviera, como signo de que había sido admitido”.

Tras la final, Guardiola halagó al astro argentino en la rueda de prensa: “Messi es el mejor jugador que he visto y que podré ver. Es único, indescriptible y espero que no se aburra jugando nunca y que tenga muy buenos jugadores a su lado que le rodeen para que esté bien”.

El entrenador del Barça sabe, más que nadie, cómo hay que mimar a Messi, cómo hay que tratar a esa cabeza inescrutable y pueril. Sabe, como nadie, que este Barça trasciende de la lógica y de la estética gracias a “la izquierda exquisita”.

Written by @robertlozano_

31 May, 2011 at 9:46 AM

Los ocho de Manchester

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6 de febrero de 1958, Munich. El vuelo 609 de la British European Airways intenta un tercer despegue, se eleva un centenar de metros, se precipita y cae. A bordo, el mejor Manchester United de toda la historia, los Busby’s Babes. Bent, Byrne, Colman, Jones, Pegg, Taylor y Whelan mueren al instante. Entre los supervivientes se encuentran el mítico manager Matt Busby, un joven Bobby Charlton y la perla más fulgurante que ha visto el fútbol inglés: Duncan Edwards. Edwards, precoz y descarado, había debutado a los 16 años con el United y a los 18 con los Pross. Con 20 años ya había ganado 2 ligas y lo aclamaban en toda Europa a raíz de una exhibición tremenda contra la Alemania campeona del mundo, partido que le valió el apodo de boom-boomm. Medio izquierda de recorrido, con técnica, visión de juego y una precisión de cirujano, gozaba de la admiración del Planeta Fútbol. “Ni Pelé ni Di Stéfano. Nunca me he sentido tan inferior a alguien en un campo de fútbol como junto a él”, confiesa Sir Bobby Charlton.

Pocos días después de la tragedia, el United disputa un partido de Copa contra el Sheffield Wednesday. Desde el hospital Isar des Rechts de Munich Busby envía un mensaje a los 60.000 espectadores del estadio, que escuchan en silencio sepulcral la voz mortecina que sisea por los altavoces: “Damas y caballeros: les hablo desde una cama en el hospital de Munich. Después del accidente sufrido hace aproximadamente un mes, les gustará saber que los jugadores que quedan y yo mismo nos vamos reponiendo poco a poco”. Henchido de coraje, el United se impone por 3 a 0.

Pero la fatalidad tenía guardada un último acto. Tres días después, tras una lucha de dos semanas, muere Duncan Edwards. Jimmy Murphy, ayudante de Busby, explica que, poco antes de morir, Edwards le susurró al oído «¿A qué hora es el partido contra los Wolves, Jimmy? Hay que estar preparados«. Edwards fue enterrado con honores de Estado ante 5.000 personas.

Desde ese momento y hasta el final de la temporada el United gana un partido, empata cinco y pierde ocho. Durante la siguiente década vagará por las tinieblas del fútbol.

Nacen los Red Devils

Matt Busby estaba empeñado en resucitar al United, en devolverle la alegría a un club deprimido y entendía que el levantamiento se forja en la actitud. En 1934, el Salford, un equipo de rugby inglés, es invitado a una tournée por Francia para promover la liga de rugby en el país. Los periodistas franceses, asombrados por su juego y resultados y, valiéndose de sus pantalones rojos, los apodan Les Diables Rouges (los diablos rojos). Busby queda prendado del carácter de ese equipo y decide rebautizar al United. A partir de ese día el mundo los conocerá como Red Devils.

Este intimidatorio apodo parecía creado expresamente para uno de los integrantes de esa generación. Aunque comúnmente se le conocía como “El quinto Beatle”, George Best era un diablillo de apenas 1,68 que, ávido de vida, la tomaba a manos llenas. Campeón de liga en 1965 y 1967, ganó el balón de Oro en 1968, la temporada en la que el United consiguió su primera Copa de Europa, también la primera para un club inglés. Pero Best amaba con más fuerza sus malos hábitos y estos devoraron con voracidad al futbolista. Juerguista, mujeriego y bebedor empedernido, su verborrea y locuacidad dejó frases míticas que deambulan por el imaginario colectivo como una suerte de refranes jocosos:

“He gastado mucho dinero en mujeres, coches y alcohol… el resto lo he despilfarrado».

«En 1969 dejé las mujeres y el alcohol; fueron los peores 20 minutos de mi vida».

“Hace unos años dije que si me daban a elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con Miss Mundo, iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas»

Best falleció el 25 de noviembre de 2005, a causa de una infección pulmonar y un fallo multiorgánico. Tres años antes había recibido un trasplante de hígado.

Por los ocho

Diez años después de la catástrofe de Munich, la historia hizo las paces con el United. Busby los llevó hasta una final que les enfrentó al Benfica de “la Pantera negra de Mozambique”. Eusebio, doble campeón de Europa y máximo goleador del Mundial de 1966, no fue suficiente, sin embargo, para parar a los Red Devils de Best, Law y, sobre todo, Charlton. Bobby Charlton sentía que tenía una deuda consigo mismo, con el destino y con sus compañeros muertos y anotó dos de los cuatro goles de su equipo (4-1). Aliviaba así su pesar pero nunca pudo arrinconar la tristeza de no levantar el trofeo junto a Edwards.

Treinta y un años después, en 1999, un actor tan secundario como estimado, Ole Gunnar Solskjaer, daba la segunda Champions al United en la final más turbadora de la historia. En el tiempo de descuento Sheringham y el jugador noruego remontaron el tanto inicial de “Super” Mario Basler. Con el Camp Nou ya vacío, Charlton se paseó solo y cabizbajo por el césped de l’Estadi, aún humedecido con lágrimas bávaras. En su cabeza aún seguían borboteando los nombres de Bent, Byrne, Colman, Jones, Pegg, Taylor, Whelan y Edwards. Los nombres de los ocho de Manchester.

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25 May, 2011 at 9:51 AM

El misterioso caso de la desaparición del 9 del Barça

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“Me dice que, cuando mira un partido en la pantalla para analizar al equipo rival, lo ve todo… menos el 9. Es como si, para él, no existiera. Como si en el proceso de juego, el 9 no estuviera o no entrase. Porque, para él, el portero interviene mucho más, por la salida del balón, por las posesiones altas, por donde saldrá el equipo, por donde debe de haber pausa…Para él el 9 tan solo es un tipo que se dedica a ir al espacio, alguien que ya la tocará… Curiosamente es la posición a la que presta menos atención y es la posición más difícil e importante…Tanto hablar del juego, de la metodología y de los procesos acabamos olvidándonos de una cosa tan simple y elemental como el chute”.

Estos retazos pertenecen a un fragmento de la conversación entre el periodista Martí Perarnau y el entrenador del Barça, Josep Guardiola, plasmados en el libro “El camí dels campions”. De ellos se extrae que en los pensamientos del entrenador del Barça existe un vacío premeditado hacia una de las parcelas más definitivas de un equipo de fútbol: la que ocupa el goleador, el territorio del 9. Unos pensamientos que no ha podido llevar a la práctica en su máxima expresión hasta la actualidad.

Samuel Eto’o, al que no encontraron salida en la primera temporada del técnico, anotó 36 tantos en todas las competiciones, incluido uno en la Final de Roma contra el United. Ese verano fue traspasado a cambio de Zlatan Ibrahimovic. “El solista de Mälmo”, irregular y discutido, marcó un total de 29 goles, también insuficientes para continuar en el equipo. En la presente temporada el 9 lo lleva Bojan KrKic, suplente habitual, y el teórico papel de matador lo ostenta David Villa, goleador en el Sporting, en el Zaragoza, en el Valencia, en la selección española y… extremo pegado a la cal en el Barça (22 goles hasta la fecha).

Las livianas críticas a David Villa son disimuladas por la buena marcha del equipo, un Barça que anotó 76 goles en sus primeros 25 partidos de la temporada pero que, desde marzo, tan solo lleva 11 en 8 partidos de Liga. La fatiga y un errático David Villa son motivos menores que explican este descenso anotador. Existen, sin embargo, explicaciones mucho más significativas.

La “vulgaridad” del gol

Uno de los pocos puntos débiles de este equipo histórico es su falta de efectividad. De posesión del balón hipnotizante, el equipo de Pep chuta a puerta cuando no hay más remedio, casi por obligación (“tanto hablar del juego, de la metodología y de los procesos acabamos olvidándonos de una cosa tan simple y elemental como el chute”). El gol, considerado desde su nacimiento como la máxima expresión del fútbol, desprende aires de obligación en este equipo, como si fuera un fin que no justifica los medios y algo ramplón en comparación a los pases, a la circulación del balón, al mareo de posesión, a los regates, a los taconazos o a las excelsas jugadas de combinación. Da la sensación de que si el fútbol se puntuara como el Boxeo, el Barça no chutaría nunca y se limitaría a deleitar al público con un espectáculo sublime e infinito. Luego, en este tipo de juego, ¿qué rol juega un 9? ¿Qué papel tiene alguien que se dedica “simplemente”  a definir una jugada, a empujar el balón a la red y a dar por acabada una creación de tamaña factura?

La extinción del 9

Esta temporada hemos visto por fin la evolución total del Pep Team, un equipo que ha abolido la posición del 9. Esa parcela queda absolutamente vacía porque Guardiola quiere delanteros que lleguen, no que estén. Un espacio que permite que Messi cabalgue hacia la portería sin estorbos, sin obstáculos. De aquí que Eto’o e Ibrahimovic (al margen de lo extradeportivo) fueran vestigios de un juego pasado, piezas inconexas, incoherentes e incompatibles de un reloj de precisión donde la aguja es Messi (49 goles), principio y final de este Barça.

El equipo de Pep, sin 9 aparente, es el máximo goleador de la Liga (91 goles) y David Villa, criticado por sus fallos, es el gran vencedor de la temporada. Inteligente y trabajador, ha sabido acoplarse a un engranaje que carece de punta de lanza y la temporada que viene seguirá en el equipo, convirtiéndose en el primero que supera la criba del 9, en el primero que entiende el por qué de la misteriosa desaparición del 9 del Barça.

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11 May, 2011 at 11:10 AM

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Las reglas del juego han cambiado

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El Madrid ha vendido su alma al diablo por una Copa del Rey. Si la consigna era conseguir títulos y batir al Barça, el club de Florentino Pérez se puede dar por medio satisfecho. La Copa, como mínimo, engrosará sus laureadas vitrinas. Pero, ¿a qué precio? El coste en reputación, imagen y prestigio es tremendamente alto.  El mejor club del siglo XX, según la estadística, tenía la oportunidad de desquitarse del 5 a 0 y de demostrar que hay alternativas serias al excelso juego barcelonista. En su lugar, donde ha atacado y disparado sin piedad no ha sido en el rectángulo de juego sino en la sala de prensa. El Madrid, pase lo que pase en el Camp Nou, se consume bajo la megalomanía de Mourinho, aclamado en el Bernabéu como un Emperador Romano. Su lengua viperina ha convencido al aficionado madridista de que el mundo está contra ellos, de que los acechan los estamentos y los intrigan las instituciones. Incluso ha convencido a su gente de que el Madrid debe plantarse con un juego rácano y acuartelado contra el Barça. Alegar por el boicot como único modelo de victoria es reconocer una inferioridad supina en una plantilla que cuenta con algunos de los mejores jugadores del mundo. Al fin y al cabo, también Nerón fue ensalzado.

El pragmatismo es un arma de corto plazo. Mourinho ha sugestionado a su plantilla y la ha preparado psicológicamente para defender. Ha aislado a Ronaldo y a Di María, ha travestido a Özil y ha relegado en el banquillo a Benzemá, Higuain, Adebayor y Kaká. Ha convertido a Pepe en un soldado universal y a tres campeones del mundo (Arbeloa, Alonso y Sergio Ramos) en unos patibularios. Y los madridistas le besarán los anillos por ello, olvidando que hubo un tiempo en el que jugaban a fútbol con el balón. Una época en la que aspiraban a más de un 0 a 0 en su feudo.

“¿A un jugador ofensivo como tú le gusta el juego que practica tu equipo? La explicación de Cristiano fue tan concisa como contundente. «No me gusta jugar con este estilo pero me tengo que adaptar porque esto es lo que hay». Ronaldo ha sido el primero en desmarcarse de la “maniobra Mourinho”, seguramente, inconscientemente, definitivamente, palabras procedentes de las entrañas.

Mientras tanto, un jugador de 23 años se ha convertido en el tercer máximo goleador de la historia del Barcelona, equipo que camina hacia su tercera final europea en cinco años. El Barça se ha convertido en un refugio para los románticos, en un argumento indiscutible de que, en ocasiones, la justicia poética no sólo es un recurso literario. De que hay un nuevo orden en el fútbol mundial. De que las reglas del juego han cambiado.

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28 abril, 2011 at 10:57 AM

Jaque al Barça

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“Mike Dunleavy, sumergido hasta entonces en su hierática postura pensante de brazos cruzados, viró de repente al fondo del banquillo. “Jer! Run, come here!”. Pegado a Jermaine, el técnico agitaba los brazos al hablar: “You Shaq: ball foul, ball foul, ball foul, OK?”. Aun sin entender muy bien el porqué de la consigna, el joven pívot salió asintiendo a escena dispuesto a morder a su presa con un celo insuperable: primera falta, segunda, tercera… y ningún punto desfavorable. Aplausos desde el banco. “Good, guy, good… Go on! Go on!”. Algo extraño pasaba: el equipo infractor, quien cometía deliberadamente las faltas, no parecía estar sufriendo perjuicio alguno. Más bien al contrario, el desenlace resultó aún más inesperado (…)”

Esta escena relatada por el periodista Gonzalo Vázquez forma parte de uno de los episodios más oscuros del planeta americano. Empezaba la temporada 1999/2000 en la NBA y Lakers y Blazers se enfrentaban en un partido que engendraría una infausta estrategia para detener a un gigante, para entorpecer a un equipo sublime. Ese año Shaquille O’Neal se erigía como el jugador más dominante que los parqués de la NBA habían visto nunca. Era una bestia imparable que destrozaba los aros rivales sin piedad, un serio aspirante a convertirse en el mejor pívot de todos los tiempos. Su titánica sombra se arrimaba, incluso, a la del mejor de los mejores, His Airness. Y fue en ese partido, precisamente, cuando del cerebro del entrenador Mike Dunleavy surgió una mezquina maniobra para parar a Shaq. Consciente de su ridículo porcentaje en tiros libres, ordenó a Jermaine O’Neal masacrarle a faltas para enviarlo a la línea y, de paso, romper el ritmo del equipo. Los Lakers acabaron perdiendo ese partido con un Shaquille desquiciado y expulsado y la maniobra se extendió por la Liga como la pólvora. Uno, dos, tres y hasta cuatro jugadores del equipo contrario se turnaban para cometer innumerables faltas sobre O’Neal. Cortar la fluidez del equipo angelino y enviar al gigante a la línea de personal era la única manera de torpedear al mejor equipo del mundo. Una oscura estratagema que se bautizó como “Hack a Shaq”.  

La maniobra Mourinho

Hagamos un ejercicio de traslación. Substituyan el nombre de Mike Dunleavy por el de José Mourinho. El de Jermaine O’Neal por el de Pepe y el de Shaquille O’Neal por el de Messi. Ya tienen su particular “Hack a Messi” o, en este caso, debido a la aplicación de la estrategia de manera más general, de “Jaque al Barça”. Mourinho no martillea en especial a ningún jugador blaugrana sino que su juego duro se extiende desde el triángulo mágico (Xavi, Iniesta, Messi) hasta la periferia: Adriano, Alves. No existe la saña a un jugador en particular, sino el acoso constante a todo el conjunto.  Arbeloa, Ramos, Alonso o Khedira se turnan para boicotear el juego culé, que se ve superado en el medio campo y aislado en la delantera.

“El finísimo equilibrio entre la expresión del juego y la represión que sobre él ejerce el reglamento” favorece la “maniobra Mourinho”. Mientras el árbitro no considere que hay alguna acción antirreglamentaria, el equipo de Mou se seguirá empleando a fondo para desplegar su antídoto: anular el juego del Barça con incontables interrupciones, faltas, lamentos y protestas que sólo llevan a la nada futbolística, donde el Madrid habita y retoza. Donde es el Rey. La estrategia que utilizaban los adversarios de Los Lakers, como el Madrid hace con el Barça, podía causar mayor o menor simpatía, mayor o menor identificación con el juego de uno u otro equipo, pero es legítima. De dudosa estética, pero legítima.

En 1999, Los Angeles Lakers acabaron obteniendo el anillo, a pesar del “Hack a Shaq”. Shaquille O’Neal terminó como “máximo anotador de la temporada, segundo reboteador, tercer taponador y líder en porcentaje de tiros. Fue nombrado jugador más valioso de la Regular, el All Star y los Playoffs, donde elevó sus números hasta unos monstruosos 30.7 puntos y 15.4 rebotes (38 y 16.7 en las Finales). El grotesco experimento del ‘Hack’ demostró ser a la larga un rotundo fracaso”.

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27 abril, 2011 at 11:21 AM

La zona muerta

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En la “Zona muerta” el vendedor de libros Stephen King explica la historia de Johnny Smith, un tipo que entra en coma a causa de un accidente de tráfico. Cuando despierta, cinco años después, es capaz de predecir acontecimientos catastróficos. En uno de los exámenes que se le realizan, los médicos le descubren que tiene problemas para visualizar algunos objetos debido a que esos recuerdos estaban en la parte dañada de su cerebro, la llamada «zona muerta». Xavi, Iniesta y Messi, principio y fin de la máquina barcelonista, se volvieron a perder en el triángulo de las Bermudas formado por Kedhira, Alonso y Pepe. Mou, entrenador y alquimista, vuelve a formular un nuevo “antídoto Inter” y a sumergir al Barça en la amnesia de la zona muerta.   

Mourinho se postula como auténtico némesis barcelonista. La final empezó sobrexcitada, con escaso fútbol y faltas constantes, un escenario propicio para la escuadra blanca, ducha en el tejemaneje de los subterfugios del fútbol. Anulada la piedra filosofal del Barça, Xavi e Iniesta se vieron arrastrados a un juego lento y mordido, sin líneas de pase y dos naúfragos (Pedro y Villa) peleados con la nada. Ni siquiera Messi, que intentó el rescate siempre demasiado lejos de la zona de peligro, pudo romper el aislamiento, la burbuja autista en la que encerraron al Barça. Sólo “El Jefecito”, versado en este estilo de juego, aguantó al equipo de Guardiola hasta la liberación del descanso.

En el segundo tiempo el Barça recordó que es el mejor equipo del mundo. Arengados por Guardiola, aceptaron el reto del Madrid y lo acularon hasta colgarlo del larguero. Las botas butano de Messi se incendiaron y Xavi e Iniesta dieron tal velocidad al juego que pareció que el Madrid se quedaba sin batería. Pero como el Inter, este equipo de Mourinho está diseñado psicológicamente para defender y resistió y resistió hasta que al que se le acabaron las pilas fue al Barça. Ni un conjunto ni el otro supo imponer su estilo durante los 45 minutos que tuvieron cada uno. Condenados a la prórroga.

El Barça confía demasiado en su tocar y tocar porque hasta ahora ha dado resultado. Sin prisas, sostiene que el contrario acabará cayendo, fruto del mareo o de la desesperación. Pero de nuevo el Madrid se dejó mordisquear hasta parecer herido de muerte y esperó el momento justo para acabar con el Barça con una jugada de libro. El conjunto blanco ha vuelto a recuperar los valores de su vieja escuela. Por casta y orgullo es un equipo capaz de superar al Barça en el cuerpo a cuerpo, en batallas de corto plazo como la Copa, pero carece de la brillantez necesaria para disputarle un título como la Liga, terreno abonado para el mejor equipo. El Barça se ha quedado sin gol en el peor momento de la temporada. Su plantilla es corta y sólo tiene un plan. Pero es el mejor plan. Y queda el Premio Gordo…

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21 abril, 2011 at 1:30 PM

Duelo electoral

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El Madrid celebró el empate y el Barça, prácticamente, la Liga. Todos contentos, como si de una noche electoral se tratara. Mourinho y Guardiola escenificaron un ensayo general de cara a la Final de Copa con todas sus armas, con todos sus complejos. El jugador más talentoso de los blancos, Özil, se quedó en el banquillo en un reflejo de las pretensiones del Madrid: saberse inferior, salir a no perder, apaciguar el vendaval barcelonista y contraatacar a la mínima ocasión. Mou colocó sobre el césped un equipo psicológicamente preparado para defender y resistir sin balón y el Barça alcanzó posesiones estériles de hasta el 80% y de dos minutos ininterrumpidos. Fue, sin embargo, una batalla que en ningún caso quiso disputar Mourinho. Consciente de que el Barça es el mejor equipo del mundo con el esférico situó a Pepe como barrendero y a Ronaldo y a Di María como lanzaderas. Guardiola acertó de nuevo en rueda de prensa: los jugadores del Madrid son más altos, más rápidos, más potentes y más fuertes, características, eso sí, más propias de atletas que de futbolistas. Así que el Barça, menos incisivo que de costumbre, tocó y tocó, casi siempre en horizontal, frenado por la baja forma de Pedro y Villa y, sobre todo, por la interinización de un Madrid que siempre se crece en la adversidad. Con la expulsión de Albiol  jugó mejor, desmadejó al Barça y logró el empate. Ronaldo le marcó su primer gol al conjunto blaugrana y Messi su primer tanto a un equipo entrenado por Mourinho. Así que todos contentos. El Madrid evitó una nueva derrota contra el Barça e insinuó un antídoto para frenar a los culés, mientras que el conjunto de Guardiola consiguió un punto valioso que lo alerta de cara a la final de Copa. Pero la Liga, que nadie la olvide, ya va de camino a Barcelona.

El discurso de Mou

En “El hombre que confundió a su mujer con su sombrero”, Oliver Sacks explica que  los discursos del presidente Ronald Reagan provocaban la risa floja a un grupo de personas muy especiales. Eran los enfermos de afasia receptiva o global, una enfermedad que incapacita para entender las palabras como tales. Los afásicos, sin embargo, comprenden la mayoría de lo que se les dice cuando alguien se dirige a ellos con naturalidad, es decir, con pistas extra verbales como una entonación, unos gestos o un tono de voz coherentes con el discurso. Curiosamente, al no poder captar las palabras, los afásicos han desarrollado ciertas habilidades y “ventajas”. Por ejemplo, no se les puede engañar con palabras y, además, distinguen lo que es auténtico de lo que no lo es basándose en las muecas, los histrionismos, las gesticulaciones y, sobre todo, los tonos y las cadencias. En el caso de Reagan, sus palabras no se correspondían, en ningún caso, con estos signos extra verbales y eso provocaba la risa de los afásicos, que eran los únicos en detectar la falsedad del discurso. “La gente normal, con el deseo de ser engañados, fueron los únicos totalmente engañados. El uso engañoso de las palabras iba tan astutamente ligada a un tono de voz engañoso que sólo los que tenían lesiones en el cerebro se mantuvieron intactos, inmunes al engaño”.
El discurso de Mourinho, como el de Reagan, ha heredado una expresión desnaturalizada que contradice sus palabras. Histriónico, guiñolesco y teatrizado hasta el punto de provocar la carcajada ante un discurso que no se cree ni él mismo.

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18 abril, 2011 at 10:32 AM

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Una astilla llamada Mascherano

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Llegó como teórico substituto de Yayá Touré. Como desquite del fichaje frustrado de Cesc Fábregas. Como negativo a la negativa por Mesut Özil. Y como alternativa a Sergio Busquets. Sin duda, los astros se alinearon y todas las circunstancias y casualidades del Planeta Fútbol se aliaron con “El Jefecito”. Javier Mascherano, capitán de la selección albiceleste, pasó de compartir centro del campo con Benayoun, Aquilani o Maxi Rodríguez a hacerlo con Andrés Iniesta y Xavi Hernàndez, cuyas semejanzas terminan en las entradas capilares y la escasa estatura. En un equipo de virtuosos, de finos estilistas, el mejor ladrón del fútbol mundial, un genio táctico, desafinaba en un equipo donde incluso el portero hace bicicletas. Argumentar que él era el mejor sin balón no era suficiente para un equipo casado con el esférico. Hasta que faltó Abidal.

La baja por enfermedad del francés ha colocado a Mascherano como figura clave del engranaje defensivo del Barça. La falta de velocidad de Piqué y Busquets, sumada a la poca experiencia del de Badía en esta posición, ha obligado a la reconversión del argentino. Mascherano será el central titular que acompañará a Piqué en los partidos decisivos de esta temporada, convirtiéndose en un airbag indispensable para corregir errores, papel que hasta la fecha tenía asignado Puyol.

La hora del Jefe

Durante la temporada Masche ha interpretado un papel de reparto en una orquesta tan talentosa que incluso descubre lagunas en jugadores de relumbrón como David Villa. Encajar en un equipo de superdotados puede ocasionar dos reacciones contrapuestas: rechazo y autoafirmación unidas a una visión sobredimensionada del propio ego (véase Ibrahimovic) o integración basada en el aprendizaje de mecanismos, reconocimiento de las carencias propias y admiración por los que te rodean (Mascherano).

El Jefecito comprendió desde el primer día que él era un patito feo, una astilla en una pieza tallada con precisión y delicadeza, a la sombra de un medio centro (Busquets), diseñado por los arquitectos de La Masia. Pero también supo captar el aprecio del aficionado barcelonista por otras grandes virtudes como el sacrificio, el esfuerzo y el carácter. Un carácter que no acepta la derrota ni la rendición y, que por naturaleza, está ausente en la mayoría de jugadores de la cantera. Javier Mascherano nunca hubiera obtenido el sobrenombre de “Jefecito” de haber salido de La Masia. Simplemente, habría sido un rara avis en un club distinguido por formar peloteros. Pero el argentino sabe que todo equipo campeón necesita un tipo como él, con garra, abnegación e inteligencia táctica. Masquerano sabe que en el Barça no puede limitarse a ser el “Jefecito”. Sabe que ha llegado su hora. La hora de ser El Jefe.

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13 abril, 2011 at 10:22 AM

La Copa se empieza a ganar en el Bernabéu

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El run and gun del Madrid, un juego de contraataque veloz en el que el chute a puerta es un imperativo impaciente, más que el culmen de un juego de combinación, es un arma demoledora que destruye a los conjuntos que le juegan de tú a tú, como si fuera un equipo fácil de espantar. Los hombres de Mou se dejan mordisquear hasta que el error del contrario les provoca un arrebato depredador que golpea la meta rival con zarpazos violentos y mordiscos letales que dejan sin reacción al contrario. Tan sólo sufren con los equipos que se encierran, con los que forman pegados en la frontal del área y contraatacan a trasmano, dándoles de su propia medicina. Con estos también sufre el campeón, pero en menor medida. El juego hipnótico y paciente del Barça, casi mareante, suele hacer caer toda resistencia, por más fortificada que sea. Los de Guardiola, sin centrales veloces y con laterales de pizarra, suelen dejar pasillos defensivos para los corredores del rival, que tienen sus opciones sólo cuando huelen el balón, en contadas ocasiones. Mientras Messi es el eje de una rueda ofensiva que gira entorno a sus botas, Ronaldo actúa como punta de lanza, afilada y punitiva. El equipo que más adula al esférico se enfrenta al que más le pega, dos estilos tan opuestos como mutuamente dañinos.

Empieza el playoff del enfrentamiento más mediático del mundo. El del sábado, el menos trascendente, es quizá el más importante. Da la sensación de que el Madrid está hecho para el cuerpo a cuerpo, para días de gloria y partidos puntuales, mientras que el Barça es un conjunto de largo recorrido, de plano general y emotividad liviana. El orgullo del Madrid contra la majestuosidad del Barça favorece a los blancos en partidos de alta tensión como el de la final de Copa. De aquí que el factor psicológico sea tan importante, tan decisivo. De aquí la importancia de desmoralizar al Madrid ganándole de nuevo en su estadio. Sin medias tintas ni partidos de tanteo, el Barça irá con todo, plenamente sabedor de que la final de Copa se empieza a ganar en el Bernabéu.

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11 abril, 2011 at 10:30 AM

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Abril de tila, trankimazín y desfibrilador

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Alves, lateral de pizarra y ubicuo por naturaleza, se proyecta en el campo como centrocampista, extremo y delantero. Su tamaña influencia en el juego del Barça origina un porcentaje de ocasiones tan elevado como de errores colosales. Sus acciones brillantes combinadas con su falta de precisión, su histrionismo y su indulgencia defensiva provocan sensaciones extrañas, tan ambivalentes que lo abrazarías y lo estrangularías en cuestión de segundos de diferencia. Si el mejor lateral del mundo, que corre, defiende, ataca, asiste y marca aumentara su pulcritud, su precisión, el Barça sería invencible y él, probablemente, Messi.

Los errores de circulación defensiva, unidos a la poca velocidad de los centrales barcelonistas, dejaron ver los destellos de calidad de un equipo potencialmente peligroso, que marcó un gol pero pudo marcharse del Camp Nou con dos o tres en el saco. Pep no iba de farol, pero las virtudes ofensivas del Barça, asumidas por defensas y centrocampistas, taparon la calidad de un equipo que pagó la noche aciaga de Luiz Adriano, un 9 compasivo. La manita del Barça almacena en el limbo unos primeros veinte minutos de imprecisiones e inquietud que podía haberse saldado con un 1 a 2 o un 1 a 3 perfectamente.

Pero ayer el Barça fue demoledor en uno de los únicos aspectos que se le pueden discutir: su efectividad. Y todo a pesar de la sequía de la delantera blaugrana, la más goleadora de Europa, la menos anotadora de marzo.  

Sin que nos oiga Guardiola y, a pesar de las similitudes con la eliminatoria del Betis, esta será la quinta semifinal del Barça en los últimos seis años. Una semifinal encajada en un mes de abril de tila, trankimazín y desfibrilador. En tres semanas el Barça puede acabar con el Año Uno de la era Mourinho.

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7 abril, 2011 at 12:39 PM

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No desafíes a Ricky

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La pesadilla reside en el Oaka Arena y va enfundada en traje. Ni los hooligans incendiarios del PAO, ni los suspectos árbitros. Ni siquiera la agresividad de Batiste, la puntería de Nicholas o la inteligencia de Diamantidis son excesivamente preocupantes. El Barça, infinitamente superior al Pannathinaikos, está a un paso de dejar huérfana “su” final del Sant Jordi ante un tipo que domina la escena de manera magistral, se regocija con el famoso entorno y colecciona cetros europeos (6).

El artefacto táctico y defensivo de Obradovic ha desactivado a al menos dos de los tres pilares del Barça en cada encuentro. Han flotado a Ricky descaradamente, han asediado a Lorbek en la pintura, han cortado las líneas de pase a los tiradores y han logrado una defensa con ayudas que ha secado a Navarro. Anderson, la alternativa a Pete Mickeal, ha demostrado ser un gran ejecutor, un prodigio en el uno contra uno, pero un jugador que malinterpreta gravemente decisiones obvias en momentos decisivos.

Al margen del mal porcentaje en tiros libres (67,6% en el global de la eliminatoria) y en triples (38,9%) y de la inferioridad en el rebote (85 del Barça por 102 de Pannathinaikos), Obradovic ha conseguido desquiciar a Xavi Pascual y retorcer la mentalidad de un equipo que, hasta el momento, se había mostrado inquebrantable.

El episodio de Utah

Ricky Rubio, cuestionado en este mismo blog, mostró un halo de esperanza en Atenas. Después de su 0 de 6 en triples en los dos primeros partidos, despertó de su letargo y se olvidó de su tiro mediocre con un sorprendente 4 de 5. ¿Qué Diamantidis y Calathes le desafían? pues Ricky tira. Y no se arruga. La actitud, más que el acierto, es la clave para que el Barça gane hoy. Un carácter ganador que se atreve a responder a desafíos y que, muy remotamente, recuerda al episodio de Jordan en Utah, explicado por Gonzalo Vázquez, de la mano del propio Karl Malone:

 “En un partido contra los Chicago Bulls en Salt Lake City Michael hizo un mate por encima de John Stockton. Un espectador se levantó y le dijo: “Oye, Jordan, ¿a que no lo haces con uno de tu altura?”. Cuando recibió la pelota de nuevo hizo un mate por encima de Mel Turpin y se volvió al espectador diciéndole: “¿Éste es suficientemente alto?” (Karl Malone).

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31 marzo, 2011 at 10:39 AM

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Rivales y enemigos

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¿Cuándo empezaron las hostilidades entre el Barça y el Real Madrid? ¿Cuándo dejaron de ser rivales para convertirse en enemigos?

En 1916, Barça y Madrid se cruzan en semifinales de la Copa del Rey. En la ida, disputada en el campo del Espanyol, los blaugrana vencen por 2 a 1. En el partido de vuelta se imponen los blancos por 4 a 1. Pero entonces no existía el doble valor de los goles y hay que desempatar. Once días después se disputa uno de los mejores clásicos de la historia, que termina con un marcador de escándalo: 4 a 4. Hay prórroga. A pocos minutos del final, con 5 a 6 a favor del Barça, el colegiado señala penalti a favor del Madrid y Bernabéu lo transforma. Es su tercer gol… y también el tercer penalti a favor que le pitan al Madrid en el encuentro.

Dos días después se disputa otro partido de desempate. Berraondo, que había sido jugador de ambos equipos, vuelve a arbitrar el partido. El Barça toma una rápida ventaja de 2 goles con un gran Alcántara pero el Madrid empata por mediación de Bernabéu y de René Petit. A pocos minutos del final, vuelve a repetirse la misma historia del partido anterior y el Madrid dispone de otro penalti a favor. En esta ocasión, sin embargo, lo para Bru. Se trata la quinta pena máxima señalada a favor de los blancos en el global de la eliminatoria y la exasperación y el enfado en las filas catalanas es monumental. Otra prórroga. El Madrid aprovecha el desconcierto y marca el 3  y el 4 a 2, muy protestado por los jugadores blaugrana, que entienden que ha sido en fuera de juego clarísimo. El ambiente se calienta hasta tal punto que el Barça decide abandonar el terreno de juego en señal de protesta. El Madrid califica al Barça de antideportivo y el Barça apunta a Berraondo como cómplice de los blancos.

La final, para enroscar el argumento, se disputa en Barcelona y el Madrid cae por 4 a 0 ante el Athletic. Al final del partido los jugadores del Madrid tienen que ser protegidos por la Guardia Civil y su autobús es apedreado. Es el inicio de una enemistad que dura ya casi un siglo. El comienzo de una batalla deportiva y extradeportiva que ha rozado, en algunos puntos de la historia, el esperpento. Hoy estamos en uno de esos puntos. En el filo de una guerra.

Detonantes de lo grotesco

El asunto del dopaje, una bomba sin fundamento explosionada por la cadena COPE y con la cúpula blanca como supuesta garganta profunda, puede desencadenar en una guerra sin sentido que parece tener un objetivo oscuro: desestabilizar al Barça. La manifiesta superioridad de los blaugrana en el césped ha motivado una campaña de insinuaciones, quejas, sospechas y teorías conspirativas que rozan el ridículo. José Mourinho ha adoptado el papel de artificiero y se empeña en realizar una guerra de guerrillas de consecuencias imprevisibles. Hace tres semanas el diario Marca desveló un intento de apuñalamiento al entrenador portugués.

El ambiente, cada vez más crispado, está tomando unos tintes peligrosos. El intercambio de mensajes incendiarios entre la prensa de Madrid y de Barcelona no refleja la buena relación existente entre las dos plantillas, ni la gran amistad entre Sandro Rosell y Florentino Pérez, pero sí cala en las aficiones de manera perversa, corrosiva y alarmante. Este gran sainete nos deja a las puertas de un mes de abril crucial, con unos niveles de tensión preocupantes. Barça y Madrid pueden llegar a enfrentarse hasta en cuatro ocasiones y, si nadie logra apaciguar esta espiral de locura y de juego sucio con cordura, sensatez y sentido común, podemos encontrar en los partidos entre Barça y Madrid, no el mejor espectáculo futbolístico del mundo, sino un auténtico drama.

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21 marzo, 2011 at 9:26 AM

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El rival es el Barça

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Salvo en contadas excepciones, el Barça de esta temporada sólo ha rivalizado con el Barça del partido anterior. Ha competido contra su propia velocidad de ejecución, contra su inventiva y, sobre todo, contra su efectividad. En Sevilla, en una primera parte de galería de arte, encerró y deprimió al contrario, que se negó a perseguir al balón como tantos otros hasta que el Sánchez Pizjuán demandó testosterona (“échale huevos, Sevilla échale huevos”) para contener a un equipo que se cimienta en la inteligencia. 45 minutos que sirvieron para demostrar que contra el Barça se puede perder anulado y desdibujado, como un juguete roto, o se puede perder corriendo y dando una imagen de esfuerzo y entrega insuficiente. Pero, ¡oh sorpresa!, el Sevilla pasó de una versión a otra tras el descanso y consiguió un empate en un partido precioso, propio de eliminatorias, de encuentro decisivo. La antesala de un tramo final de temporada de infarto.    

El Barça de los récords tan sólo se pelea con el efficiency, un aspecto estadístico muy valorado… en baloncesto. Ni siquiera remató en el gol de Bojan, un jugador que parece sufrir una involución paralela a la de Ricky Rubio, del tipo Benjamin Button, y que  está en el ojo del huracán porque en Camp Barça es condición sine qua non tener siempre alguien en la piqueta. La entrada de Kanouté, un tipo que piensa, y de Perotti, un tipo que corre, lavó la cara de un Sevilla que, para su sorpresa, empató y, para su regocijo, arañó dos puntos a un equipo que acapara el balón el 80% del tiempo y en el 20% restante te lo roba. Dos largueros, un gol anulado y una parada bajo palos de Medel, una especie de Gattuso evolucionado, nos dejan un empate-interruptus que requería prórroga.

Pero… alto. Hay quien dirá: sí, sí, pero se desperdician muchas ocasiones, la superioridad no queda reflejada en el marcador, la confianza propicia descuidos… Y es cierto. Pero las sensaciones y la imagen son inmejorables y, de veinte partidos como el de ayer, el Barça hubiera ganado diecinueve y medio. ¿No habíamos quedado que no éramos resultadistas?

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14 marzo, 2011 at 10:53 AM

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¡Gigantes!

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El Barça volvió a flirtear con la épica y la excitación hasta arrebatar la adrenalina a las 95.000 personas que estaban en el Camp Nou. No suele ir de la mano de estas emociones y, de hecho, suelen ser enemigas de un Barça que se siente cómodo en el dominio, en la confianza y la tranquilidad que transmite la estética de su juego. Pero las eliminatorias de Champions, con su melodía eléctrica, apasionante, inoculan un placebo de locura, de sufrimiento, a hechos consumados, exagerado. Porque ayer se demostró que el Arsenal es un sucedáneo, una sombra imperfecta del Barça incapaz de chutar a puerta e incluso de confeccionar tres pases seguidos. Porque Barça sólo hay uno y es irrepetible.

La fotografía es capaz de tocar esa cuerda que la palabra no hace vibrar. La imagen de Messi amagando a Almunia con un sombrero mágico para realizar uno de los goles más fugaces y bellos del astro argentino, apenas quedará grabada en la retina del culé, por rápida, y por el torrente de euforia que desbordó el uno a cero. Los de Guardiola salieron a morder, a ahogar, a arrollar, a acorralar y a atropellar. Con un público entregado, el Barça se desplegó como un equipo inmenso, asombroso y gigante pero también como ese conjunto impreciso de las citas marcadas con alta tensión, donde hay que remontar. La falta de tacto de Villa y las pérdidas de Messi las solventaban en apenas segundos las recuperaciones de Javier Masquerano, ayer, por primera vez, auténtico jefe del aparato defensivo culé. El Arsenal decepcionó y se dedicó a perseguir los dorsales amarillos de los blaugrana y a hacer algo que no sabe hacer: defender. Wenger había dibujado un partido distinto, con la presencia de Rosicky y no de Ebué en el once, pero se vio obligado a replegarse por el vendaval del Barça y porque el colchón de un gol le pareció suficiente. Pero la estrategia de aguanta-defiende-sufre-renuncia-al-balón contra este equipo es un suicidio porque son insaciables y no paran de atacar ni cuando tienen la eliminatoria a favor, ni con el 3 a 1, ni con un supuesto 6 a 0. Es su génesis,  la muerte por un ideal, por una filosofía,  lo que enorgullece al aficionado culé.

Algo está cambiando

El Pep Team no sólo ha elevado a los altares del fútbol un estilo de juego propio, sino que está consiguiendo cambiar la mentalidad de una gran parte de la afición del Barça, históricamente acomplejada y sufridora. Ahora el Camp Nou anima incluso en la adversidad, convencido de la fuerza de este equipo. Es el reto más complejo al que se enfrenta Guardiola porque requiere mucho tiempo.  “La afición nos llevará a cuartos de final” afirmaba convenido antes del partido. Y la afición respondió recordando la frase de Pep en la celebración del título de Liga de la temporada pasada: “Os deben una. Y estos no fallan”.

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9 marzo, 2011 at 10:51 AM

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Vale por media liga

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Los detractores del fútbol, los que alegan que se trata de un deporte en el que 22 tíos corren detrás de un balón,  se quedaron sin argumentos en Valencia. Guardiola y Emery presentaron una gran batalla táctica, un partido que encendió debates de pizarra en twitter y en otras redes sociales. El sistema del Barça, basado en un concepto cristalino, evoluciona y cambia según los designios de Guardiola, ya sea para generar sorpresa, dudas o contrarrestar el riguroso estudio al que lo someten entrenadores como Emery. En los partidos importantes a domicilio Guardiola suele introducir variantes tácticas peculiares que se han saldado, generalmente, con éxito. Lo hizo la temporada pasada en el Bernabéu con la incorporación de Alves en el medio campo, lo hizo hace dos semanas en el Emirates con la presencia de Busquests como supuesto central y lo volvió a hacer ayer con un 3-5-2 que llegó a ser un 2-6-2 en ciertos momentos. Pero estas nuevas formulaciones suelen terminar de un modo tradicional, casi ancestral, casi místico: en Messi. Todo termina en Messi.

El mejor jugador del mundo tensa la mirada y falla ocasiones; obvia el pase en jugadas claras; protesta. Son tres detalles que nunca hasta ahora habíamos visto en el argentino, cada vez más humano, menos infalible. Su rictus circunspecto denota que ha tomado plena  consciencia del protagonismo que tiene en el equipo, de la responsabilidad que recae sobre sus espaldas, de que el éxito del Barça depende, en un alto grado, de su concurso. Messi ha dejado de ser un niño y ya sólo le queda aceptar la sustitución para hacerse mayor. Pero se cabrea como un crío cuando falla ocasiones que su cerebro dibujaba ya en la red. Y su enfado, la rabia de no ser perfecto, incrementa sus prestaciones, acelera al equipo y lo empuja hacia la victoria, hacia el gol. Como el de ayer. Un gol que vale media liga.

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3 marzo, 2011 at 10:18 AM

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El Barça que nos legará Guardiola

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¿Cómo será el Barça sin Xavi, Puyol y Valdés? ¿Qué pasará cuando esta generación histórica desaparezca de los terrenos de juego? En el imaginario culé se suele disfrutar del presente, pero lo justo, siempre con un ojo puesto en las bajas, en el Madrid o en un hipotético futuro oscuro. Es cultural. La mentalidad barcelonista ha estado reprimida y acomplejada durante muchos, muchos años. Por infinidad de hechos, algunos de ellos, trascendentes al fútbol. Con la llegada de Guardiola, poco a poco, esta manera de pensar está evolucionando, fortaleciéndose, y dejando paso a un estado mental de convencimiento, de satisfacción, de tranquilidad.

Martín Montoya debutó en Mallorca con el primer equipo. Martín, en la cantera desde pre benjamines, nació en abril de 1991 y es uno de los últimos jugadores pre Wembley que llegará al primer equipo. En poco tiempo un chico nacido después de la primera Copa de Europa (1992) debutará con “los mayores”. Será un momento histórico. Será el paradigma de una generación que siempre ha visto a un Barça ganador, triunfador y radiante. Un actor clave de un cambio de mentalidad que no atiende a las bajas, no mira de reojo al eterno rival ni se deja devorar por el entorno. Será el Barça que nos legará Guardiola.

Si el presente no fuera lo suficientemente halagüeño, si algún detractor del carpe diem se preguntase qué nos depara el futuro, qué hay más allá del “drama Xavi Hernández”, del corazón de Puyol o del impertérrito Valdés, que no sufra, que mire hacia abajo. Sergi Roberto, Rafinha, Espinosa, Sergi Gómez, Dalmau, Muniesa, Deulofeu, Oriol Rosell, el propio Montoya o los jovencísimos Gael Etock o Armand Ella son claros aspirantes a ocupar las vacantes que dejen los actuales genios. Se trata del “efecto cascada”, definido por Martí Perarnau. Un efecto que garantiza el futuro y es imparable.

Publicado en Planeta Fútbol (01-03-11)

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28 febrero, 2011 at 9:38 AM

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Final feliz

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Ensimismados en la fase de lucimiento en la que el equipo disfruta y hace disfrutar y somete al contrario hasta parecer un accidente necesario, te preguntas dónde están las palomitas y se te caen las lágrimas por ver tamaño espectáculo y haberte librado de ir a ver Más allá de la vida. Pero, de repente, una pragmática te da un codazo en las costillas y te recuerda que aquí el objetivo es ganar, son los tres puntos, vas uno a cero y el Athletic es un gran equipo. Pero la película es muy buena, es una gran película.

Incluso cuando empata el Athletic. El Barça es tan paciente que aún sabiendo que el resultado era nefasto, se autoprohibió tocar ni una palabra de su discurso. Incluso para privarse de chutar de lejos, como si los goles de larga distancia valieran menos. Si el equipo se empeña en entrar por el centro y a combinar incluso en el área pequeña con un Alves que flota por la banda y martillea una y otra vez es porque, a eso, es a lo que saben jugar. Y así juegan.

El Athletic tuvo el partido donde quería durante muchos minutos: con un Barça volcado al ataque y una configuración, con Busquets de pseudocentral, en modo prueba. Desde que los controles se escapan un metro, desde que hay resbalones inoportunos, desde que Messi falla goles, desde que la emoción ha vuelto y el Camp Nou recupera su silencio impaciente, el equipo parece vulnerable, humano. Sin Puyol y ahora sin Valdés, con un Piqué devorado por el foco mediático y un Messi que no marcaba desde hacía dos partidos, los cantos de crisis eran tan risibles como relativamente ciertos. Al menos para un conjunto tan perfecto, lo que recuerda lo extraordinario de su labor. 

El momento del héroe   

Cuando la película era más oscura, cuando parecía que el Athletic disfrutaba taponando al Barça y castigando los espacios con una tapadera de delantero vestida con el dos a la espalda, fue el dos, pero el del Barça, quien encontró el espacio. Alves asistió a Messi que, de nuevo, se disfrazó de superhéroe para devolver el aliento a millones de culés. Para darles otro final feliz.    

Publicado en Planeta Fútbol (21-02-2011) 

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21 febrero, 2011 at 10:27 AM

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Beautiful losers

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El equipo menos inglés de la Premier ganó al Barça de la manera más inglesa posible. Con dos acciones rápidas, directas y punzantes. Con pases rápidos y remates certeros. El Arsenal se ha hecho mayor, ha madurado y quiere dejar de ser esa replica imperfecta de Barça que mima el balón, combina con gracia y gusto pero se achica en las grandes ocasiones y pierde año tras año. “El Arsenal ha dejado de ser el mejor perdedor, el equipo más agradecido, el enemigo ideal para el Barcelona” explica Ramon Besa en su crónica de El País. En definitiva, el Arsenal ha dejado de ser un beautiful loser.

El Barça jugó bien y hasta mejor pero sin continuidad y con una copia defectuosa de Messi, que cubre con actuaciones gloriosas sus continuas desconexiones. El Arsenal, que empieza en Song, se despliega con un abanico de atacantes creativos, veloces y livianos, pero cuenta con un agujero negro en la defensa que el Barça encontró pero no supo explotar. Fue uno de esos días en los que los astros se confabulan para impedir que no se de una victoria que podría haber sido de dos o tres goles de diferencia.

Las estadísticas dicen que al Barça de Guardiola se le atragantan el mes de febrero y los partidos a domicilio de las eliminatorias de la Champions. Que Leo Messi nunca ha marcado en Inglaterra y que Wenger, hasta ayer, nunca había ganado al Barça. Como los dichos populares, las estadísticas son fantásticas aliadas de cualquier bando, pues se usan a conveniencia. En este caso, podemos utilizar los datos que advierten que el Arsenal baja muchos enteros lejos de su estadio, que el Barça de Guardiola ha solventado (excepto la del Inter) todas las eliminatorias en el Camp Nou con goleadas y que, con Puyol, el Barça gana más. Ayer, los blaugrana intercambiaron los papeles y se quedaron, puntualmente, con la etiqueta de Beautiful losers. Pero, a la espera de lo que pase en el Camp Nou, el auténtico drama es que uno de los dos equipos se quede fuera en octavos de final.

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17 febrero, 2011 at 10:45 AM

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Psicofútbol

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La racha histórica del Barça daba pie a una narración maravillosa que cantaba el mito de la invencibilidad, una maniobra de la literatura deportiva que vende la glorificación de la épica. Pero el mito suele ser una historia ficticia y la perfección del Barça, una ilusión cercana, pero, al fin y al cabo, una ilusión. Con el empate en Gijón el equipo de Guardiola se humaniza y devuelve una tensión altamente deseada por una masa crítica que se alivia en la incertidumbre y se inquieta con la excelencia. ¿Vuelve la emoción?

En la agitación, precisamente, se desenvuelve el Madrid, mucho más dado a la épica que el Barça, conjunto refinado e intratable en el juego, pero inestable en las emociones. Históricamente, los blancos se identifican con el guerrillero, orgulloso y mentalmente inquebrantable, mientras que los culés, más académicos, tienden a la ensoñación y se muestran maleables en la inestabilidad. El refinamiento del Barça, por tanto, se opone al arrebato madridista, que se revuelca gustoso en el barro y da lo mejor de sí mismo en la contrariedad y en las sacudidas.

 A cinco puntos hay que apelar a las emociones y al psicofútbol, un resquicio de esperanza blanca para crear un dilema que, en lo estrictamente futbolístico, no existe. En el juego, en el estilo, el Barça se sabe infinitamente superior.

Publicado en Planeta Fútbol (14-02-11)

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14 febrero, 2011 at 10:17 AM

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Una final de doble filo

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Sondeos imaginarios otorgarían una mayoría absoluta aplastante al candidato Barça, un “mirlo blanco” honesto, elocuente y con un plan irreprochable. Ganador en todos los debates, en todos los ámbitos, y admirado por el electorado, su camino hacia la presidencia del fútbol es un recorrido tan llano y recto que tan sólo un accidente inopinado y una sorpresa mayúscula podría truncar y voltear esta marcha triunfal. Uno de esos imprevistos que sacuden lo previsible y desvían la corriente: una final.

En un deporte en el que el estado de ánimo cambia cada fin de semana, el Madrid de febrero entorna los ojos ante una intrincada vía de salvación. Incapaz en el largo plazo, el equipo de Mourinho ve en el todo o nada de 90 minutos una solución tres por uno para evitar la deriva: despojar al Barça de su aura de invencibilidad, arrebatarle un título anhelado y, sobre todo, otorgar a la Copa un simbolismo de cambio de tendencia. Si perdieran, se abriría ante ellos una gigantesca nada de la que sería tan difícil escapar como de la gran depresión en la que entró el Barça con la pérdida de Figo.

En el País de las Maravillas, donde habita el Barça, la final de la Copa del Rey se exhibe tan seductora como resbaladiza. Desde los altares del fútbol, los azulgranas se verán obligados a ganar para hacer honor al mundo que separa a los dos equipos. Ante sí, tienen, quizá, el más grande de los retos: cambiar la mentalidad y el sentimiento colectivo y situarse, por méritos propios, como la referencia del siglo XXI, como el equipo de una revolución, de una nueva generación.

Publicado en Planeta Fútbol (07-02-11)

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7 febrero, 2011 at 8:58 AM

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El don de Pedro Rodríguez

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Cuando Pedrito surgió de esa nada que es la tercera división para jugar con el primer equipo del FC Barcelona, lo hizo para dar minutos de descanso al mejor Henry de la temporada del triplete y para sustituir a Iniesta en el minuto 92 de la final de Roma. Pedro se ganó la titularidad en la temporada 2009/2010 y, así, se convirtió en el primer jugador de la historia en conseguir marcar en todas las competiciones. Pero a pesar de todo lo conseguido, cuando el canario inició esta temporada como campeón del mundo y como uno de los once elegidos del mejor equipo del momento, las suspicacias sobre su figura todavía revoloteaban acerca de un pensamiento más o menos extendido: Pedro no tiene nivel para ser jugador del Barça.

Con argumentos como la fortuna o la fugacidad, miradas avispadas lo clasificaban como un extraño y complejo fenómeno, como un arma tan improbable como irrepetible, como una escalera real. Sin una velocidad extraordinaria, ni un pase milimétrico, ni un regate mareante, ni una técnica prodigiosa, ni un físico titánico ¿cómo se había colado Pedro en el mejor equipo de fútbol de la historia? Porque al margen de su pacto de sangre con el gol y la habilidad de estar en el momento justo y en el lugar adecuado, ¿qué diantre tiene Pedro? Si alguien infravalorara estos atributos, cabría atribuirle un tercer don, tan genuino como escaso: el sweet spot.

Sweet Spot es un concepto deportivo, asociado al tenis, el críquet o el béisbol, que da nombre a un punto preciso y exacto de la raqueta o del bate en el que se dan una combinación de factores físicos que permiten ejecutar “el golpe perfecto”.

Pedro, que en sus inicios era una brisa que pasaba desapercibida hasta que sellaba su saldo con el gol, ha progresado hasta convertirse en un ciclón, en un jugador mucho más complejo con un curioso idilio con el marco rival, propio de cazadores pacientes y letales como en su día fueron Raúl o Pippo Inzaghi. Pedro, distinto a estos en el fondo y en la forma, comparte esa extraña habilidad que le convierte en el hombre adecuado, en el lugar oportuno, en el momento justo. El hombre de ese extrapolado punto místico y casi metafísico denominado sweet spot.

Publicado en Planeta Fútbol (02-02-2011)

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2 febrero, 2011 at 8:42 AM

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El mundo nunca es suficiente

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“Si hubiéramos ganado, no me preguntarían por el juego realizado. Da igual si no juegas a nada, siempre y cuando ganes al final. El fútbol depende de los resultados». Cristiano Ronaldo resumía, sin saberlo, la esencia del fútbol clásico, pragmático y maquiavélico que ha llevado al Madrid a consumirse a poco más de media Liga. Esa “nada” futbolística diametralmente opuesta al todo azulgrana, núcleo diferencial que va más allá de los simbólicos cuatro puntos que los separaban en la tabla y que hoy son circunstancialmente siete. Ahora y antes los mediaba un mundo.

Que el mejor Barça de la historia sólo le sacara cuatro puntos al Madrid se debía tan sólo a ese afán competitivo-orgulloso-peleón, tan intrínseco y admirable de los blancos. Con un once sin rotaciones, el Madrid ganaba los últimos partidos apurando, justo de fuerzas y por el empeño persecutor de Cristiano Ronaldo. Se agarraba a las cuerdas y ha caído a la lona en el séptimo asalto. ¿KO?

Si tenemos en cuenta que el Barça despedazó al Madrid, que sólo se ha dejado cinco puntos en la primera vuelta, que se trata del equipo menos humano que ha dado el fútbol en los últimos cincuenta años, que aniquila récords y que sale aplaudido de los campos rivales, entonces sí, apaguemos la Liga más desigualada de la historia y dediquémonos a la Premier League, más emocionante, más humana y más competida. Al menos, hasta que llegue la Champions.

O también podemos activar el modo clásico culé y ver un punto oscuro en esta nueva situación. Porque el estadio natural de un Barça tensionado, presionado y perseguido por un incansable Real Madrid se ha roto lejos de terminar la Liga. Los de Guardiola deberán mantener la tensión en una segunda vuelta que les depara visitas consecutivas a Mestalla, el Sánchez Pizjuán, El Madrigal y el Bernabéu. Cuatro partidos difíciles que auguran una segunda vuelta más competida, con Champions de por medio, y que a regañadientes nos obliga a decir que sigue habiendo liga, que el Madrid es mucho Madrid y que el mundo nunca es suficiente.

Publicado en Planeta Fútbol (31-01-11)

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31 enero, 2011 at 11:26 AM

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El silencio lo fabrica Messi

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Prestidigitador del tiempo, el Barça truca el balón cómo si se tratara de relojes blandos de Dalí, entre la omnipotencia del sueño, la imaginación y el surrealismo. Anestesiados, atrapados en una dimensión onírica presa de la admiración, el pasmo y la impotencia, los rivales del conjunto culé despiertan 15 minutos tarde, cuando el resultado es de tres a cero y el partido ya ha terminado. Así, en dos partidos el Barça le ha endosado al Amería 13 goles…y en 8 ha castigado a sus rivales con sendas manitas. Los de Guardiola caminan hacia la final.

Por el césped el mejor jugador del mundo deambula cabizbajo, con andares patizambos y perezosos. Pero se resiste al descanso y las sustituciones le provocan pataletas. Absorbe los 90 minutos de juego de cada partido como una energía vital y metafísica, como un éter que da sentido a su futbolística existencia. El 10 se regula en el terreno de juego, cuando ya se ha exhibido y el resultado es incontestable. Si Odiseo poseía un odre que contenía los Anemoi, dioses del viento, Messi ha entendido que goza de poderes psicosomáticos, casi místicos, para generar desde el más exaltado fervor hasta el más sobrecogedor de los silencios. Mientras que sus gambetas y sus goles exaltan al más sosegado, su caída sobre el césped corta la respiración, provoca pavor y espanta el sueño de cientos de miles de personas. Messi está tan “simbiotizado” con el aficionado barcelonista que se está convirtiendo en un cuento mitológico, en la persistencia de la memoria que en un futuro no muy lejano provocará que un padre, ante preguntas como ¿qué es el silencio? se vea obligado a responder: hijo, el silencio lo fabrica Messi.

Publicado en Planeta Fútbol (27-01-11)

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27 enero, 2011 at 9:25 AM

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Un Barça sin Dani Alves

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Un Barça con dosificador domó al Racing de Santander con una melodía acompasada y un estribillo eléctrico. Un son que se baila al ritmo de Iniesta, contemporizador reinventado en goleador, ahora instalado en un estadio de jugador total, dominante e imprescindible. Tan vital como Xavi, Messi o Alves. El del sábado fue el primer partido sin el brasileño, ausente por lesión. Su baja fue intrascendente en un equipo que habitualmente se fragua desde la derecha, desde su territorio. Alves, lateral de salida, ubicuo por naturaleza, se proyecta en el campo como centrocampista, extremo y delantero. Su tamaña influencia en el juego del Barça le otorga un aura que lo sitúa en ese círculo de elegidos, en esa estirpe de jugadores brasileños que se disfrazaban de defensas para desplegarse en ataque, asistir y castigar la portería rival. Amplificadores de juego que surgieron de precursores como Djalma Santos, Carlos Alberto, Nelinho, Junior, Leandro, Josimar, Branco o los contemporáneos Cafú y Roberto Carlos. Laterales que definían la viveza de la defensa y la alegría del ataque de sus equipos.

Ahora que está de moda decir que nadie es imprescindible, Dani Alves se antoja como una pieza de orfebrería difícil de replicar. Su no renovación tendría una repercusión que en momentos de bonanza se infravalora y se minimiza. ¿Imprescindible un lateral derecho? Quizá Alves sea un mero eslabón de un plan perfecto, pero la importancia del jugador de Juazeiro, incansable, percutor y genuino, no es trivial. El Barça, con o sin Dani Alves, seguirá bailando. Pero la canción ya no será la misma.

Publicado en Planeta Fútbol (24-01-2011)

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24 enero, 2011 at 8:44 AM

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El abismo de Mou

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Perdedor ocasional y por cuenta ajena, José Mourinho afianza su vanidad y su desprecio en la victoria que le otorga la providencia, el talento natural. Al menos, así lo cree y actúa en consecuencia, arropado por groupies que desearían reflejarse en su espejo, donde esconde retazos de ganador, de dramaturgo y de demagogo. Autodenominado The Special One, Mou vive de su megalomanía triunfal, de su nombre asociado al número uno, ahora más pendiente del nueve. Su escenificación en las ruedas de prensa, meditada, estudiada y de una afilada astucia responde a un miedo lógico, a un terreno que su carácter ha abonado año a año. Endiosado en la victoria, aspira a ser el más odiado, burlado y vilipendiado en la derrota. Su espejo le muestra a Guadiola, al Barça, a un equipo inhumano que desatiende las provocaciones, los ataques y las sacudidas psicológicas. Pero no le quita el sueño la derrota. Lo que realmente le carcome es aspirar tan sólo a la victoria, alejado de la gloria y de la historia que escribe jornada tras jornada el gran rival. Mientras Guardiola estima ridículos los cuatro puntos de diferencia, Mou intuye un abismo. Un abismo insalvable.

En el País de las Maravillas, el Barça mece su insultante superioridad, obligando a la masa a actualizar récords, a esculpir efigies de héroes y a prodigar alfombras de pétalos de rosas bajo los pies de los elegidos. No pueden ser más buenos y Guardiola se obliga a diseminar un discurso de modestia, aburrido y necesario, sobre unos jugadores que ya son mitos vivientes. Guardiola sostiene el fino hilo dorado que separa el deleite de El Jardín de las Delicias porque sabe que, al final de temporada, el contador sólo marcará los títulos ganados.

Publicado en Planeta Fútbol (18-01-2011) 

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18 enero, 2011 at 8:37 AM

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Soñando el 2010

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Eran derrotas humillantes y dolorosas para un niño acostumbrado a gozar, a apurar, a confiar en la divina providencia y, finalmente, a ganar. La historia le explicó que el ciclo de victorias, de triunfos y de euforias era una rareza, una bendita interrupción entre desilusiones, esperanzas frustradas y sueños rotos. Era duro acostumbrarse a convivir con la amargura de la derrota, con el segundo puesto, con un portazo en las narices. Despertarse de ese sueño era un imposible para un niño de esa generación que descubrió el color azulgrana con el Dream Team de Johan Cruyff. Y que fue arrojado a la ingrata adolescencia con palabras duras y voces de adulto: -el Barça no gana siempre; no gana casi nunca.

Comprendió con el tiempo que las victorias se paladean, por escasas y huidizas, y que las derrotas, constantes, inevitables y necesarias, se mastican. Y se olvidan. Vio como los astros que brillan con más intensidad se diluyen como lágrimas en la lluvia. Vio hincar la rodilla a Romario en el templo de los dioses griegos y la llegada y partida de un ser extraordinario en fuerza y talento, de apellido Nazario y de apodo Il Fenómeno. Vio a un Barça naufragar sin rumbo, anaranjado y sin identidad. Entendió que algunas victorias son vacías y aprendió a envidiar, a detestar la alegría ajena y a odiar, a llorar la traición de un Capitán. Hubo victorias entremedio de derrotas, alegrías y satisfacciones y borracheras de triunfo y de amago de Dream Team. Llegó París. Y luego ese canto XII, ese descensus ad inferos, donde el mago perdió la memoria, olvidó sus trucos y su eterna sonrisa. Fueron más de mil y una noches. Noches de ensoñación y de fantasía. De suspirar por ese Dream Team, por recuperar la infancia.

Pero nunca, ni remotamente, su imaginación llegó tan lejos. Nunca hubiera podido concebir a un Barça de ficción y fantasía. De 44 victorias en 58 partidos. De 155 goles a favor. De 103 puntos. Soñando el 2010, aún soñando cifras tan contundentes como estas, nunca hubiera alcanzado a entender algo tan sutil y delicado como son las sensaciones, las emociones que despierta el Barça de Guardiola. Un Barça que ni la imaginación de un niño hubiera podido sospechar.  

Prórroga

En 2010 el Barça ha ganado la Liga y la Supercopa de España. Ha vencido en 44 de los 58 partidos que ha disputado. Ha anotado 155 goles y ha encajado 41. Ha sumado 103 puntos en Liga y se ha adjudicado los dos clásicos disputados contra el Real Madrid (0-2, 5-0). Sus derrotas en 2010 fueron ante el Sevilla en Copa del Rey y en la ida de la Supercopa de España (1-3 y 3-1); ante el Atlético de Madrid (2-1) y el Hércules (0-2) en Liga; y ante el Inter de Milán (3-1) en semifinales ida de la Champions League.

Pero más allá de las cifras, el Barça 2010 ya forma parte de las páginas doradas de la historia del fútbol. Como un símbolo, como un fin.

Publicado en Planeta Fútbol (29-12-2010)

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29 diciembre, 2010 at 9:07 AM

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Un día más con vida

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Copa. Miércoles lluvioso pre Navideño y post exhibición. El Barça confió en la inercia y la inercia lo manteó y lo sumió en un ritmo compasivo, con una cadencia de pases humana y unos movimientos terrenales. Insuficientes para batir a un Athletic inteligente, cuyo objetivo era sobrevivir y jugar la eliminatoria a 180 minutos y que hizo todo lo posible por atrincherarse en poquísimos metros cuadrados. La falta de precisión de Alves y Maxwell desde las bandas condenó a los azulgrana a entrar en un embudo, en un agujero negro en el que se enredaron para acabar diluyéndose. Perdidos.

Y entonces Guardiola quiso cambiar de velocidad, consciente del factor San Mamés, y desperezó al equipo con la entrada de Messi y Villa, difusores del gol. Y justo cuando parecía que todo iba a resolverse por arte de birlibirloque, que el partido acabaría en victoria, no pasó nada. El Ahtletic colapsó la creatividad azulgrana y sonrió con la expectativa de recibir al Barça, con todo por decidir, con Fernando Llorente y, como escribió el maestro Kapuscinski, con “un día más con vida”.

Publicado en Planeta Fútbol (22-12-10)

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22 diciembre, 2010 at 9:22 AM

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Fuera de órbita

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La Liga volvió a hacernos vibrar. Cornellà-El Prat luce como un estadio de la Premier, con una afición enfervorecida y un equipo sobre excitado. Pochettino ofrece juego y coherencia. Lo juzgarán como loco, temerario o inconsciente pero lo cierto es que el Espanyol podía perder dando patadas o siendo fiel a su filosofía. El 1-5 es un resultado claro, duro e intachable pero el Barça tuvo un equipo enfrente, unos jugadores que lucharon por una ilusión: el balón. La máquina exquisita no se detiene y es un ciclón que arremete contra la tacañería y la coherencia por igual. Castiga el miedo y penaliza el arrojo de la misma manera. El Barça de los tres balones de oro ofreció el último tango del 2010 y remachó el año saldando una cuenta pendiente, demostrando quién es quién, desinflando el soufflé blanquiazul.

En tierra hostil, el Barça encontró una presión avanzada, líneas estrujadas y autopistas en los laterales. Un campo a través en el que Xavi te desmiembra, Pedro te liquida y Villa te sentencia. Messi, máximo goleador de la liga, máximo asistente, es la piedra filosofal de un conjunto celestial, de un once que se recita de memoria. Un equipo de recordmans que acumula cifras para la historia. Cierra el primer tramo de esta temporada con 53 goles a favor y 9 en contra. Con el pichichi, el Zamora y el máximo asistente. Con un pleno de victorias en sus partidos a domicilio. Con 4 manitas en la Liga. Con un Valdés imbatido durante 533 minutos. Con 103 puntos en 2010. Fuera de órbita.

Publicado en Planeta Fútbol (19-12-2010)


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19 diciembre, 2010 at 10:38 AM

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La utopía Barça

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Lo narrarán los libros y lo revelarán los vídeos. Y lo relatarán los más viejos del lugar y ni siquiera tendrán que exagerar. Y se enseñará como Platón en la filosofía, Miguel Ángel en el arte o Shakespeare en la literatura. Se impartirá como génesis de un deporte que una vez los ingleses llamaron fútbol. Un deporte que un equipo elevó hasta un estadio quimérico que los académicos deberán descifrar. La rutina extraordinaria del juego descomunal del Barça de Guardiola ya forma parte de las páginas del libro de la historia del fútbol, una memoria que no permitirá olvidar algo que hasta hace poco se habría calificado de utopía. La utopía Barça.

No importa que enfrente esté la Real Sociedad, uno de los pocos equipos sensatos de la Liga, o el Real Madrid, uno de los mejores conjuntos del continente. El Barça imparte angustia e impotencia por igual. Esconde el balón y obliga a futbolistas a convertirse en atletas sin meta. En la misma dimensión, en el mismo espacio tiempo y en el mismo equipo han coincidido tres de los mejores jugadores de la historia del fútbol. Tres seres extraordinarios originados de una ilusión, de un sueño materializado por Oriol Tort en La Masia y explosionado por el Big Bang del Dream Team de Cruyff.

Tres Reyes

Iniesta, Xavi o Messi ganarán el FIFA Balón de Oro. El artículo segundo del reglamento establece que el trofeo premia los logros conseguidos por el futbolista durante el año natural. Si es así, deberíamos descartar al extraterrestre que perjuran que viene de Rosario. A pesar de ser el mejor jugador del mundo con mucha diferencia, su 2010 tiene la mácula del Mundial. Sin ganar un título internacional está en clara desventaja con Iniesta que, además, cuenta con una carta ganadora: su gol en la final. No hay que olvidar, sin embargo, que su temporada con el Barça fue irregular, siendo justos, muy por debajo de la de Xavi. El paradigma del estilo Barça es, según el reglamento del Balón de Oro, el jugador que merece más este distintivo. Campeón de Liga y del Mundial, Xavi ha jugado sin lagunas, comandando magistralmente al mejor club y a la mejor selección del mundo. Este Balón de Oro es el triunfo de un pensamiento, de una idea que se esfumaba cuando intentabas atraparla. Es el triunfo de lo que en el futuro, por inigualable, se conocerá como la utopía Barça.

Publicado en Planeta Fútbol (13-12-10)

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13 diciembre, 2010 at 9:02 AM

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La revelación de Murakami

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Era un día de primavera precioso, con un cielo limpio de nubes y una brisa cálida. Bebía una cerveza fresca y, de vez en cuando, miraba el cielo, desde el montículo de césped del estadio Jingu, feudo de los Yakult Swallows. El reloj marcó la una y media del día uno de abril de 1978. El bateo del americano Dave Hilton replicó en un ruido seco del bate, que resonó en todo el estadio. Justo en ese momento, Haruki Murakami tuvo una revelación: “ya lo sé, trataré de escribir una novela”. Así nació el escritor.

La nariz, probablemente colorada, le dolía al aspirar el aire gélido, inclemente a pesar de la euforia, cálida y alegre, que aumentaba la temperatura del estadio. Se cubrió la nariz con las manos, exhaló para sentir un atisbo de calor y aprovechó para secarse unas lágrimas ya difíciles de disimular. Los cánticos ensordecedores y las cartulinas azulgranas configuraban un remolino de emociones difíciles de asumir para un niño de diez años, lector precoz y madridista por contraposición. Ese ocho de enero de 1994 aprendió lo que era la tristeza, más dolorosa aún cuando la alegría te rodea. El cinco a cero pero, sobre todo ver a su padre abrazarse con sus hermanos, le produjo tal sensación de soledad que decidió cambiar de equipo. Ni el posterior consuelo de su padre ni la explicación de las vueltas que da la vida pudo hacerle ya cambiar de opinión. Así fue como Carles se hizo del Barça.

La lluvia fina trabajaba sin descanso, penetrando silenciosamente, calando hasta los huesos. Carles y su esposa Anna, preocupados por sus hijos, ajustaban gorros y bufandas y guantes y botones. Júlia, rebelde, descubría orgullosa su escudo del Real Madrid y Joan enarbolaba con descaro su bandera del Barça. ¿Uno de cada? le espetaban con sorna los compañeros de grada. La respuesta de Júlia se ceñía a mostrar la lengua a diestro y siniestro. Murakami era el compañero de metro de Carles en esos días. Se sorprendió al descubrir la revelación del escritor japonés y estableció un sinuoso paralelismo con su reconversión, 16 años antes, en el Camp Nou. Ese 29 de noviembre del 2010, el marcador reflejaba el mismo resultado, cinco a cero. Mientras el Barça de Guardiola rubricaba la mayor exhibición futbolística que había visto en su vida, Carles no le quitaba ojo a Júlia, que se mantenía callada, tranquila, reservada. Un extraño sentimiento lo sacudió entonces, desde los pies hasta la nuca. En su fuero interno deseó que fuera al revés, que hubiera ganado el Madrid, sólo para ver a su hija sonreír, feliz. Al término del encuentro, Carles intentó bromear con ella: ¿de verdad que no te quieres cambiar al Barça, Júlia? Con 12 años, los ojos vidriosos y un sosiego que nunca olvidaría le respondió: Papa, me da igual ser del Madrid o del Barça. Yo lo único que quiero es venir contigo y que tengamos algo de qué hablar. Así fue como Carles aprendió a ser padre.

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3 diciembre, 2010 at 8:47 AM

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El Mundo es vuestro

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Glorioso. Apoteósico. Inmortal.

El mejor equipo de la historia del fútbol cortó de cuajo la cabeza de cartón piedra de esta Liga bicéfala con una manita para la historia. El Barça jugueteó, aleccionó y abofeteó el anteproyecto blanco de Mourinho y le brindó una cura de humildad a un Madrid que se creía adulto, listo para desafiar al Campeón. De puntillas, quiso jugarle cara a cara a un Barça celestial. Pero carece de altura y le faltan muchas sopas por comer. El fútbol de hoy sólo tiene un retoño legítimo. Y el Barça es hijo único.

El espejo reflejó la verdadera identidad de los dos conjuntos, epicentro del Planeta Fútbol. Mientras el Barça sigue escribiendo páginas de la historia de este deporte con el mejor partido de la era Guardiola (junto con la primera parte del Emirates Stadium), el Madrid se aculó e, impotente ante el ciclón azulgrana, mostró su cara más agria, con un Ronaldo que payasea (70% pamplinas, 30% fútbol) y un Sergio Ramos que escupe a la palabra deportista. El vacío en el cerebro de estos fantásticos futbolistas es importante. Y si Cristiano demandaba ocho se llevó cinco…

El Síndrome de Stendhal

El fútbol se queda atrás y ya no puede seguir al Barça. El Súper Equipo de Guardiola es tan romántico y poético que el espectador enloquece y siente vértigo y confusión ante la acumulación de belleza y la exhuberancia de su goce artístico. Se trata de una suerte de síndrome de Stendhal, una enfermedad psicosomática que describió y prescribió el autor francés ante la contemplación de la Basílica de Santa Cruz, en Florencia.

Pero no apaguen las luces todavía. El Madrid, zaherido, le disputará la Liga hasta el final y luchará amparándose en su condición orgullosa y batalladora. Pero lo que no le podrá discutir más es el juego, el fútbol, que empieza y termina en el Barça. El planeta futbolístico rinde pleitesía a los azulgranas. El cómo ya es eterno. El mundo es vuestro.

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30 noviembre, 2010 at 8:50 AM

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¿Sueñan los androides con una Super Liga Europea?

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Mientras los modestos lloran por una porción del pastel televisivo y dan su último adiós a la difunta Liga española, mientras se lamentan por la supremacía de los dos Súper Equipos y la injusta diferencia entre ellos y el resto, el marasmo mediático inicia su bombardeo, cuenta atrás para el partido del milenio y golpe letal a los ingenuos, que de vuelta a la realidad, tras sopapo por atrevidos, ahora pueden preguntarse: ¿habría dinero para mi si no existieran Barça y Madrid?

Los insurrectos fueron aplacados y los androides dominan el paisaje futbolístico actual. El primero de la otra Liga se difumina a siete puntos de Mourinho, nuevo führer neogaláctico. No es extraño. El Real Madrid cuenta con 32 puntos, 33 goles a favor y 6 goles en  contra. C. Ronaldo (15 goles) es el pichichi de la competición y Casillas, el zamora. Ha ganado todos sus partidos en el Bernabéu y no conoce la derrota. El Barça, por su parte, suma 31 puntos, con 33 goles a favor y ocho en contra. Ha ganado todos sus partidos a domicilio y ha igualado la goleada más abultada como visitante de la historia de la Liga. Messi ha anotado 13 goles en estas 12 jornadas.

¿El mejor Barça-Real Madrid de la historia?

Los dos equipos-androides llegan como los mejores conjuntos del Planeta Fútbol. Estrellas en el banquillo y en el campo, el Clásico parece haber recuperado hasta la polémica, las provocaciones de antaño. El Barça ofrecerá su juego de posesión, toque y combinación infinitos y esconderá el balón a los blancos que, agazapados, no dudarán ni un instante en sacar a sus cuatro caballos desbocados para castigar los huecos que puede dejar un Barça volcado al ataque. Mourinho y Ronaldo son los emblemas de un modelo diametralmente opuesto al barcelonista, capitaneado por Guardiola y auspiciado por Messi.

Desde ya pongan un cirio a sus deidades para que este partido no acabe en tablas. La frustración de no tener a un vencedor entre estos dos titanes puede desencadenar en una angustia y una ansiedad que no se resolvería hasta primavera. Porque después de este encuentro, Barça y Madrid seguirán jugando en una competición descafeinada. ¿Sueñan, pues, los androides con una Super Liga europea? ¿Competirían con la élite arriesgándose a no ganar cada año? ¿prefieren seguir repartiéndose la competición doméstica temporada tras temporada hasta que los modestos deserten?

En siete días, partidazo del siglo, milenio, etcétera.

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22 noviembre, 2010 at 9:10 AM

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El Barça liquida el fútbol

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El Barça ya no juega a fútbol. Sus jugadores acarician el balón, lo mecen y lo miman hasta volver loco al rival. Exasperado, el contrario reza para que se produzca un chute, una falta o cualquier interrupción que termine con el hipnotismo del juego de los de Guardiola. Pero el balón va más rápido, el contacto físico no forma parte de su abecedario y los chutes son algo vulgar, vejatorio, para un balón que circula y circula sin tregua ni fin. Entonces responde Messi. Obligado porque así lo marcan las reglas. Porque el fútbol termina en eso: en el chute, en el gol. Messi (18 goles esta temporada, 66 en las últimas 69 jornadas de Liga) es el último vínculo del Barça con el fútbol. Los azulgrana parecen ascender a un estadio superior que dista del deporte que inventaron los ingleses. En el fútbol terrenal, el Villarreal es el mejor equipo.

O al menos el mejor equipo de La Otra Liga. Con dos campeones del mundo en sus filas, un libre pensador en el centro del campo y dos ejecutores en la delantera, el Villarreal es un conjunto ambicioso, astuto e incómodo. Un robapuntos que obligó al Barça a dejar el fútbol atrás, a entrar en una nueva dimensión regida por el mejor jugador de la historia. En ella, Messi  inventa y reinventa las normas partido a partido y establece los límites del equipo. El Barça (Messi) ha traspasado el umbral y ha liquidado el fútbol.

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15 noviembre, 2010 at 8:31 AM

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Deconstruyendo a Ricky Rubio

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El balón se coló en la red tras despegar de los dedos de Ricky Rubio. Desde el centro del campo, el base catalán percibió los vítores de un público enardecido, convencido de presenciar algo tan fuera de lo común, tan extraordinario, que sólo sucede cada medio siglo. Los testigos de la final del Europeo Cadete del año 2006 se marcharon a casa convencidos de que habían disfrutado de un jugador que despedazaría todos los récords de precocidad establecidos. Los 51 puntos, 24 rebotes, 12 asistencias y 7 recuperaciones del chico traspasaban la lógica de un jovencito imberbe nacido para hacer historia. Para escribir la historia del baloncesto europeo del siglo XXI. Cuatro años más tarde, la inquietud invade a esos mismos testigos que, aturdidos, ahora se preguntan: ¿Qué le pasa a Ricky?

 Nada. Esa es la respuesta más común, más recurrente. Pero la nada devora a Ricky, que languidece en el parquet, apático y melancólico. Su creatividad infinita se ha tornado en un juego errático y previsible, en un juego intrascendente que muere al cruzar el medio campo y doblar el balón al alero. En lo que llevamos de temporada, las frías cifras explican que Ricky promedia 4 puntos por partido, con un 33% en tiros de dos, un 13% en tiros de tres, 3 rebotes, 5 asistencias y 2 robos para un total de 7 de valoración. Tan sólo en asistencias (tercero en el ranking ACB) despunta. Quien valore la labor de Ricky ignorará las estadísticas argumentando que su juego va más allá de lo tangible y de ese particular agujero negro que es su tiro.

 Camino a la NBA

El 20 de octubre de 2005 anotó dos puntos, logró una asistencia y robó dos balones. Lo hizo en tan sólo cinco minutos, con tan sólo 14 años. Se convertía, así, en el jugador más joven en debutar en la ACB. Las expectativas entorno al jugador crecieron y crecieron hasta convencer a todo el mundo de que era un auténtico prodigio, un virtuoso del baloncesto, un Mozart. En la temporada 2007/2008 formó parte del mejor quinteto del año (otra vez el jugador más joven en conseguirlo), y fue nombrado “Mejor Joven del Año” por el secretario general de FIBA Europa. En 2007 fue el líder en robos de la ACB y de la Euroliga.

El mundo (Estados Unidos) conoció a Ricky en los Juegos Olímpicos de Beijing. La lesión de Calderón lo arrojó a la titularidad en una final en la que su descaro e inteligencia impresionaron a los estadounidenses, que se llevaron la medalla de oro y apalabraron a Ricky. Con su juego, el joven base involucraba hasta al palco. Sus compañeros temían que un balón, que un pase suyo les golpeara en la cabeza por sorpresa, por no estar a la altura de la clarividencia del chico. Y las analogías no tardaron en llegar. Lo compararon con Drazen Petrovic, con Jason Kidd y hasta con Pete “Pistol” Maravich, teorías que fueron desmontadas una a una:

“Pete Maravich era, ante todo, un anotador compulsivo y un sujeto tocado por una divina relación con el aro, lo que relegaba a su entorno a un segundo e incluso tercer plano. En el caso de Rubio parece haber también una relación divina. Pero no con el aro, sino precisamente con su entorno, al que sitúa en un absoluto primer plano. Por eso Rubio no es ni un anotador ni un jugador especialmente dotado para el tiro a canasta, aspecto por el que Maravich pasaría a la historia como Pistol. Es la decisiva diferencia entre el que dispara y el que suministra fusiles”.

El periodista Gonzalo Vázquez desmontaba a “Pistol Rubio” en un momento en el que Ricky se revelaba como único y genuino, encarnaba el talento en el sentido más natural y más auténtico de la palabra y despertaba el recelo de jóvenes promesas como Brandon Jennings, la primera voz discordante, la primera voz que dudó públicamente de Rubio.

Y Ricky decidió ir a la NBA. Del extraño episodio de su participación en el Draft, de su renuncia a jugar en Minnesota y de su ruptura con el DKV Juventud surgió otro jugador. Ricky desistió de abandonar la edad de la inocencia y optó por jugar cerca de casa, sin llegar a la cota simbólica de la NBA, pero compitiendo para ganar todos los títulos en uno de los mejores equipos de Europa. Xavi Pascual le entregó la manija del Barça y en una temporada personalmente correcta se proclamó campeón de Europa. Su decisión de permanecer en Europa para madurar como jugador quedaba legitimada por completo. Pero su virtuosismo ya estaba herido por los valores racionales, económicos y personales de su decisión. Valores diametralmente opuestos con el Genio.

 ¿Dónde está Ricky?

El Mundial de Turquía nos enseñó a un Ricky psicológicamente agotado, apático y sin ideas. El año que debía aportarle madurez, experiencia y temple lo había hecho crecer, sí, pero le había arrebatado la imaginación, la creatividad y la fantasía.

Hoy Ricky es la prolongación de un jugador empobrecido y vulgar, una sombra imperfecta de aquel fenómeno que deslumbró en el Europeo de 2006 y en el DKV Joventut. Curiosamente, el Barça ha suspendido temporalmente las entrevistas personalizadas con el jugador, además de los actos protocolarios… Los ecos de crisis de juego llegan ya a aguas americanas. Hace unos días Gonzalo Vázquez twitteaba: “Me pregunta un periodista americano qué pasa con Ricky. Contesto que nada. Y aprisa replica: «O sea que su nivel no es lo que nos contaron».

Al término de esta temporada Ricky deberá decidir si se marcha a Minnesota o cumple los dos años de contrato que le quedan con el Barça. Es demasiado injusto, demasiado pronto para pensar que el talento de Ricky Rubio se ha diluido como el de tantas y tantas jóvenes estrellas cuyo fulgor se extinguió con su nacimiento.

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9 noviembre, 2010 at 11:30 PM

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La extinción de la incerteza

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La Liga tiene un aspecto tan deportiva y televisivamente bicéfalo que algunos partidos parecen molestar. El espectáculo del Barça de Guardiola es ya tan normativo, tan benditamente monótono que un partido contra el Getafe se considera un mero trámite, una piedra en el camino que hay que saltar sin pagar demasiado peaje.  El Madrid de Mourinho sigue sin conocer la derrota y se basta con 20 minutos para solventar los partidos. Si el Barça baila al Getafe y el Madrid acompleja al Atlético, si los que arañaban puntos e incluso arrebataban ligas caen empequeñecidos por el Star System en el que viven instalados Barça y Madrid, el espectador se impacienta y cuenta los días para que pase algo, para que uno de los dos no gane. En una liga tan mediocre, tan focalizada a la no sorpresa, lo único que parece trascender es el Barça-Madrid.

La incerteza es un valor en extinción en esta competición. Perder cualquier punto sería ahora mismo poco menos que un cataclismo para ambos equipos. Mientras el duelo de titanes se recrudece y el único aliciente en este inicio de temporada es discernir quién es mejor de los dos, los de la “otra liga” se aburren. El juego del Barça arrebata y la pegada del Madrid impresiona. Cristiano y Messi salen a gol por partido y ya les secundan Higuaín y Villa, que parece haber superado “La maldición de Eto’o”, aunque necesite tres ocasiones claras para perforar la red. “Ser delantero centro es un oficio duro, pero siempre resulta mejor que trabajar” confesó “Totò” Schillaci, mundialista en Italia 90 cuando militaba en la serie B italiana.

 El monstruo de Gila

Messi es tan sumamente escandaloso que ya tira a los rivales con sólo mirarlos, con el amago de una finta o con el movimiento de su melena. Infunde tal pavor a los defensas que resigna a contrarios y entrenadores rivales, que no se molestan ya ni en hablar de él. Como el monstruo de Gila, su antídoto es desconocido y tan sólo su obcecación por los rebrincos y los tirabuzones impiden que sea un futbolista perfecto. El antagonista, de ego infinito, es tan nervioso, fiero y letal como una Mamba Negra. Cristiano Ronaldo embiste la portería rival como si quisiera derribarla…

 Calma, el Barça-Madrid se acerca. Con sus debates, tertulias, comparaciones, estadísticas y estupideces varias. Eso sí. Recuerden que el miércoles hay partido. Llega el Ceuta.

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8 noviembre, 2010 at 9:26 AM

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Elogio desmesurado de David Villa

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“(…) El delantero centro es un loco aparte. Locura de animal que olisquea huecos y se fija en las distancias entre los defensas que le marcan y la nada, entre el portero y las escuadras o las bases de los postes. Es un cazador de agujeros. De agujeros por donde meterse  o por donde meter la pelota. Conoce las desesperanzas de tardes y tardes en las que todos los agujeros están tapados y el público le grita: “¡Tarugo!”. Ignorante el público de que los agujeros son nadas misteriosas que de pronto se aparecen a los delanteros centro más locos, como los ángeles antiguos se aparecerían a las vírgenes más campechanas”.  

La Nada se apareció a David Villa, goleador de profesión y actor publicitario en sus ratos libres. Villa, cuatro goles en nueve jornadas de Liga, despierta con el fresco, se ilumina en la penumbra otoñal y se excita con las palabras del Führer blanco. El Guaje, amparado por el cada vez más «Di Stefanizado» Messi, ha estado buscando los agujeros y las nadas misteriosas que describía magistralmente Vázquez Montalbán en La locura del delantero centro hasta encontrarlas justamente el sábado, día en el que el equipo mostró su versión más parecida a la del Barça de las Seis Copas.

Ante el Sevilla, el Barça de postal dio por terminada la pretemporada. Durante los primeros compases de la competición, los menos trascendentes, los más peligrosos, ha hecho historia en los campos de España y ha acumulado aplausos para Iniesta. En el Camp Nou, sin embargo, ha levantado suspicacias y ha mostrado su reverso oscuro contra los modestos. Curiosamente se exhibió tras el descanso de los titulares en Ceuta, hecho que pone de manifiesto el endiablado calendario, paradójicamente maquinado para el espectáculo y alejado, cada día más, del deporte.

La capital del fútbol mundial sigue siendo Barcelona. El equipo de Guardiola continúa dejando partidos para la historia, para cuyas páginas se reservan los chutes de Iniesta, tan escasos como valiosos. El antagonista, el Madrid de Mourinho, es sólido, ambicioso y mentalmente irreductible. Cristiano Ronaldo le lanza el guante a Messi, que lo recoge con elegancia y responde como Balón de Oro. El Madrid se siente capaz y mira a los ojos a los azulgrana tras años de agachar la cabeza. El mundo futbolístico se detendrá en menos de un mes. El Barça, con Villa, le espera en el césped. Para devolverle la mirada.

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2 noviembre, 2010 at 8:28 AM

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El Barça ladra; el Madrid muerde

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Messi, joven prodigioso y marciano del fútbol, empuja al Barça a las victorias. Sin estrés, sin ansiedad ni nerviosismo, el jugador total argentino es un Mark Zurckerberg del deporte, enchufado y obsesionado con la victoria y el gol. Remienda el inicio manso del Barça, que juega, arredra y ladra sin descanso, pero que no halla el gol. Sin Xavi, los jugadores se azoran, contraatacan y lucen como chicos sin tutela, traviesos y liberados, pero imprecisos y apresurados. En la otra orilla, el antagonista castiga. Y muerde.

 Si las victorias por uno o seis goles suman igual en las matemáticas, no funciona así en el ámbito de las sensaciones, auténtico motor del fútbol, deporte pasional por excelencia. Los números dicen que el Madrid todavía no ha perdido, es el que más goles suma, el que menos encaja, el que tiene el pichichi y el que luce el Zamora. Y además cuenta con la nueva bandera blanca, de nombre Mourinho, y de apellido Restaurador de la gloria madridista. Cruzando el Rubicón, el Barça exhibe su juego, su mejor inicio de la historia como visitante y su extraterrestre, que no marca de cuatro en cuatro, pero que siempre suma, que apenas falla y que no tiene antídoto. Y tiene a Pep, arquitecto de algo que debería constar en el diccionario como fútbol.

La Liga ha descubierto su auténtica cara y a pesar del Villarreal, del Valencia o de posibles outsiders, es cosa de dos. A falta de un mes para el enésimo partido del siglo, podemos estar delante de uno de los encuentros más reñidos, más intensos y más eléctricos de los últimos años. Ambos equipos son candidatos a la presidencia del fútbol actual.

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25 octubre, 2010 at 9:59 AM

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Radiografía del gol

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Salen a arrollar. Combinan y desequilibran. Inquietan y asustan. Miden las porterías, prueban la madera, bautizan a cancerberos. Marean, emborrachan y arrullan. Y después de una orgía de ocasiones y de envites, la realidad, esa que indica el marcador, enseña que el premio es irrisorio para tanto despliegue. Porque delante está el Copenhague. Y los jugadores se encallan. Y llega el marasmo. Devorados por la propia necesidad y la autoexigencia de corresponder al espectáculo y al rol que ellos mismos han creado. El rol de mejor equipo del mundo.

El demiurgo del Barça, que se permite un partido malo de cada cien y desoye la “Maldición del 9” dejada por Eto’o y la esquiva querencia del gol, aleja al equipo de la esterilidad. Messi deberá tocar a Villa, goleador de nacimiento, que ha de encomendarse a la divina providencia o bien peregrinar al santuario del gol, donde residen in saecula saeculorum Romario y Ronaldo, haciendo libaciones y sustentándose con ambrosía y placer carnal. Mientras el Barça describe y crea y analiza y dibuja y mastica los goles en una radiografía cansina y macilenta, el amante se presenta de la manera más inusitada y menos plástica. En el descuento y tras centro-pifia de Abidal. Las palabras de Guardiola en la rueda de prensa resumen el sentir del maleable aficionado culer, aún optimista, aún con ensueños de verano: “ya entrará”.

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21 octubre, 2010 at 7:34 AM

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El Barça contra el Barça

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El Barça juega más contra sí mismo que contra el rival. Víctima de su propia plasticidad tiende a caer en el barroquismo para convertir las jugadas en un exceso de circulación, zig-zags y paredes imposibles en las que siempre sobra un pase. Dentro de la política solidaria de los azulgranas, se echa de menos la irreverencia y la anarquía, la sencillez y el pragmatismo que usualmente aporta aquella figura que por definición se alinea con el egoísmo. La que soporta el instinto del delantero centro.

 La “barcelonización” de Villa, causada por el complejo que ejercen Xavi e Iniesta sobre rivales y compañeros, extralimita sus funciones y limita su instinto con una excesiva carga técnica, innecesaria para cumplir su finalidad: culminar la construcción con un único pase: el que va a la red. Con un Messi caído del Olimpo para mostrarse extrañamente terrenal, el Barça carece de elemento diferencial que boicotee el guión con un final sorpresivo y un giro genial.  En ocasiones pesado, enrevesado y predefinido y en ocasiones rápido, directo y desbordante. Cara a cara, la apisonadora sin rival se empeña en caer en la pastosidad de la posesión abrumadora e improductiva. El Barça se obceca en jugar contra el Barça.

Recreándose en el juego estético, porque esa es su naturaleza, realiza las mismas jugadas de ensueño que siempre, pero con un tecnicismo desmesurado y una marcha menos que ralentiza la circulación y facilita el trabajo del contrario. La necesidad-obligación de dar espectáculo no puede devorar al equipo. El Barça no puede convertir cada partido en un thriller innecesario.

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18 octubre, 2010 at 7:43 AM

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A vueltas con el estilo

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Los azulgranas gustan, aunque a veces se gustan, deleitan, aunque a veces empalagan y fantasean, aunque a veces se recrean. Es probablemente el mejor fútbol que se ha visto nunca pero su modus opendi carece de plan B. Es un juego que se aplica independientemente del partido, del rival y de los jugadores que haya sobre el césped. Hasta sus últimas consecuencias. Su denominación de origen es tan concreta que absorbe con dificultad a entes extraños, rechaza a estrellas contrastadas y se alimenta con una raza de futbolistas minoritaria. Que la plantilla del Barça sea tan corta se debe a la voluntad de mantener a todos sus integrantes implicados pero también a la imposibilidad de incorporar a jugadores que se adapten a este sello tan exclusivo. Guardiola, por tanto, se abastece de la cantera, donde los jugadores incorporan el Estilo Barça de serie.

El Madrid de Mourinho gana desde los fundamentos, se despliega con rapidez y dispara sin contemplaciones. No gusta su juego, de momento, y se critica el excesivo espíritu defensivo del equipo. El madridismo rema en busca de una filosofía, implora por un sello propio, por una identidad y un estilo genuino, como si el fútbol del portugués no lo tuviera ya. Mou disemina su juego calculador y maleable al rival y a las circunstancias. Atrás, le atraen los esforzados y apuesta por aguijones en la vanguardia. Los pilares del fútbol ajedrez instauran la dinastía Mourinho y confieren a los blancos algo de lo que han carecido durante muchos años: un estilo propio, más basado en los resultados que en el juego. Hay hoja de ruta.

 Ese santo grial en el que se ha convertido el estilo de juego, forma parte de la idiosincrasia del FC Barcelona desde hace muchos años. Pero, curiosamente, la falta de gol de los últimos partidos ha exacerbado a los que se fijan en la clasificación en la sexta jornada y ha levantado sospechas hacia esa manera de jugar que es, indudablemente, de lo más preciado de este club. Y el Barça juega bien, muy bien, aunque se encalle en la definición. Sin extremos ni un nueve puro (ejemplares en peligro de extinción), los azulgranas se apalancan en su vendaval de juego y ocasiones. La pérdida del idilio con el gol ha encendido absurdas alarmas y ha llevado a analizar de nuevo el sistema, tan alabado durante temporadas anteriores.

 El mismo estilo, por cierto, que llevó al Barça a ser campeón de todo.

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7 octubre, 2010 at 7:12 AM

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Sin romance

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Es un amante selectivo, ingrato y pasajero. Flirtea con el que lo persigue y coquetea con el que lo corteja, pero escoge al oportuno, al avispado, al pragmático y hasta al afortunado. El Barça de hoy es un pretendiente atractivo, elegante y honesto, pero carece de la picardía, el olfato y el descaro necesarios para seducirlo. Su reconquista es primordial. Porque en este juego gana el que se casa con él. Gana el que se casa con el gol.

Un Barça manso y bipolar ofreció un espectáculo sublime durante la primera parte ante el Mallorca. Vertiginoso, mordaz e insistente, el equipo gestó el gol de Messi a su manera, tras malograr una retahíla de ocasiones. Fue un espectáculo excelso, un auténtico espectáculo. Pero un espectáculo inofensivo, inocuo. Entregado, el Mallorca veía mancillada su área una vez tras otra hasta que el árbitro lo rescató con el descanso.

 En la segunda mitad saltó al césped la cara B del Barça. Ansiosa, precipitada e imprecisa, ahuyentó al gol como un amante inexperto y desesperado. La virtuosidad del equipo, pese a pájaras puntuales, apacigua. Si el Barça ha conseguido embelesar al mundo entero, el gol también caerá.

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4 octubre, 2010 at 7:33 AM

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El enigma Kazán

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Kazán ya es un símbolo. Un símbolo de resistencia y de piedad divina capaz de rechazar los envites del mejor equipo de fútbol del mundo durante tres asaltos consecutivos. Los tártaros, armados con once defensores subyugados y amparados en el rosario de Kurban Berdyev, enseñaron de nuevo ese oscuro y legítimo camino para bloquear al cerebro que dirige el Barça. No es una nueva vía. Mourinho, con su juego ajedrecístico, la empleó para hacer añicos el sueño del Bernabéu. Lo hizo con el “Antídoto Inter”.    

Las murallas de peones que obcecan a los centrocampistas azulgranas y empequeñecen a sus atacantes son la delgada línea que, transformada en muro, ha impedido que el Barça lo gane todo. Y esto es digno de análisis. En “Los crímenes de la Calle Morgue”, Edgar Allan Poe sostiene que el analista “es aficionado a los enigmas, los acertijos y los jeroglíficos, y los soluciona exhibiendo un grado de sagacidad que a los legos les parece percepción sobrenatural”. Y esa es, justamente, la labor que debe desempeñar Guardiola en estos momentos.

Esclarecer este misterio solucionaría problemas venideros. Mourinho, calculador y retentivo, actuará con un manual parecido al que ya aplicó con el Inter de Milán, el mismo que el Rubin de Kazán, por su menor calidad técnica, llevó hasta su máxima expresión. Como en el ajedrez, este estilo sobrevive gracias a una atención y una concentración encomiable. Pero si se desfallece un solo instante, se comete un descuido que desemboca en la derrota. El primer toque, el ritmo endiablado, la velocidad y el acierto goleador son armas que, dicen, contrarrestan el juego ajedrecístico. En este último factor es, sin embargo, donde más se atasca el equipo de Guardiola. Pedro, que germinó como un elemento etéreo, casi intangible, pero con un idilio con el gol, ha perdido este don para convertirse en un jugador más completo, más hecho, pero que a su vez ejemplifica el bajo porcentaje de acierto ante la portería contraria.

 La imagen que proyecta Guardiola es la de un estudioso del fútbol, la de un analista obsesivo. Y puede que el éxito de esta temporada radique, precisamente, en las soluciones que aplique Pep al “Enigma Kazán”. Parece una ardua tarea, pero salvable. Al fin y al cabo, como explica Poe, “el mejor jugador de ajedrez de la cristiandad difícilmente puede ser mucho más que el mejor jugador de ajedrez”.

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1 octubre, 2010 at 7:25 AM

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Los intocables

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La vida sin Messi es menos artística, más obrera, menos fluida, más pastosa, menos plástica, más rígida. La vida sin Messi es menos sueño. Pero continúa. El Barça percute lejos del Camp Nou, acorrala y desmoraliza. Tan sólo su bajo porcentaje de acierto de cara al gol permite mantener con vida los encuentros y prolonga la agonía del contrario. En la Catedral, Amorebieta, como Galán en la jornada anterior, sufrió las consecuencias de una nueva doctrina. Una nueva doctrina nacida del Proceso Ujfalusi. La agresividad defensiva, la ultra-sensibilidad y el temor a que las estrellas mediáticas de la Liga se lesionen, han instaurado una nueva raza de futbolista. Un grupo selecto y escogido. Son los intocables.

Una asociación directa entre los jugadores del Barça y los Intocables está al caer. Convertir a las víctimas de las patadas y de las agresiones en protegidos y vedettes se antoja fácil para los estrategas del Villarato y para un personaje con ínfulas de político del siglo XXI. Telegénico, triunfador y arrogante, Mourinho puede pedir protección para CR7 un día, y al otro ignorar el tobillo deformado de Messi. De haber sido italiano, Mou sería capaz de desbancar al mismísimo Berlusconi. Prestidigitador de las ruedas de prensa, el endiosado hubiera sido un filón para Vázquez Montalbán, que comparaba el fútbol con una religión, precisamente, en busca de un Dios. Hoy, el auténtico Dios del fútbol está de baja, pero en San Mamés marcaron Keita, Xavi y Busquets. Legítimos intocables. Intocables de Pep.

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27 septiembre, 2010 at 7:43 AM

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Aflicción

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El cuerpo retorcido del Dios del fútbol convertía en intrascendente la lustrosa victoria del Barça en el Calderón. El tobillo deformado de la estrella más fulgurante del Planeta Fútbol ensombrecía el partidazo de los de Guardiola y desfiguraba la alegría por un  triunfo solvente y trabajado hasta agriarse. Hasta tornarse en aflicción. El paseíllo del ungido en camilla aceleró tanto el corazón de algunos, exaltó tanto la presión y la pasión de la mayoría, que hoy la noticia es una lesión en vez de una victoria. Pero hay que tener claro que si hoy corren mares de tinta y horas de debate acerca de árbitros, permisividad, periodistas o Villaratos es, básicamente, porque el caído se llama Lionel Andrés Messi y no Maxwell Scherrer Cabelino Andrade.

La influencia de Messi alcanza una dimensión tan colosal que empequeñece el enorme partido que se libró en el campo de la Liga más nocivo para los culés. Intenso, disputado, luchado y reñido. Pero en ningún caso violento. Sin Abidal, Keita ni Mascherano en la alineación, Guardiola dispuso sobre el tablero un equipo desprovisto de músculo, pero sobrado de talento. Tan sólo la figura imberbe de De Gea, tan extraordinaria como palomitera, evitó la goleada.

En la rueda de prensa posterior al partido, un Guardiola en caliente desenterró la perversa influencia de los medios de comunicación en el fútbol. El nerviosismo y la preocupación del técnico sugieren que los barcelonistas deberán aferrarse al trabajo y al espectáculo que ofrecen semana tras semana para revalidar éxitos. Rubricar en gol alguna de sus jugadas imposibles y un benévolo diagnóstico de Messi transformará la aflicción en alivio y acercará más al Barça a ese el último escalón que le separa de lo sublime.

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20 septiembre, 2010 at 8:02 AM

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La dimensión desconocida

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El Barça puede perder. Hasta con el Hércules. Esta evidencia nos recuerda que el equipo de Guardiola conserva resquicios de terrenalidad dentro del juego divino que ha mostrado durante dos años. Pero, a pesar de perderse durante 112 minutos en una dimensión desconocida (hasta que Messi iguala el gol inicial del Panathinaikos), queda claro que deben alinearse los astros para que el Barça se muestre inoperante durante noventa minutos y el contrario bordee la perfección. Pasará muy pocas veces. Pasará cuando el otro conjunto sea tremendamente mejor.

Silbar a este equipo en el Camp Nou debería estar penalizado. Sin la controvertida figura de Ibrahimovic, el entorno culé busca chivo expiatorio. Demasiado pronto para mirar al palco, la atención se centra en determinados jugadores de la plantilla -Bojan, Abidal y Keita aparecen en los boletos- o en la cada vez más desgastada figura del entrenador que ha dado los mayores éxitos deportivos de la historia al club. Puede que esta sea la última temporada de Guardiola como entrenador del Barça. Puede que este año el Barça no gane títulos. Pero tras la enésima exhibición de los azulgrana, sólo cabe el disfrute. Hay que esforzarse por almacenar esta época en la retina porque, un día u otro, el Barça volverá a pasearse por la olvidada mediocridad general. Algo que para el aficionado barcelonista es a día de hoy y, desde hace un buen tiempo, la dimensión desconocida.

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15 septiembre, 2010 at 11:10 AM

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El Drama Xavi Hernàndez

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El provisional Checho Batista ya se puede dar por confirmado. A pesar de su estética de roquero trasnochado, el sucesor de Maradona aplicó argumentos racionales en un deporte que se sostiene en la emotividad. Y dieron resultado. Su librillo para atizar al campeón tenía dos páginas: la primera dice de manera redundante que a este deporte se juega mejor con centrocampistas en el centro del campo. La segunda, que a Messi no se le puede encorsetar. Que es un niño con un balón que no atiende a estrecheces tácticas y que hay que dejarlo jugar en su universo. El universo Messi.

Argentina es una selección desequilibrante que pierde la verticalidad justo donde empiezan sus estiletes. Con una delantera formada por Tévez, Higuaín y Messi, secundados por el Kun Agüero y el mejor jugador de la pasada Champions League, Diego Milito, es un conjunto que prefiere no mirar atrás. En ese desierto de talento manda el Jefecito, un campo magnético que desactiva peloteros y delanteros por igual y arrambla con todo lo que entra en su zona de acción. Más allá de Masquerano, arrumbados en la retaguardia, Demichelis, Heinze o Zanetti luchan por olvidar que ellos estuvieron ese día. El día de la apisonadora alemana. Ayer, día de la redención, abofetearon al campeón y le enseñaron que Argentina no juega amistosos y que no vale con pasearse, estrellita en pecho, por uno de los templos del fútbol.

La única angustia del partido de ayer es comprobar que ese fútbol de estilo Barça sólo funciona a la perfección cuando El Director lo pone en marcha. La inexistencia mundial de una réplica del que debe ser Balón de Oro ha de acelerar la factoría de cuatros del Barça. O afrontar lo que en el futuro se puede llegar a conocer como el Drama Xavi Hernàndez.

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8 septiembre, 2010 at 11:31 AM

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En la yugular de Borneo

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SEGUNDA PARTE

La llaman Dragón. Se trata de una barcaza motorizada de un metro de manga y cinco metros de eslora. Tremendamente inestable y de giros temerarios. Encajada en ella, a escasos centímetros del agua, el indefenso pasajero sospecha más, si cabe, de las aguas cobrizas. Surca veloz y delicadamente el río, salvando la corriente y los rápidos. Y de repente: ¡BOM! Un golpe sordo hace tiritar al Dragón. Algo ha golpeado la embarcación y el motor se detiene súbitamente, mientras iniciamos un balanceo sostenido, una especie de danza acuática hasta detenernos por completo. Rescatada la estabilidad, nos secamos la cara y le miramos inquietos. Bajito, de una edad indescifrable, tatuado, impertérrito. Nuestro piloto pertenece a los Iban, una tribu conocida por su afición a cazar cabezas tiempo ha. Nos dedica una primera mirada de reconocimiento para centrarse en el agua, opaca, impenetrable.

―¿Un cocodrilo?

―Aquí no hay cocodrilos.

―¿Una serpiente?

―No hay serpientes.

―¿Algún pez de grandes dimensiones?

―No.

Arranca de nuevo el motor y continuamos hacia las profundidades sinuosas del río. Incrédulos, tratamos de interiorizar que sus aguas son inocuas. Pero cuando llegamos a nuestro destino, no nos atrevemos a bajar del Dragón hasta que, sorprendidos, vemos que el agua apenas rebasa el tobillo.

El breve trayecto hasta la Longhouse, el hogar de los Iban, discurre por una selva cerrada. Con pasos torpes y ruidosos y ojos no entrenados, cualquier vestigio animal es prácticamente invisible. Sólo se intuyen miradas ocultas, movimientos furtivos y el balanceo de la vegetación. O se imaginan. Sin orangutanes agresivos, serpientes venenosas o caimanes asesinos, nuestro mayor problema son los diminutos mosquitos. Mosquitos inmunes que desayunan Relec y meriendan Goibi.   

Los Iban nos reciben sin festejos ni danzas ni paripés. No visten taparrabos ni sables ni plumas sino vaqueros y camisetas de la Premier League. La historia que encierra sus tatuajes y un saco repleto de calaveras de soldados japoneses de la Segunda Guerra Mundial son algunos de los pocos indicios que recuerdan que antes de trabajar en Gabón o Nigeria para una empresa petrolera, eran una tribu guerrera, orgullosa y temible. Cenamos en la oscuridad, compartiendo pollo, arroz, verduras, mermelada de coco y wisky de arroz, pero la falta de un idioma vehicular asesina la conversación con prontitud. Partiremos a las cinco y media de la mañana, para no perder el primer y único barco que conecta con Kuching.

Pero el ladrido histérico de los perros y el cacarear trastornado de los gallos nos arrebata el sueño. Son a penas las tres y media. ¿Qué pasa? Silencio. Silencio. Silencio. Diluvio. Treinta segundos después del aviso, una tormenta tropical escandaliza el techo de uralita. Cerramos los ojos. Los abrimos. Son las cinco y media. Sigue lloviendo. Dormimos en la misma estancia que el matrimonio Iban, pero su cama ya está vacía. En el corredor, de 100 metros de longitud, y que comunica con todas las viviendas, los encontramos. Sentados en cuclillas. Contemplando embobados la lluvia. La totalidad de la tribu nos dedica una mirada de soslayo, indiferente, y vuelve a la lluvia. Nuestro Iban nos explica que es peligroso navegar así, que no podemos marcharnos.

―¿Y cuánto puede durar?

―Podría terminar ahora mismo. O de aquí a tres días.

Entonces lo entiendo todo. Me siento con ellos. A contemplar la lluvia.

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7 septiembre, 2010 at 7:30 AM

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En la yugular de Borneo

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PRIMERA PARTE

Es un largo y tortuoso viaje. Kuching, capital del estado de Sarawak, languidece de día y se despereza con la puesta de sol. Salvajemente desconocida, la puerta de entrada al Borneo menos explotado no ha escapado, sin embargo, de ese perverso concepto conocido como globalización y que debería llamarse occidentalización. Hasta aquí llegan las redes del señor McDonald’s y del señor Hilton.

Decidimos huir de Kuching furtivamente, cuando todavía la envuelve la penumbra. Nuestra embarcación  recorre un trecho del mar meridional de la China para adentrase en el Batang Rejang, el río que atraviesa Sarawak como una yugular tibia, circundada por frondosa pluviselva y asentamientos ribereños. Numerosos barcos madereros surcan esta cinta transportadora de color azafrán y fondo inquietante, en su afán por destruir una de las selvas más antiguas del mundo. Los pocos occidentales que se adentran en el Batang Rejang comparten trayecto con aborígenes tatuados, frutos exóticos, puerco espines y aves. Son cinco horas de un trayecto empapado de olor a gasolina, sol, humedad y sudor. El estertor del motor, martilleante e inclemente, te transporta en un estado de semiinconsciencia hasta que tu cuerpo se detiene y alguien te dice que estás en Sibu.

El sol ya tartamudea y juega al escondite con las nubes para emerger inclemente, punitivo, superior. Ilumina Sibu, un lugar de paso, picante y húmedo, del que quieres escapar con rapidez, pero que te retiene mientras decides tu destino. Nadie se detiene en Sibu sin motivo. La mayoría llegan para aprovisionarse y desaparecen en el río antes de que la oscura noche se cierna sobre la población, sin previo aviso, sin apenas transición con el día. Sus calles vacías esconden subterfugios noctámbulos, lugares clandestinos de acceso privado con persianas metálicas que acogen y expulsan a figuras errantes, despedidas tórridamente por formas hombrunas de labios pintarrajeados con carmín lascivo e impúdico.

Los que escapan a la noche parten hacia Miri, Bintulu o Bario, donde el aire es fresco y se alimentan a las sanguijuelas. Pero la leyenda de los cazadores de cabezas nos arrastra río arriba, donde el Batang Rejang se estrecha hasta llegar a la remota Kapit, territorio de las tribus Iban. Son 160 kilómetros por el hipnótico río. Llegamos al anochecer. Caras tiznadas nos observan con curiosidad desde la penumbra. Risas huidizas. Sin rastro de McDonald’s. A las siete de la tarde Kapit es un cementerio humano. Aquí la noche es propiedad de la selva y de sus moradores. Todos los ecos son nuevos y estremecedores. Hemos llegado al corazón de Borneo.

(NdE: Aprovechando el desafortunado parón liguero, me tomo la licencia de publicar un micro relato de dos partes sobre Borneo. Continuará…)

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6 septiembre, 2010 at 7:43 AM

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Química y estética

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Sin número 9, el Barça sigue siendo un arma letal intratable. La alienación del delantero centro, su soledad, su carácter singular, no concuerdan con la filosofía centrocampista de Guardiola, generosa y humilde, en la que la belleza descansa en la forma y en la que la forma surge del conjunto. Después de una pretemporada turbulenta, de un paréntesis estival que cada año se presume más mercantil y menos fructífero, la buena noticia es que el Barça sigue siendo una máquina engrasada con visos de indestructibilidad y con hambre de dinastía. Los dos nombres propios de esta pretemporada, Cesc e Ibrahimovic, no formarán parte de esta plantilla, enjuta, bajita y marciana. En esta Liga bipolar, a la escocesa, despuntará el fútbol ajedrecístico y de alquimia de Mourinho y deslumbrará el juego preciosista  y estético de Pep. Un privilegio.

Con una primera fase de la Champions desvirtuada y una Liga empobrecida, el Barça deberá salvaguardarse de las lesiones, soslayar a los árbitros y evitar la autocomplacencia. Los blaugrana encarnan el papel de príncipe azul de película Disney, admirados, aplaudidos y lisonjeados en campo ajeno. Los blancos, por su parte,  interpretan al antihéroe taimado, ladino y orgulloso, con un Mourinho ataviado de alquimista y enfrascado en la búsqueda de la piedra filosofal, con una habilidad innata para transformar medianías en peones disciplinados, rocosos y lacerantes. Necesitará tiempo para crear química. Tiempo y química que ya posee el Barça.

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30 agosto, 2010 at 11:11 AM

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Más allá de Cesc Fàbregas

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Bajo la candente esfera de julio auténticos ídolos han luchado por no derretirse en el asfalto de Barcelona. Los atletas son gentes esforzadas y, salvo excepciones mediáticas como Lemaitre, poco rentables para los media. Entrenan día tras día, hora tras hora, con un sacrificio, un esfuerzo y una disciplina extremos. Los privilegiados lo hacen para ganar. La mayoría, para  participar en un gran campeonato, para luchar contra ellos mismos, contra el tiempo, la edad o contra ese reverso oscuro que encarna la crueldad del deporte. Los aficionados al deporte rey, mientras tanto, languidecen con pasa ratos como el Europeo de Atletismo o el Tour (otra competición para superhombres). Apenas ha empezado a rodar el balón en Noruega, Corea, Tailandia o EE.UU y los bolos veraniegos ya han despertado el hemisferio del cerebro que demanda una dosis de esa droga masiva-deportiva llamada Fútbol.

Mientras no hay competición, los yonkies más extremos se alivian con la prensa deportiva de estos días que, falta de noticias, monografía a Cesc Fàbregas. Pura carnaza. Tras las jubilaciones de Henry y Márquez, la espantada de Touré y la jugarreta de Chygrynskiy, la supervivencia del campeón de la Liga más difícil de la historia parece depender de la llegada de Cesc.

 Obsesión Fàbregas

Repatriar al de Arenys se ha convertido en una cuestión de Estado. La “obsesión Fàbregas” ciega a la prensa, a los directivos e incluso a los propios jugadores. Nunca un fichaje había suscitado tantas declaraciones de sus hipotéticos-futuros compañeros. Los cantos de Piqué, Puyol, Iniesta y Messi son ardides de esta guerra fría que mantienen el Barça y Wenger, en la que Cesc se ha implicado tanto que un no definitivo lo arrojaría al pulgar de los aficionados gunner, a un juicio del capitán tránsfuga. El Barça, que cuenta con pase VIP y alfombra roja después de fichajes como los de Petit, Overmars, Hleb o Henry, deberá engordar las arcas del Arsenal para reblandecer el corazón del entrenador alsaciano. Cuando el traspaso se confirme, los blaugrana ganarán a un gran jugador que, sin ser imprescindible en el esquema de Guardiola, colgará medallas a unos e ilusionará a otros. Pero más allá de Fàbregas, el Barça parece andar cojo en otras demarcaciones.

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3 agosto, 2010 at 7:32 AM

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La Batalla de Johannesburgo

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Andrés Iniesta es un jugador que, en ocasiones, desquicia. Alérgico al disparo, entiende que golpear el balón es una ofensa para la pelota que él tanto lisonjea. Tan bueno es que preferiría traspasar la línea de gol con delicadeza, con el esférico cosido al pie. Sus chutes son escasos, medidos con esmero y escogidos para la gloria. Lo fue el de Stamford Bridge y lo es el de Soccer City. El pálido de Fuentealbilla será canonizado y encumbrado como el héroe de la Batalla de Johannesburgo.

Un triunfo de la selección holandesa hubiera sido una traición imperdonable a los principios que la hacen romántica y estética. La inventora del Fútbol Total renunció a su pasado, renegó de sus derrotas aderezadas con buen juego y se cambió a un modo que no le corresponde: pretendió asesinar el estilo que la convirtió en leyenda. Ataviados con un traje impostado de guerrillero y comandados por el sargento Van Bommel y un psicópata llamado Nigel de Jong, Holanda amenazó con ofrecer la final más deplorable de la historia. Si alguien intentó convencer a algún neófito de que lo que iba a ver era el espectáculo deportivo más bello del planeta, fracasó estrepitosamente.

 La lógica Del Bosquiana

Vicente del Bosque observaba la batalla desde la banda con su parecido soso mientras su lógica discurría con acierto. Vicente es de los que pregunta:

-¿Tú de qué juegas?

-¿Yo? De lateral izquierdo

-Perfecto, pues vas a jugar de lateral izquierdo.

 Y punto. No hay más y es suficiente. Tiene artistas y los dispone sobre el terreno de juego. Y cuando necesitan recambio, acierta.

 Lo que iba a ser una de las finales más bonitas y ofensivas de la historia, se transformó en una cacería.  Pero, en esta ocasión, se impusieron los que quisieron jugar, los que están convencidos de que el balón es importante en este juego. Los que se divierten jugando. Los que divierten al espectador. Por una vez, hubo justicia poética.

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13 julio, 2010 at 8:39 AM

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Justicia poética

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La tiranía del balón: Puyol lo arrebata, sin lírica, y lo confía a Piqué. Elegante e imperial avanza a grandes trancos y lo cede a Busquets, tan parco fuera de los terrenos de juego como clarividente en el césped. Sencillo, simple y dueño del ancho y del largo. De los 360º. Lo recibe Xavi, una máquina con sensibilidad de artista. Se gira sobre sí mismo. No pueden arrancárselo. Es imposible. Se asocia con Iniesta, cuya fragilidad se equipara a la magia con la que ridiculiza a sus defensas. Croquetea y marea. Inmenso. Corre Pedro, generoso, solidario y efectivo. Un talismán inesperado. Liquidará Villa, certero y letal. Terminará con un pase a la red o con un amplio suspiro. Este estilo, cuyo Big Bang se inició con Cruyff, que bebió de la Naranja Mecánica de Rinus Michels, que evolucionó con Rijkaard, que mimetizó Aragonés, que convirtió en arte Guardiola, que plagió Del Bosque, tiene un sello con nombre propio: FC Barcelona. Guste o no guste.

La final del Mundial es un regalo. Una recompensa y una reconciliación con el romántico que entiende el fútbol como algo hermoso que ha sido corrompido y envilecido, en los últimos tiempos, por propuestas como la de Grecia o Italia. La Holanda menos brillante de su historia aspira a ganar todos los partidos del Mundial, tanto de la fase final como de la clasificación, tal y como hizo la mejor selección de la historia, el Brasil de 1970. Afrontará su tercera final encomendada a dos repudiados: Robben y Sneijder (balón de oro si gana el torneo), un delantero impostado (Van Persie), un centro del campo esforzado y una defensa de jeroglífico. Alegre y desacomplejada tendrá enfrente a genios irrepetibles que convierten en pusilánime a cualquier rival. La victoria de cualquiera de los dos conjuntos será el triunfo del auténtico fútbol. Mañana la Jabulani planeará inestable por Johannesburgo en busca de algo etéreo e idílico. En busca de justicia poética.

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10 julio, 2010 at 9:06 AM

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El auténtico fútbol

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Holanda es una selección que gusta y que se gusta. Su historia es alegre, despreocupada y vertical. Descarada, preciosista y ofensiva. Su fútbol honesto, espléndido y sin especulaciones ha creado una marca inconfundible ligada al romanticismo y a la derrota. Uno de los conjuntos más celebrados de la historia de este deporte es la Naranja Mecánica, que deslumbró en los Mundiales de Alemania y Argentina en la década de los 70. En ambos campeonatos llegó a la final y en ambos cayó ante el anfitrión. Aunque no ganó, su juego será recordado por siempre, a pesar de que su estilo y sus jugadores estratosféricos han sido detenidos periódicamente por selecciones más pragmáticas, astutas y maquiavélicas. A Holanda, como niña bonita e inofensiva, como creadora del arte en la derrota, siempre había que decirle: Qué bien habéis jugado. Qué gran espectáculo. Hasta el próximo campeonato. Gracias por venir.

Esto se terminó. La Holanda de 2010 no es brillante ni bucólica. De defensa liviana, centro del campo vigoroso y delantera endeble, no posee ni el talento ni la magia de otros tiempos. Pero denota madurez, goza de la esquiva fortuna y transpira la confianza del ganador. Ayer echó a la pentacampeona y sumergió en una crisis abisal a un país que entiende el fútbol como una religión. El Brasil de Dunga carece de profetas y tiene un excedente de jugadores terrenales. De obreros y peones de un fútbol industrial y metalúrgico que se ha divorciado del balón. Sin inventores, sin innovadores, Robinho aporta la chispa de la diferencia, muy lejos, no obstante, de la maestría de Garrincha, Sócrates, Pelé, Romario, Bebeto o Ronaldo.

Holanda jugará la final si supera al Uruguay de Luis Suárez y Forlán. Su rival podría ser España, un conjunto que cuida el balón, lo halaga y lo esconde. Un hipotético enfrentamiento entre estas dos selecciones del quiero y no puedo sería un triunfo para el fútbol. El fútbol ofensivo. El auténtico fútbol.

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3 julio, 2010 at 9:46 AM

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La mano que guillotinó a Francia

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Nunca deberían haber pisado África. Cuando en el minuto 104 el público de Saint-Denis enloqueció de alegría, la bomba de relojería de un equipo anodino y moribundo se congeló, se detuvo temporalmente. La ceguera de un sueco llamado Martin Hansson permitió que Thierry Henry hiciera su último servicio al fútbol. Su mano, como el cabezazo de Zidane a Materazzi, se convertiría en un oscuro e injusto epílogo para el último astro del fútbol francés. Ese 18 de noviembre de 2009 empezaba una cuenta atrás que daría lugar a uno de los episodios más esperpénticos y sombríos del fútbol mundial. La insurrección de la selección francesa en Sudáfrica no sólo representa un fracaso deportivo estrepitoso, sino la apertura de un debate resbaladizo y peliagudo en un escenario, el sudafricano, lamentablemente oportuno. El epicentro de la fractura vuelve a ser la raza.

La reliquia futbolística que aletargaba en el banquillo de Francia era la misma que 12 años antes había ocupado un puesto similar en el combinado tricolor. En esos tiempos era un joven descarado, pertinaz y soñador que estudiaba con asombro a unos genios que destrozaban a la canarinha de Ronaldo, Rivaldo y Bebeto. Anciano, cansado y desencantado, el Henry actual veía esta vez a un equipo despedazado, no por falta de calidad, sino por algo más lóbrego, más incomprensible.

 El ex director de Le Monde Jean-Marie Colombani advirtió en un artículo en El País  que la derrota se quiere explicar a través de un choque de culturas. Que se reprocha la arrogancia, la indiferencia y la opulencia de algunos de los integrantes de los bleus. Que se acusa a los jugadores “más morenos”. Que se les tilda de caïds (jefes de bandas marginales). Que se quiere hacer una diferencia entre “los buenos y los malos de los suburbios”. Que se les puede ir de las manos…

 La historia ha demostrado que entender el fútbol como simple deporte es un ejercicio de bondadosa ingenuidad. En 1998, Francia ganó el Mundial. Ese equipo contaba con figuras como Marcel Desailly (Ghana); Lilian Thuram (Guadalupe); Patrick Vieria (Senegal); Youri Djorkaeff (de origen armenio); Zinedine Zidane (de ascendencia argelina) o Christian Karembeu (Nueva Caledonia). Políticamente, oportunamente, ese sonado triunfo se vendió como el éxito de la Francia multiétnica y multicultural. Era la riqueza del país. Eran tiempos de abundancia.

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23 junio, 2010 at 7:31 AM

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El equipo del “Sol del siglo XXI”

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Jong Tae-se lloraba desconsolado mientras escuchaba el himno de la República Popular Democrática de Corea, el Achimŭn pinnara. A pesar de que sus ojos se abrieron por primera vez en Nagoya (Japón) y de que sus padres nacieron en Corea del Sur, desde pequeñito fue educado en el Juche, la doctrina ideológica comunista norcoreana. Años después, las creencias del niño Jong se vieron recompensadas cuando el Chongryon, la embajada de facto en Japón, le hizo el regalo que siempre había anhelado: la nacionalidad norcoreana. Las lágrimas del “Rooney del pueblo” en los preámbulos del partido contra Brasil eran de sincera felicidad, de agradecimiento y de gratitud hacia el gran líder, el“Sol del siglo XXI”: Kim Jong Il.

Esta curiosa e impactante imagen despertó la simpatía de los que se alinean con el desaventajado, como ya le ocurrió al nadador guineano Éric Moussambani en los Juegos Olímpicos de Sydney. La figura de Moussambani, mediática por insólita, recabó tanta atención en los medios de comunicación que desplazó a estrellas de los Juegos como el plusmarquista mundial de los 100 metros Pieter van den Hoogenband.

Pero a diferencia de Moussambani, los jugadores norcoreanos, conocidos como chollimas (un caballo alado de la mitología norcoreana), no podrán rentabilizar su excepcionalidad. Corea del Norte es el último bastión del comunismo extremo, de una hoz y un martillo aderezado con un pincel de pretensiones intelectuales. En el país más impenetrable del mundo, el endémico estado marcial obliga a movilizar a un ejército de un millón de soldados y más de cuatro millones de reservistas ante la hipotética amenaza extranjera. En su aislamiento surrealista, en su paranoia socialista, la población se muere de hambre a pesar de ser una de las naciones que recibe más ayuda humanitaria.

Las plañideras de Kim Jong Il

Todo este surrealismo se extiende a la selección más hermética y politizada del planeta. El pasado martes, en el estadio Ellis Park de Johannesburgo, un millar de presuntos aficionados norcoreanos destacaban en las gradas, entre la colorida hinchada de la verdeamarelha. Pero no eran coreanos, sino modernas plañideras. Un día después conocimos que, en realidad, se trataba de un grupo de actores chinos contratados por la empresa Sports Management Group, a petición del Comité de Deportes de Corea del Norte, para que animaran a los chollimas.

Los que sí acompañan al equipo en Sudáfrica son los comisarios políticos, que se encargan de registrar sus movimientos con cámaras que también apuntan a los periodistas que preguntan en las ruedas de prensa. El entrenador norcoreano, Jong-hum, advirtió que no contestaba preguntas políticas.

―¿El Gran Líder, Kim Jong Il, hace la alineación del equipo?

Mirada hacia el representante de la FIFA, mirada hacia el comisario político del Partido del Pueblo… y silencio. El mensaje mecánico de Jong-hum es fruto de una efectiva enseñanza de décadas. Su discurso, artificial y robótico, no puede ser otro. “Estamos en Sudáfrica para hacer que nuestro gran líder sea muy feliz.»

Las consecuencias de una mala actuación de Corea del Norte en este torneo nunca las sabremos. El norte de esta península de Asia Oriental es la última frontera del mundo.

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18 junio, 2010 at 7:46 AM

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El divorcio de la lógica

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San Emeterio apaciguaba el ánimo de sus compañeros en un intento de sofocar su propia euforia. Durante el transcurso de su canasta y el tiro libre adicional que significaría el definitivo 79-78, el cántabro ya sabía lo que había conseguido. Había dinamitado la liga ACB. Había hundido a pronosticadores, apostadores y especialistas deportivos. Pero, sobre todo, había glorificado el baloncesto. En la final más predecidida de la historia, el Caja Laboral ha vuelto a recordar que el deporte se explica desde las gestas y las hazañas. Desde lo imprevisible y lo insospechado. Desde el baloncesto.

El valor de la tercera liga del Caja Laboral se magnifica por su rival. La extraordinaria temporada del Regal Barça (con o sin ACB) es incuestionable. La lección de baloncesto, imborrable. Sólo la inefable pérdida del aura de invencibilidad que desprendían durante toda la campaña y que les ha abandonado en esta serie final ha impedido que materializaran la temporada perfecta.

Ayer, recital Splitter. El brasileño abandonó la extraña vulgaridad de los dos partidos de Barcelona y volvió a su estado natural, el MVP. La normalidad de Tiago es la efectividad y la excelencia, el trabajo y la humildad. Todos ellos, factores que le han convertido en el jugador más valorado de la liga regular y de las finales. Un hito sólo al alcance de un jugador por el que muchos aficionados se ponen en pie: Arvydas Sabonis.

Esta mañana los jugadores del Barça confirmarán que no ha sido una pesadilla. Todo ha sucedido rápido, de manera extraña. Cuando han querido reaccionar, se han encontrado con las vacaciones. Este mal sabor de boca no debe emborronar el trabajo, los éxitos y la felicidad de una temporada para enmarcar. El campeón de Europa ha encontrado en el Caja Laboral el rival a batir. Ya es un duelo clásico. La ACB tiene dos nombres en mayúsculas: Regal Barça y Caja Laboral. Son el baloncesto.

Pero, por encima de todo, esta final demuestra una vez más que el deporte escurre los vaticinios y rehúye la razón. El partido de ayer constata definitivamente el divorcio de la lógica.

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16 junio, 2010 at 8:17 AM

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Jaque al campeón

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En California se realizaba, en el siglo XIX, un entretenimiento para la gente, creado por los propios colonos españoles que llegaron a la zona de lo que es hoy Monterrey: un oso enfrentándose a un toro. El toro atacaba al alza, con los cuernos hacia arriba, y debía hacerlo rápido y al principio de la lucha. Los osos se defendían de arriba abajo, alzándose e intentando agarrar con sus zarpas al toro para echarlo al suelo. El bull, o sea, el toro, mira siempre up. El bear, oso, se la juega down. El periodista Martí Saballs, en Historias de un corresponsal económico, explica que ésta podría ser una de las teorías que da sentido a la división que los mercados hacen de analistas e inversores: toros y osos. Los primeros son los optimistas, los que apuestan por los valores y mercados alcistas. Los pesimistas son los osos, que prefieren resguardarse la espalda. Toros y osos, osos y toros. Seguramente, ninguno de ellos hubiera apostado por el resultado que, actualmente, refleja la final de la ACB. El sábado, el Caja Laboral volvió a hacer saltar la banca.

El dos a cero es un resultado que, por inesperado, dibuja un escenario que engrandece todavía más el baloncesto, un deporte en el que suele ganar el mejor. El Regal Barça, hasta ahora intratable, ha hincado la rodilla y, acorralado, deberá recordar el camino que le ha llevado a ganar todos los títulos que ha disputado esta temporada. Durante los nueve días que discurrieron entre la semifinal y la final parece que el Barça bajó del Olimpo para convertirse en un equipo terrenal, un conjunto que ha vuelto a escuchar ese vocablo desterrado llamado derrota. Con el impasse, la rutina de la victoria, que ordena y da seguridad, se ha roto.

 El Caja Laboral parecía presentar una única arma, demoledora y brasileña, capaz de resquebrajar los cimientos barcelonistas. Desactivar a Splitter, el mejor pívot europeo del momento, podría significar constreñir al Baskonia hasta poco menos que el milagro. Pero ha sido otro brasileño, Marcelinho, y un santanderino, San Emeterio, los que han martilleado al equipo de Xavi Pascual hasta poner en jaque al campeón. Nadie pensaba que el Baskonia volvería a Vitoria con un 0-2. Nadie ha remontado un dos a cero en una eliminatoria final. Pero, ¿alguien se atreve a apostar a que hoy habrá nuevo campeón?

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15 junio, 2010 at 8:31 AM

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La desintegración de Arvydas Macijauskas

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Cuando Macijauskas erró el tiro se miraron incrédulos. Se levantaron y le gritaron: “¡maaalo, maaalo, maaalo!”. Era simple y jocosa ironía. El fallo de Mache era una anomalía que sorprendía y consolaba a todo aquel que ya no veía vestigios de humanidad en esa máquina de precisión, anotadora e inclemente. En la grada no eran demasiados. Habían venido pronto a disfrutar del lituano. El espectáculo Macijauskas empezaba en el calentamiento.  

Macijauskas, melena rubia y ojos claros, infundió pavor en las defensas de la ACB durante dos temporadas. Ya sea por erróneas reminiscencias Birdianas o por una certera sensación de que su obsesión con la canasta rival lo hacía indefendible, cuando el siete del entonces TAU se elevaba, los rivales se resignaban. Sólo existía una opción. La precisión del mecanismo de tiro del lituano, su juego eléctrico y su capacidad de intimidación, con poco más de un uno noventa, aterrorizaba a las defensas pero, sobre todo, cortaba la respiración de la afición rival. Eran esas fracciones de segundo en las que se suspendía en el aire. Cuando el balón despegaba de sus dedos, el sentimiento de dulce odio se tornaba en irrefrenable admiración. En suspiro. Como los pilotos, que calcan su trazada vuelta tras vuelta, el tiro de Macijauskas parecía tener un recorrido predeterminado: el que lleva a la red.

 La “Precisión Lituana” formó parte de uno de los mejores equipos que nunca ha dado la ACB, cuyo quinteto inicial incluía a Calderón, Nocioni y Scola, actualmente,  en la NBA. Precisamente, su fulgor se apagó, como tantos, en la liga americana. Tras un año de penitencia en New Orleans, el mundo baloncestístico esperaba su renacimiento en una de las cunas del baloncesto europeo. Pero Mache ya no volvería. Curiosamente, el tendón de Aquiles acabaría con alguien que se había rebelado casi divino. La desintegración del cuerpo de Macijauskas, lenta y agónica, arrojó algunas esperanzas con una reaparición que se recuerda ahora como una ilusión óptica.

El martes “La Precisión Lituana” anunció su retirada.

http://www.acb.com/redaccion.php?id=67989

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10 junio, 2010 at 8:30 AM

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La tesis de Kick Ass

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“Bueno, te cuento un poco lo que vamos a hacer. Mira a la cámara, por favor”. La sombra de Ángela se proyecta en la pared blanca de baldosas, corrompida por una delgada línea roja. “Puedo hacer que te comas tu propia oreja. Incluso, si me lo curro, puedo sacarte las tripas sin que te mueras”. Ángela traga saliva. Se mezcla con la hiel. Su piel brilla. Sudor frío. Respiración acelerada. Mirada perdida. Signos inconfundibles de miedo. Señas de quién sabe que va a morir. “Ángela, mírame. ¿A qué acojona?” Bosco se enfunda los guantes y el pasamontañas. Las imágenes se funden a blanco y negro, protegen al espectador. Le rompe la cara de un puñetazo. Con una cámara como testigo.

Las “Snuff movies”, leyenda urbana o alcantarilla de la perversidad humana, eran uno de los motivos de la opera prima de Alejandro Amenábar (Tesis, 1996). Hablamos de la comercialización de la ultraviolencia que Alex de Large descubrió a un horrorizado público veinticinco años antes. Una ampliación del campo de batalla lucrativo. Un hipotético negocio con un hipotético consumidor. Secreto, oscuro, invisible para el honrado ciudadano de a pie.

Urbi et orbi

“Los proveedores predicen que podría ser uno de los eventos vía web más vistos de la historia de Internet”.

Una cuenta atrás agolpa a millones de personas ante la televisión. ”Hola niños y niñas”. Un encapuchado relata al espectador lo que va a suceder. Kick Ass y Big Daddy, sentados y amordazados ante un fondo artificial, con palmeras. Ambos visten mallas de colores. Uno es un frikie proyectado por youtube y el marketing viral. El otro, un demente. Un vengador que se entiende como un pseudo héroe del siglo XXI.

Kick Ass y Big Daddy nos van a ayudar a enseñaros porque ser un superhéroe es una mala idea”, explica el torturador. La paliza empieza de inmediato. Esta vez, ante la atenta mirada del espectador, que reacciona ante los golpes, la sangre y los huesos rotos. No hablamos de un mercado negro, secreto, con acceso sólo para depravados. Aquí la paliza es gratis. Y para todos los públicos. De repente, las imágenes se colapsan. El presentador de los informativos aplica la moral después de un minuto de emisión: “debido a la naturaleza inquietante de las imágenes no podemos seguir mostrando los hechos que se están emitiendo en directo por Internet”. Tras el suicidio censurador de la televisión, el espectador huye hacia el jardín de las delicias. La libertad en su máxima y perversa expresión: el ordenador.

El presentador de los informativos concluye: “Todo apunta al hecho de que se producirá una ejecución en directo durante los próximos minutos”. Una ejecución que se producirá ante millones de espectadores. Ante una audiencia que no se esconde y que verá el asesinato en grupo, con renuencia o con sentido del espectáculo.

El divertimento de Matthew Vaughn hiperboliza la realidad, la ridiculiza y la convierte en una ironía fresca que el espectador entenderá si acepta las normas del juego. Su travesura finaliza con el personaje más brillante de la película, la pequeña Hit Girl ( Chloe Moretz). La paliza ha terminado. Los muertos se agolpan y la sangre y el fuego corrompen el aire. Hit Girl se acerca a la cámara y dispara con un lapidario: “Se acabó el show, hijos de puta”.

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8 junio, 2010 at 8:35 AM

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La temporada perfecta

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Cuando el triunfo es un estado natural. Cuando la memoria olvida que existe una opción llamada derrota. Cuando la infalibilidad se convierte en una extraordinaria normalidad. Cuando la victoria muda a una heroica reiteración. Es justo ese preciso instante de virtuosismo, de sonada deidad, el que te arroja al abismo o te encumbra. Es ese paso el que te hace humano o perfecto.

El Regal Barça descansa en ese limbo. Rodeado del halo del éxito, de un aura de invencibilidad. Cercado por la Lliga Catalana, la Supercopa ACB, la Copa del Rey y la Euroliga. En el camino hacia la perfección aguardará el Madrid o el Caja Laboral, dos equipos acomplejados por la insultante superioridad que ha demostrado el conjunto de Xavi Pascual a lo largo de la temporada. El círculo se cierra con la Liga ACB.

La esencia del Regal Barça se explica desde el talento, el esfuerzo y una mentalidad inquebrantable. Y se resume con tres palabras. Las pronunció Pete Mickeal, tras los cuartos de final de la Euroliga ante el Madrid. Le preguntaron sobre su gran actuación. The fisherman respondió con un conciso: “Es mi trabajo”.

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3 junio, 2010 at 9:50 AM

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Lost 2.0

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El fenómeno Perdidos es digno de estudio. No por la legión de seguidores que arrastra, sino porque con esta serie hemos asistido al nacimiento de un nuevo tipo de espectador, un espectador social de nueva generación. La obra de J.J. Abrams, Damon Lindelof y Jeffrey Lieber es responsable de la evolución de lo que en su momento Giovanni Sartori calificó como Homo videns. Creada para la televisión, su enorme éxito ha sido, curiosamente, un arma letal para la propia pequeña pantalla. Así como The Matrix impulsó el formato DVD o Avatar encendió el renacimiento del fenómeno 3D, Perdidos desencadena el concepto del espectador 2.0, el espectador que asesinó a la televisión.

El espectador 2.0, surgido de la globalización, es aquel que consume información inmediata, fresca y, por lo tanto, lo hace en Internet. Un espectador que no está dispuesto a esperar ni un solo día para visionar algo que ya se ha emitido en otro lugar. Este nuevo homo videns es proactivo, genera ideas, opiniones y discursos. No se conforma con ver y callar sino que traslada sus reacciones a las redes sociales, las comparte y origina teorías e hipótesis. Interpreta y sobreinterpreta.

 Con la emisión simultánea del último episodio de Perdidos, Cuatro puso de manifiesto el por qué de este cambio de hábitos del espectador. Al margen de la falta de sincronización de los subtítulos, la cadena de Prisa obvió 6 minutos de metraje. El tremendo coste que supone emitir una serie como Perdidos y los resultados obtenidos obligarán a los programadores a centrarse en aquellos productos en los que la televisión todavía puede ofrecer un buen servicio para su audiencia: programas en riguroso directo, eventos deportivos o reportajes y productos propios.

 Mientras el cine se encuentra sumido en una crisis de ideas, las series de televisión se destapan como una explosión creativa, en algunos casos, de excelsa calidad. Los Soprano, The Wire o A dos metros bajo tierra son tan sólo algunos ejemplos de obras maestras de más de cien horas de visionado. Los creadores de Perdidos, con una serie menos brillante, han conseguido que algunas de las características intrínsecas que forman ya parte de nuestra sociedad -la globalización, las 2.0 y la polémica- creen este nuevo espectador. Un homo videns 2.0.

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26 May, 2010 at 10:26 AM

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El Aleph de Perdidos

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Se acabó. No como muchos esperaban o deseaban, pero se acabó. Los seguidores de Perdidos acudían a este doble episodio final en busca de respuestas como el devoto hace con su religión. O con la mirada analítica del científico que necesita resultados lógicos y demostrables. O como el juez que espera el alegato final para dictar sentencia en un rompecabezas. Todos ellos se sentirán decepcionados, disgustados e incluso, estafados. Nadie podía esperar un final cerrado y con un manual de instrucciones de la obra del inefable Jeffrey Jacob Abrams. Nadie podía esperar un final que dejara satisfecho a todo el mundo porque Perdidos se postula como un fenómeno de masas fascinante y, por lo tanto, polémico. La pregunta más importante que debe hacerse hoy el espectador no es acerca de la isla o de los personajes, sino ¿por qué me he levantado a las seis y media de la mañana?

Perdidos es ficción en mayúsculas, con sin sentidos, incoherencias, delirios de grandeza y momentos memorables. Un extensísimo ejercicio de liderazgo pero, sobre todo, una alocución que gira entorno al espacio y el tiempo. Realidades múltiples y vidas paralelas en diferente espacio-tiempo. Daniel Farraday y Desmond Hume se erigen como personajes cardinales de esta locura, del rechazo del ser humano a ser finito. Su rol secundario atrae y cautiva mucho más que el de los bíblicos Jacob y Esaú (el humo negro), cuya historia se nos antoja anacrónica, incompleta y desaprovechada.

La supuesta clave, esa luz blanca, prístina y mística que da equilibrio a la isla y, por extensión al universo, nos recuerda a la esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor que encontró Borges en un sótano. Entre muchas otras cosas, esto es lo que vio: “(…) vi la circulación de mi oscura sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Alpeh la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo”.

¿Qué vieron los ojos de Jack Shephard en esa luz, en ese Aleph de Perdidos, antes de cerrarse por última vez? ¿Qué vieron los ojos de J.J.Abrams para maquinar semejante mezquindad y, en especial, ¿qué han visto tus adormilados ojos?

Borges transmitió así su visión: “Sentí infinita veneración, infinita lástima”.

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24 May, 2010 at 8:25 AM

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La otra vía

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 El Inter demostró ayer que no existe una única vía para ganarlo todo. Tan campeón de la Champions como el Barça el pasado año, la escuadra de Mourinho ya es poseedora del triplete. El Bayern, un esbozo paleolítico del Barça, podría haber jugado una semana entera y no hubiera obtenido mejor premio que la ignominiosa medalla del finalista. Tan sólo Robben, una sombra terrenal e imperfecta de Messi, logró desbordar a los jugadores interistas, que asoman ahora en el Olimpo del fútbol con un juego propio del averno.

Zanetti, Lucio o Chivu son una suerte de Hefesto para este equipo, tejiendo una red de acero en su particular fragua, partido tras partido, enredando a equipos como el Chelsea, el CSKA, el Bayern y hasta al mejor conjunto del mundo. Los italianos se sienten tan cómodos defendiendo que podrían olvidarse de que este deporte se juega con balón. Y sólo se recobran de esta amnesia por obra y gracia de Diego Milito, goleador letal de actuaciones fulgurantes. Eto’o, su negativo en la vanguardia, es el único jugador de la historia que ha ganado dos tripletes, pero sólo recuerda que es delantero por el número 9 de su camiseta.

Mourinho, el Gran Maestro del fútbol-ajedrez, ha conseguido logros tan difíciles como la Champions con el Oporto o el triplete con el Inter. The special one, que cursó un Máster en el Barça, ganó prestigio en su país, se endiosó en Inglaterra y se ha doctorado en Italia, cautiva a Florentino. La hostilidad que arranca de la grada del Camp Nou y su perfil ¿postizamente? Imperioso y mediático apunta a matrimonio tortuoso con el Real Madrid. Un cóctel nitroglicerínico que puede atraer tanto a los títulos como a las polémicas olímpicas. Mou es la otra vía.

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23 May, 2010 at 8:25 AM

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El enigmático fichaje de David Villa

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Laporta no quiere que las elecciones se transformen en una retahíla de nombres que lleven en volandas a la victoria al candidato con los mejores cromos.  Conocedor de esta estrategia-señuelo (caso Beckham), el aún presidente ha decidido dejar un último legado en forma de fichajes y evitar que Rosell confirme las encuestas. No deja de ser curioso, sin embargo, que el Barça fiche a un delantero centro justo un año después de desembolsar 45 millones más Eto’o para traer a Zlatan Ibrahimovic. No podemos dejar de preguntarnos si David Villa es necesario para el Barça o cuestionarnos el futuro del sueco en esta plantilla. ¿Se trata de sumar nuevos recursos ofensivos o de buscar un perfil diferente al de Zlatan? ¿O más bien nos enfrentamos a una baza electoral?

Laporta trata de retener el ojo subjetivo de los medios de comunicación para alejarlo del candidato Rosell, que lucha para que el foco mediático amplifique tanto su figura que las elecciones parezcan innecesarias. El actual presidente fija la atención en la figura de Villa y, si hace falta, convertirá a Fàbregas en el nuevo Odiseo, ausente de su “verdadero” hogar tras un largo periplo por Inglaterra. Cuanto más acote la campaña, menos páginas de diarios llenará Rosell y menos tiempo tendrá para convertirse en el nuevo Obama.

 Laporta pretende anular un hipotético “Laportazo” que no se producirá en estas elecciones porque, a diferencia de 2003, el Barça cuenta ahora con los mejores jugadores del mundo en su plantilla.

 Ya sea cuestión de números, del ámbito de las sensaciones o de una estrategia electoral, el fichaje de David Villa por el F.C.Barcelona es tan alentador como enigmático.

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21 May, 2010 at 7:47 AM

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La identidad del campeón

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La historia, una notaria del tiempo tan maleable como inclemente, desdeñosa con el perdedor y zalamera con el victorioso, de memoria implacable y rigurosa, recordará el 16 de mayo de 2010 como el día en el que el F.C. Barcelona ganó su vigésima Liga. Dirá que lo hizo con el memorable registro de 99 puntos. Dirá que sólo perdió un partido. Y dirá que entre sus filas contó con el máximo goleador y el portero menos goleado del campeonato. Pero serán los cules, serán los aficionados al buen fútbol los que se encargarán de recordarle a la dama del tiempo que este Barça no ha entrado en la historia del deporte solamente por sus victorias, sino por la manera de conseguirlas. En su libro de páginas infinitas tendrá que explicar el cómo, la manera. Cuál rapsoda, el barcelonista explicará a sus hijos y a sus nietos que fue un privilegiado. Y las generaciones venideras entenderán que lo fue porque coincidió en el tiempo con el mejor equipo de fútbol de la historia.

 Esa utopía liviana, ese ganar y gustar que un periodista de TV3 bautizó como Dream Team no fue un espejismo. Fue una eclosión, el big bang de lo que los cules contemporáneos entienden ahora por F.C. Barcelona. El Barça asociado al virtuosismo ha sido un proceso prolongado y tortuoso que ha culminado con el cambio de una mentalidad timorata y acomplejada. El fin de los tiempos en los que se vagabundeaba por esa zona gris, esa bruma borrosa y confusa gobernada por el blanco. Ahora el aficionado culé y el fútbol observan el panorama en azulgrana.

 El Barça como idea, sentimiento y estilo ha trascendido y ha superado la rigidez de los marcadores. Una concepción interiorizada por el seguidor blaugrana y plasmada por un creador de sueños. Un guía que ha forjado un equipo eterno que se recordará más allá de los triunfos. El mundo lo recordará por la manera en la que se consiguieron esas victorias. Por su identidad. Por la identidad del campeón.

Written by @robertlozano_

17 May, 2010 at 8:17 AM

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